2 de junio de 2008

LEY GENERAL DE EDUCACION (LGE): DEBILIDADES Y PROBLEMAS DEL PROYECTO, E. García Huidobro


Eduardo García Huidobro denuncia los 'silencios y tibiezas' de la reforma y el 'chantaje de la Alianza' . El ex presidente del Consejo Superior de Educación considera que el consenso entre el oficialismo y la oposición diluyó los cambios necesarios. Señala que respecto a la selección de alumnos “lo que quedó es claramente una chacota”, y que “no hay real libertad si la educación es pagada, lo que es un error de la Concertación, no de Pinochet”. Por eso propone incluir las “omisiones” en el Senado y abrir la puerta a los puntos clave que brillan por su ausencia.

Claudia Urquieta Chavarría, El Mostrador

Su nombramiento como presidente de la Comisión de Educación Superior de en 2006, luego de la revolución pinguina, lo situó en una posición privilegiada a la hora de evaluar y aquilatar los acuerdos logrados para sacar adelante la Ley General de Educación (LGE). Mal que mal, desde el inicio del Gobierno de la Concertación estuvo inserto en el corazón del ministerio de Educación y ha sido partícipe directo de decisiones y conflictos en materia educativa. Por eso, cuando el actual decano de la Facultad de Educación de la Universidad Alberto Hurtado -ligada a los jesuitas-, tiene algo que decir al respecto, no hay que tomárselo a la ligera. Más aún si apunta al profundo cambio exigido por los pingüinos en 2006, que terminó en la derogación de la LOCE y el nacimiento de la LGE pactada entre el oficialismo y la oposición de derecha. El académico, tal como lo comentó a El Mostrador.cl apenas firmado el documento, aún considera que las mediáticas celebraciones, con manos levantadas en La Moneda, sólo dan para “un pequeño brindis”. Y plantea la urgente necesidad de hacer algo al respecto.

Palabras que se ven reforzadas con la suerte del “segundo tiempo” estudiantil protagonizado estas últimas semanas, e incluso hoy, por descontentos alumnos, que al igual que él, no están conformes con los cambios.

Pero como “a lo hecho pecho”, García Huidobro sabe que no es la hora de romper acuerdos, pero sí de frenar lo que a su entender no modifica al hueso el actual sistema. Él es partidario de incluir las omisiones que impiden dar el salto de “una educación para todos” a una “educación de calidad”. Y tiene la esperanza, junto a otros ex miembros del Consejo Asesor de Educación, de que el Senado asuma esa tarea.

¿Cuál es su propuesta para que la LGE, que actualmente se encuentra en la Comisión de Hacienda de la Cámara Baja, efectivamente de “el salto”?

-Mi propuesta es que legislemos en fast track aquellos aspectos en que tenemos un acuerdo sustantivo y nos dan un tiempo como país para discutir un conjunto de aspectos que debieran estar presentes en una ley general y que en este minuto han sido silenciados.

Y no estoy quebrando el acuerdo, estoy diciendo que es insuficiente porque deja problemas muy importantes fuera.

Porque lo que viene ahora, cuando desde la alianza hasta el PC estamos de acuerdo en que el problema central de Chile es su fuerte y creciente desigualdad, es terminar con la educación donde hay calidad para cada bolsillo y avanzar hacia una donde, prescindiendo de la cuna, por el solo hecho de ser ciudadano se tenga derecho a una educación de calidad. Esta ley no expresa eso.

¿Y por qué no lo expresa?

-Porque una ley general debiera tener mucha más claridad en las metas éticas. La educación particular subvencionada tiene que tener algunas obligaciones desde el punto de vista de integración social, que están diluidas. Algo se trató de hacer con la no selección, pero esto que era el aspecto ganado, se suprimió. Lo que quedó como selección es claramente una chacota. No tiene fuerza. Es hasta sexto básico, está supeditado al proyecto educativo del colegio. Y no logra hacer peso ni diferencia.

Y frente a eso, tal como en otros puntos, existe una posición de chantaje: es todo o nada. Y eso viene de la Alianza.

¿Qué otros puntos no se contemplan?

-El tema de financiamiento compartido: es un chiste decir que en Chile es la familia la que elige la educación de sus hijos, cuando tengo más de 40% de la educación con pago. ¿Elige qué? Es lo mismo que cuando uno se compra un auto: se elige la marca de acuerdo al bolsillo que tengo. Entonces no hay real libertad si la educación es pagada. Y vamos creciendo, con 33 por ciento de financiamiento compartido y 7 por ciento pagado. Ese fue un error de la Concertación, no le estamos echando la culpa a Pinochet. Fue un error “nuestro”. Yo en ese minuto era parte del Mineduc.

¿Y por qué se tomó esta decisión?

-Se tomó esa decisión, que no fue error del Mineduc, sino de la Concertación, porque fue tomada desde el punto de vista económico. Básicamente bajo el raciocinio de que era un momento de más crisis, no habíamos tenido bonanza económica actual y se veía muy urgente acoplar más recursos al sistema.

Yo, sin haber sido pitoniso fui muy crítico de eso públicamente el ’93 –mientras era asesor del ministro del área-, ya que anuncié que iba a generar a ojos vista una segmentación que ya teníamos. La educación chilena siempre ha sido segregada socialmente y esto ya llevó la cosa a que la segregación se “democratizó”. Es algo que hay que suprimir, no de un día para otro, pero podemos congelar y propender a la baja, en el sentido de que cada vez que haya aumento de subvención se disminuye la parte que paga la familia.

¿Hay algún tópico que no se haya contemplado en el Consejo Asesor que ahora consideran se debe tratar?

-Sí, lo referente al ingreso al mercado. Porque se mencionó pero no hubo pronunciamiento. Claramente hubo una falencia, porque en todas partes del mundo donde existe una parte importante del sistema provisto por privados, existe algún mecanismo para decidir si se necesita o no una nueva escuela. Tiene que haber un control de entrada en función de tener la seguridad de que esa escuela es realmente una necesidad para la comunidad. Actualmente hay total libertad de iniciativa, es poner un negocio, por lo que tenemos un sistema de crisis de escuelas permanente. Lo que sí se discutió bastante pero no fue recogido, fue la necesidad de que si hay distintas obligaciones para los colegios, también tiene que haber trato distinto. La escuela municipal tiene que asegurar el derecho a la educación a todo evento. Los otros no, abren escuelas donde haya buen negocio, si está malo la cierran. Tienen claras obligaciones distintas y el mismo subsidio.

Tal como tuvo una visión de pitoniso en su momento ¿qué augura si la LGE se aprueba tal como está?

-Si esta ley se acuerda perdemos la oportunidad, pero no estamos retrocediendo. Están las cosas sobre la mesa, lo que la ley va a mejorar inmediatamente lo podemos hacer sin la ley -como el cambio curricular o la Superintendencia- y podemos darnos un espacio de discusión para tener una ley que incorpore esta especie de orientación global que la educación tiene que darse en este minuto. Ahora si eso no pasa por supuesto que será insatisfactoria e inestable, y vamos a seguir discutiendo.

Así como se levantaron carteles hace dos años por la derogación de la LOCE, vamos a tener una demanda para la derogación de la LGE.

En todo caso no hay que desmerecer los acuerdos que tenemos por débiles que sean, porque en la anomia total no avanzamos. Los que tenemos son tibios, pocos, menos de los que necesitamos, pero no los despreciemos tampoco.

¿A qué achaca esta tibieza, que a la larga ha impedido cambios radicales?

-Hay muchas cosas que influyen. Desde el hecho de que estamos en un Gobierno de 4 años, porque se da conflicto, se da ley que está resolviendo ese conflicto y el ideal es que el Gobierno termine con la ley promulgada. Frente a esta situación ha habido también apuro de la derecha para decir “ustedes están apurados para sacar la ley y nosotros estamos disponibles para esto y no para otra cosa”. La ley es como el acuerdo que fue quedando, no es un acuerdo construido bajo gran deliberación. Pero hay pasos importantes que se van a dar sí o sí. Uno de ellos, que no se lo debemos al Gobierno ni a la derecha sino a la sociedad interpretada por los pingüinos, es que hay una revisión de la base institucional del sistema educativo chileno, que estaba igual desde hace 25 años.

Cuando las cosas se empiezan a mover no se logran detener con el dedo y esta ley ha provocado cuestionamiento a cosas que antes eran como la cordillera.

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