Según la historiadora Geneviève Dreyfus-Armand, “el movimiento de contestación empezó en Estados Unidos por múltiples razones: la discriminación de los negros, la imposibilidad de tener actividad política en las universidades, la libertad de expresión y, sobre todo, la guerra de Vietnam. Desde 1965 hubo estudiantes que se negaron a ir a combatir.”
Tres años más tarde, el 4 de abril de 1968, era asesinado el líder negro Martin Luther King. Por otro lado, en Checoslovaquia, en enero de 1968, empezó la llamada Primavera de Praga, que proclamó el “socialismo con rostro humano”. “Había coincidencias generacionales con los jóvenes de Europa occidental, pero mientras ellos se oponían a la sociedad de consumo, los checoslovacos querían introducir más mercado en la economía socialista”, precisa el investigador en ciencias sociales Jacques Rupnik. La Primavera de Praga concluyó en agosto de 1968 cuando las tropas soviéticas invadieron Checoslovaquia. En marzo de ese mismo año, en Polonia, el régimen estalinista había reprimido muy duramente las manifestaciones de estudiantes e intelectuales que reclamaban mayores libertades. Y vino después una ola de antisemitismo que acarreó la salida de 15.000 judíos entre 1968 y 1972.
En Europa occidental la revuelta empezó en Alemania e Italia, dos países vencidos en la Segunda Guerra Mundial y donde “la juventud quería pedirle cuentas a sus padres”, explica Geneviève Dreyfus-Armand, antes de precisar que en esos países, en los años 70 “hubo importantes grupos de oposición violenta mientras que en Francia esta tendencia fue marginal.” Algo similar ocurrió en Japón, otro país derrotado en la Segunda Guerra Mundial. La contestación juvenil llegó también a Africa y entre el 17 y el 27, de mayo de 1968, en Dakar, capital de Senegal, se reprimieron con mucha violencia las protestas contra la reducción de las becas de estudios, la guerra de Vietnam y el apartheid en Sudáfrica.
En Latinoamérica, el 68 es el año en que se produce la matanza de Tlatelolco, tras la enorme movilización de los estudiantes mexicanos por mayores libertades democráticas. Y es también un año “marcado por el hecho de que Fidel Castro apoyó la intervención soviética en Praga. Era pues el fin de una época: había fracasado el foco guerrillero con la muerte del Che en 1967 y Cuba estaba dependiendo totalmente de la Unión Soviética”, señala para concluir la feminista Maya Surduts, quien vivió en Cuba en los años 60.
Entrevistados: Geneviève Dreyfus-Armand, historiadora francesa; Piotr Moshinsky, periodista polaco; Alexander Smolar, investigador de la Fundación Batory de Varsovia; Jacques Rupnik, investigador en ciencias sociales; Ibou Diallo, historiador senegalés, y Maya Surduts, feminista francesa que estuvo radicada en Cuba en los años sesenta.
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