La Tecera.cl Katerinne Pavez y Sofía Vargas
Muchos padres y alumnos creen que estudiar y trabajar es una carga demasiado grande para la época universitaria. Que no son actividades compatibles. O que si un universitario busca un trabajo de medio tiempo, es probable que baje sus notas. Sin embargo, la incorporación de estudiantes de escasos recursos a la educación superior (el 49% de los seleccionados en 2008 provienen de familias con ingresos menores a $ 270 mil mensuales) y la mayor necesidad de independencia económica de los jóvenes, ha ido cambiando esta mirada.
Los planteles han volcado sus bolsas de trabajo para egresados hacia los estudiantes y éstos han mostrado un interés explosivo por encontrar un empleo de medio tiempo: en la Universidad de Las Américas, por ejemplo, institución que tiene un alto porcentaje de estudiantes de quintiles de bajos ingresos, el número de jóvenes que trabajan creció de 4 mil en 2006 a 6.400 en 2007. Este año, ya tienen 4.200 inscritos y el 60% estudia en jornada diurna.
Algo similar ha sucedido en universidades como la De Concepción, cuya bolsa de trabajo partió en 2005 con algo más de 100 estudiantes y hoy registra 856 inscritos. La Universidad Católica de Valparaíso, en tanto, pasó de 400 a 3 mil estudiantes con trabajo de medio tiempo en un par de años y, en la Universidad Católica de Santiago, este tipo de alumnos creció en un 50% en el mismo período.
MAS RENDIMIENTO
La mayoría son jóvenes que buscan empleos de medio tiempo que no interrumpan su jornada académica. Es decir, trabajan en momentos que antes utilizaban para ver televisión, compartir con amigos o ir al cine. Los efectos de trabajar y estudiar han sido analizados largamente por los investigadores norteamericanos, ya que en Estados Unidos ésta es una situación común. Y la mayoría de los estudios coincide en que tener un empleo de medio tiempo no perjudica el rendimiento académico.
En algunos casos, incluso, puede ayudar a mejorar las calificaciones. Algo que experimentaron en la Universidad de las Américas. Según un sondeo realizado por el plantel, los jóvenes que practican ambas labores tienen un rendimiento superior que quienes sólo estudian. "Fue una sorpresa para nosotros. Esto nos entusiasma aún más ampliar nuestras plazas de trabajo", cuenta Sergio Recabarren, vicerrector de Estudiantes Egresados de la Universidad de las Américas.
Eso sí, las investigaciones establecen un límite para el trabajo entre los universitarios. Porque, a medida que aumentan las horas dedicadas al empleo, las consecuencias son negativas. Los investigadores han estimado que un trabajo de hasta 15 horas a la semana es beneficioso. Según datos del Centro Nacional de Estadísticas Educativas, publicados en 2001, el 80% de los estudiantes que trabajaba pocas horas no reportó cambios en las calificaciones.
Sin embargo, otro estudio norteamericano, publicado en mayo de 2008, asegura que trabajar 30 horas a la semana baja el rendimiento en una nota, lo que en el sistema norteamericano significa pasar, por ejemplo, de una A- a una B+. Según los encargados de las bolsas de trabajo universitarias, los estudiantes que compatibilizan ambas actividades están mejor preparados para el mercado. Esto porque, cuando salen, conocen el mundo laboral más de cerca y tienen experiencia en habilidades como el trabajo en equipo, el cumplimiento de metas y la responsabilidad.
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