Amenazaron con movilizaciones y lo cumplieron. Después del receso de 2007, el movimiento estudiantil renace con más dureza. Están enojados, decepcionados y aguerridos. No quieren consejos asesores ni diálogo a costa de bajar sus tomas. Piden sólo una cosa: que el sistema educacional chileno se reformule ahora. Y dicen que no hay moneda de cambio
Por Por Beatriz Michell / La Nación
Lunes, 8 a.m. Los estudiantes del Liceo de Aplicación cuelgan el cartel definitorio: "En toma". Y partió la ola. Ese mismo día los demás colegios se reunieron en el Confederación Suiza, en una asamblea convocada prácticamente de emergencia después de la sorpresiva medida del Aplicación. Después de la enorme cantidad de divisiones que se generaron cuando terminó la revolución pingüina de 2006, los secundarios permanecieron calladitos, o con alzas de voz intermitentes, hasta el lunes recién pasado.
Entonces decidieron que comenzarían las tomas porque ya habían tenido bastantes jornadas de reflexión. La orden colectiva fue: "Si los desalojan, se vuelven a tomar el colegio apenas se vayan los pacos". Y así lo han hecho los más de 16 colegios que han sido tomados y desalojados una y otra vez esta semana. El lunes seguirá la canción. "No queremos más dulces", rezaban los panfletos que repartieron los institutanos el martes en el paseo Ahumada y en las cercanías de La Moneda. Aunque algunos secundarios tienen cara de niños, sus peticiones no se resuelven con sonrisas y calugas, o "parches" y "pomadas", como catalogan a la Ley General de Educación (LGE). Sus pataletas no tienen nada que ver con los anuncios de Michelle Bachelet en el Congreso el 21 de mayo, sino con el proyecto de ley que pretende reemplazar a la LOCE y que fue cocinado en el Consejo Asesor Presidencial de Educación y sellado en La Moneda en noviembre de 2007 en medio de abrazos entre el Gobierno y la oposición.
ATOLONDRADOS
Los esfuerzos estaban claros, pero todo se adelantó. A fines de 2006, la asamblea que posicionó a los estudiantes de uniforme frente al país y que hoy genera tesis, documentales y libros se comenzó a desarticular hasta que a principios de 2007 ya no existía. He ahí la explicación para la escasa reacción de los estudiantes cuando se anunció el gran acuerdo educacional entre Concertación y Alianza por Chile: LGE.
"Cuando decidimos que teníamos que seguir avanzando, nos dimos cuenta de que no había nada y empezamos a organizarnos de nuevo", cuenta Alejandra Saavedra, dirigente del Liceo Confederación Suiza, el establecimiento que se hizo famoso por educar a uno de los líderes de la revuelta de hace dos años, César Valenzuela. Entonces les costaba encontrar un lugar para reunirse, porque en la mayoría de los colegios no se lo permitían. Municipios y sostenedores no querían ver de nuevo a sus estudiantes criticando la educación, por lo que los pingüinos tuvieron que buscar otras guaridas, como juntas de vecinos o centros culturales. En ese momento había múltiples organizaciones de secundarios y las críticas entre unas y otras eran fuertes. Hoy, los pingüinos se agrupan en tres: Asamblea Sur Oriente de Santiago, que reúne a los colegios de Puente Alto y La Florida; Asociación General de Estudiantes Secundarios, donde se concentran liceos emblemáticos y otros, y la Confederación de Estudiantes Metropolitana, que agrupa a otros colegios y liceos emblemáticos. Todas ellos están limando asperezas con el fin de coordinarse y trabajar unidos.
De hecho, el viernes 16 de mayo se reunieron con un cronograma claro: darían dos semanas para que cada colegio determinara cómo organizarse y se volverían a juntar para seguir el diálogo en pos de la unidad y definir voceros. Luego de eso vendrían las movilizaciones. "Nosotros estábamos conversando sobre qué tipo de organización íbamos a tomar para tener un movimiento fuerte. La discusión estaba superbién estructurada, pero se nos adelantaron [el Aplicación] y esa discusión ahora quedó suspendida porque tuvimos que empezar a preocuparnos de las tomas", asegura Ignacio Bravo, presidente del Centro de Alumnos del Confederación Suiza.
TODO O NADA
Esta vez la indignación es mayor que en 2006. Sienten que les metieron el dedo en la boca, que les prometieron una mesa donde se tomarían en cuenta sus demandas y que finalmente nada cambió. Por eso vienen más aguerridos que nunca. "No estamos dispuestos a bajar ninguna toma, ni ningún paro, a cambio de diálogo. Tenemos todas las intenciones de conversar, pero no vamos a permitir que pase lo mismo que en 2006. Estamos en paro indefinido", asegura Bravo.
"Nuestra postura es un poco más radical. No vamos a dialogar sobre lo que queremos de la educación. Necesitamos que haya una reforma educacional que no sólo abarque el marco regulatorio, sino que sea una reforma general al sistema educacional", explica el presidente del Liceo Manuel de Salas, Nicolás Pineda.
En 2006 la revolución fue sorpresiva para todo Chile, pero esta vez no son "la novedad" y el desafío es mayor. Sin embargo, los dirigentes están confiados en que el paro indefinido se va a extender y mantener. "En 2006 no es que haya habido una gran organización, sino que los medios nos ayudaron a que todos le pusieran atención a la educación. Está mucho más sólido lo que tenemos ahora porque estamos movilizándonos y en paralelo organizándonos firme", explica Alejandra.
Nicolás Pineda da un ejemplo concreto: "El 2006 estuvimos como tres semanas en toma, pero el día que más logramos sacar gente a la calle equivale a la menor cantidad de gente que hemos sacado en las movilizaciones de este año", asegura instalado en una de las salas de su colegio, que está lleno de estudiantes en toma. Tanto, que parece que fuera un día normal de clases, aunque con el suelo regado de sacos de dormir. "Nos pusimos más seguros ahora, porque sabemos que la movilización no va a parar enseguida o que nos van a lograr desarticular por una mesa que no sirve. Es algo más sólido y tenemos claros los ejes sobre los que vamos a caminar", anuncia Alejandra.
Incluso, están evaluando la posibilidad de concertar reuniones de los diputados de cada circunscripción con los colegios de la zona para decirles que voten contra la LGE. Mientras el ministro Vidal asegura que las políticas educacionales no las decide una asamblea de estudiantes, los adolescentes se reúnen, critican y proponen. Ni comisiones, ni consejos, ni diálogo con condiciones. Lo que estos adolescentes quieren es una educación pública y reformas estructurales como condición para terminar con las tomas. "Nosotros no queremos que cambien a la ministra, porque sabemos que venga quien venga va a tener que actuar según la ley que existe. Nosotros queremos cambiar el sistema educacional chileno", concluye Alejandra. LND
CONSENSO ESTUDIANTILHubo divisiones, críticas por la “farandulización” de los dirigentes históricos –los de la revolución de 2006– y un ocaso del movimiento. Pero hoy volvieron a renacer con demandas unificadas. Inicialmente eran nueve las peticiones, pero ahora las resumieron en cinco:
• Estatización y socialización en pos de la calidad de la educación. Que los colegios sean administrados por un grupo de profesores, representantes del Mineduc, estudiantes y apoderados, y que el Estado se haga cargo del financiamiento.
• Fin al lucro.
• Desmunicipalización.
• Reestructuración de la Jornada Escolar Completa.
• Tarifa escolar gratuita nacional y reestructuración de la Junaeb por una crítica a su gestión.
HAMBRE POR LA EDUCACIÓN
Las universidades también están movilizadas en masa. La casa central de la Universidad de Chile permanece tomada y la gran mayoría de sus carreras están movilizadas. Son al menos 15 las universidades tradicionales que tienen sus clases suspendidas en todo el país. La UTEM es una de ellas, que, además de las peticiones transversales –“ni LOCE ni LGE”, mayor inyección de recursos a las universidades estatales y más participación del Estado en la educación, entre otras–, tienen peticiones internas producto de la fuerte crisis que viven. Ya llevan más de un mes en paro, con apoyo de docentes y funcionarios, y la desesperación por la falta de respuestas llegó a la huelga de hambre.
El martes pasado, Wladimir Carrillo, estudiante de criminalística, inició la medida de presión en representación de sus compañeros. “Llegamos a la conclusión de que no había otras armas. Estamos unidos por la salida del rector y de la plana mayor, el cambio de los estatutos orgánicos, un claustro triestamental, entre otros. Lo que pasa en nuestra universidad es un reflejo de lo que pasa a nivel país. Estamos en contra del lucro y del autofinanciamiento de las universidades, que las dejan en la indefensión”, argumenta Carrillo.
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