19 de mayo de 2008

Jean-Paul Sartre (1905-1980) , símbolo de Mayo del 68.

El eterno poeta de la conciencia práctica, está ahí ante nosotros en decenas de inolvidables instantáneas con sus ojos miopes escondidos detrás de esas grandes gafas repartiendo octavillas, periódicos militantes, hablando a los huelguistas de Renault o encabezando los cortejos por el Barrio Latino.

Ni siquiera Bernard-Henri Levy en su particular ajuste de cuentas escrito años después será capaz de arremeter con dureza contra un símbolo que le sigue cautivando… Sartre, el intelectual del compromiso eterno, representa como nadie el concepto del 68. Su obsesión por el análisis de la concepción de la persona a partir de la libertad le acompañará toda su vida y le llevará, incluso, a adquirir compromisos de resistencia muy por encima de sus frágiles condiciones físicas.

Para él, los movimientos de respuesta de ese año, de esos años, muestran mejor que nada la representación de la verdadera voluntad popular al ridiculizar el poder establecido y demostrar, al mismo tiempo, que además de combatir a la “autoridad” se puede practicar el antiautoritarismo internamente. Sartre es también el “nuevo intelectual”, la persona que niega en sí mismo el término para intentar encontrar un nuevo estatus.

El filósofo francés eleva el 68 pero, necesaria reciprocidad, el 68 también le eleva a él, le aporta una nueva conciencia, le hermana con los movimientos y procesos de liberación abiertos en un mundo que cruje… Y junto a él, a veces delante a veces detrás, Simone. La misma Simone de Beauvoir que, en abril de 1980, nos traslada hasta su funeral en la majestuosa “La ceremonia del adios”.

Estamos ahí, acompañando el cuerpo por las calles de un París gris y pongamos que lluvioso junto a otras 50.000 personas (cincuenta mil, sí), camino del cementerio de Montparnasse, “la última manifestación del 68”, lo dice el director de cine Claude Lanzmann que camina a nuestro lado. Y cierra Simone: “Su muerte nos separa. Mi muerte no nos unirá. Así es: ya fue hermoso que nuestras vidas hayan podido estar de acuerdo durante tiempo”. Funde a blanco.
(EXTRAXTO DE
¡Ay, 68! Joseba Macías Gara/Rebelión)

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