18 de mayo de 2008

LOS EMOS: ¿UNA TRIBU URBANA?

El movimiento “emo”, que ha trascendido a las páginas de los diarios y las noticias en la radio y la televisión luego de los enfrentamientos que han tenido con otros grupos urbanos en Querétaro y esta ciudad, es también analizado por especialistas en ciencias sociales.

Investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) estudian si sólo es un fenómeno mercantilista o tiene las características para ser considerada una propuesta social.

Sin embargo, hay más coincidencia en señalarlo como una moda a la que se accede sólo si se tiene una posición económica estable que, empero, puede convertirse en un riesgo y llevar a sus integrantes al suicidio o a problemas como la anorexia, en tanto que en sus ideales exaltan la delgadez.

La UNAM difundió un estudio sobre estos adolescentes, la mayoría de entre 10 y 15 años de edad, que se identifican como “emo”. El trabajo fue realizado por Andrés Alcántara Camacho y Bertha Bloom, investigadores de la Facultad de Psicología, y Héctor Castillo Berthier, del Instituto de Investigaciones Sociales. Según Alcántara, el término “emo” proviene de los movimientos musicales hardcore y punk de los años ochenta, y de hecho sus integrantes copiaron la estética de los punkarras, pero la letra de sus canciones es sentimental, triste y hasta suicida y de ahí el nombre, pues es un apócope de “emotional”.

Agrega, sin embargo, que en México prácticamente sólo se conserva el nombre, pues lo que ha llegado no tiene relación con el movimiento original y los grupos musicales vinculados a éste son más bien pop y de balada romántica, aunque conservan los mensajes suicidas, lo que sí puede constituir un elemento de riesgo que puede llevar a ciertos jóvenes al autoaniquilamiento. Dedicado a la observación y la reflexión de grupos urbanos, Castillo Berthier comenta, a su vez, que los “emos” no cumplen con las características necesarias para considerarse como una “tribu” urbana, como sí son los llamados punks, darketos y skatos. Incluso, menciona a los rastecas, que se distinguen por el corte de cabello, ropa, música, hábitos, costumbres y hasta por su religión ratafari.

Pero, según el especialista, los “emos” simplemente son una moda y carecen de una propuesta social o política; sólo obedecen a intereses mercantiles. Anticipa, incluso que, llegado el momento en el que los jóvenes deban incorporarse al trabajo y cambien su rol, dejarán de pertenecer al grupo. Por su parte, Bertha Bloom comenta que siempre han existido agrupaciones de jóvenes, como las que en su momento se denominaron “palomillas”. Al entrar a la adolescencia, dice, los púberes buscan un sentido de pertenencia y de identidad pues están en una etapa en la que se preguntan constantemente quiénes son, pues no son más niños, pero tampoco adultos.

Sin embargo, añade, los “emos” van más allá de la simple agrupación al buscar elementos que los identifique como la androginia o los estilos de vestir. En este sentido, hace notar que incorporarse a estos grupos es “un lujo de la sociedad moderna” a la que no todos tienen acceso; la mayoría de los “emos” se ubica entre la clase media y alta y uno de sus medios de comunicación es Internet, al cual no acceden todos los jóvenes. Fue precisamente por Internet que los diversos grupos llamaron a agredir a los “emos”, quienes además de ropa pegada, gustan de usar fleco que les cubre los ojos.
(Proceso.com.mx)

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