■ Fue ejemplo de la lucha por el socialismo, la democracia y la liberación en AL, expresó Pablo González Casanova
■ Cuauhtémoc Cárdenas y Gonzalo Martínez Corbalá, entre los participantes
La validez de la certeza del presidente Salvador Allende de que ningún golpe de Estado podría impedir que Chile retomara, tarde o temprano, el camino hacia la construcción de un hombre y un mundo mejores, quedó de nuevo avalada la noche del jueves durante una ceremonia por los cien años de su nacimiento, realizada en la sala Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollin Yoliztli.
En el homenaje, parte de diversas actividades en México por la efeméride, se exhibió el video Memorias de la esperanza y se recordó la muerte de Allende durante el asalto por militares a la sede presidencial en el golpe de Estado de septiembre de 1973, luego de mil días de una experiencia democrática sin precedente que buscaba preparar el camino para superar el sistema capitalista y acceder al socialismo de manera pacífica.
Organizado por el exilio chileno en México, entre los participantes estuvieron el investigador y ex rector Pablo González Casanova, el dirigente Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el diplomático Gonzalo Martínez Corbalá y el líder político chileno Jorge Insunza Becker, quienes hicieron evidente dos certezas más, incluso demostradas con cifras y porcentajes. La primera plantea que los gobiernos de izquierda tienden a mejorar el nivel de vida de la población, mientras que la segunda advierte que la privatización y la desnacionalización de los recursos naturales, como el petróleo o el cobre, provocan un mayor empobrecimiento del país que la practica y la transferencia y pérdida de millones de dólares a empresas privadas locales o extranjeras.
El mito del suicidio
González Casanova, quien hizo un repaso biográfico de la vida y trayectoria de lucha del médico y político Salvador Allende, recordó que durante el gobierno de la Unidad Popular, que comenzó en 1970 tras una elección democrática, el desempleo disminuyó a 3 por ciento y que 99 por ciento de los niños pudieron encontrar una plaza en la escuela. En un momento dado, dijo, “la izquierda chilena ya no sólo pugnaba por una política de nacionalizaciones dentro del capitalismo”, sino que “se proponía acabar con el propio capitalismo, fuente de la dependencia, la desigualdad, la miseria y la explotación de la mayoría de todos los chilenos”. Por eso, agregó, “el proyecto de la Unidad Popular llamó la atención en el mundo entero”.
El autor de La democracia en México destacó la campaña de desestabilización social, política, económica y criminal del gobierno estadunidense y de la oligarquía y los militares derechistas y antidemocráticos del ejército chileno contra el gobierno de la Unidad Popular, que llevó al golpe de Estado, pero también mencionó otros factores de la derrota, como la división de la izquierda y la no organización previa de la defensa. González Casanova rechazó el “mito” del “suicidio” de Allende, que pretendieron crear quienes lo asesinaron en el Palacio de la Moneda, y recordó que el presidente chileno luchó durante siete horas con un pequeño grupo de partidarios y colaboradores.
El también autor de Sociología de la explotación dijo que el presidente chileno es un símbolo de las luchas “de la clase obrera chilena y de los pueblos latinoamericanos por el socialismo, la democracia y la liberación”. Y agregó que Salvador Allende “era mucho más que un orador y más que un líder de masas, pues no sólo fue un impulsor de la izquierda chilena y un gran presidente, sino, sobre todo, un gran revolucionario que le enseñó a la clase obrera a luchar por el poder”.
El desastre neoliberal
Por su parte, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano dijo que recordar a Allende significa reafirmar “nuestras convicciones y compromisos de lucha con las causas por las que él luchó y se entregó y que siguen vigentes: la soberanía, la democracia y la igualdad de los pueblos”. Su lucha lo llevó a la muerte, agregó Cárdenas, “pero también a que siga viva hoy su memoria y su convicción y que represente una figura central en América Latina, y a que su ideario político contribuya al avance y desarrollo de nuestra región”. Y por ello planteó: “Indudablemente, Salvador Allende vive”.
En su turno, Jorge Insunza Becker, dirigente de la izquierda chilena y ex diputado durante el gobierno de la Unidad Popular, mencionó los diferentes logros del periodo allendista en aspectos como salud, educación, reforma agraria o política exterior, y advirtió sobre los desastres actuales de las políticas neoliberales. Mencionó algunos datos para ilustrar la “regresión” y “crueldad” que representó el golpe militar y sus políticas “antiestado”, como pasar de 54 por ciento de participación de los trabajadores en el PIB, a 33 por ciento con la dictadura, “lo que significó que anualmente 15 mil millones de dólares hayan pasado de los bolsillos de los trabajadores a los bolsillos de los grandes empresarios”.
Tras recordar que se desnacionalizaron aún más empresas de las que se habían nacionalizado con Allende y plantear que la dictadura utilizó la represión y el terror para imponer este tipo de políticas, Insunza agregó que algunas empresas mineras privadas llegaron a aumentar sus utilidades hasta 16 veces más que antes, lo que se ha traducido en “resultados catastróficos”, como lo muestra la producción de cobre, rubro en el cual “Chile está cediendo al exterior 25 mil millones de dólares anuales, más de 17 por ciento de su producto interno bruto”.
Y advirtió para el caso de México que en 2007 Pemex obtuvo ingresos por 37 mil millones de dólares, pero que si el sistema fuera aquí el mismo que la dictadura impuso y que aún persiste en Chile, esa cifra no pasaría de 9 mil millones de dólares.
Volver a la Doctrina Estrada
Durante la ceremonia Martínez Corbalá, ex embajador mexicano en Chile en el momento del golpe –encabezado por el general Augusto Pinochet–, y que ayudó a la salida de cientos de chilenos para que salvaran la vida exiliándose en nuestro país, recibió la ciudadanía honoraria de la nación sudamericana y criticó el abandono de la antes respetada política exterior mexicana. Planteó que debería volverse a la ruta de la Doctrina Estrada, pues México no debería calificar a los gobiernos de otros países sino entablar relaciones diplomáticas con sus estados. Se hubieran ahorrado “muchos sinsabores” de haberse mantenido dichos principios, dijo.
En la sala Revueltas prácticamente llena, también estuvieron entre el público la senadora Rosario Ibarra de Piedra y el embajador de Cuba en México, Manuel Aguilera de la Paz, entre otros. Y además se dio lectura a un saludo de Hortensia Bussi viuda de Allende, quien vivió en México tras la imposición de la dictadura militar en su país. Al final de la ceremonia pudo apreciarse una exposición fotográfica de los últimos días del gobierno de Allende, una de cuyas imágenes muestra al presidente con una pistola en la mano, defendiendo con heroismo y con su vida la responsabilidad que le había conferido la mayoría del pueblo chileno, tal y como lo había prometido antes en uno de sus discursos.
Carlos Gonzalez Casanova, Sociólogo mexicano, ex Presidente de ALAS, ex Rector de la UNAM
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