18 de mayo de 2008

Hábitos culturales de los emo, la penúltima tribu urbana, Gustavo Streger

Se consideran descendientes de Edgar Alan Poe e hijos de Tim Burton. Son vegetarianos y los más radicalizados, veganos (no comen nada que venga del mundo animal). No toman alcohol ni se drogan para “poder sentir más”. Tienen entre 12 y 20 años y, en Buenos Aires, los sábados se reúnen en la plaza Rodríguez Peña. Se llaman “emo”: viven emociones al extremo.

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El sociólogo francés Michel Maffesoli, en El tiempo de las tribus, escribió: “Cuando el sentimiento y la emoción sustituyen a los ideales de la razón, y a la lógica de la identidad sucede la lógica del afecto, hemos entrado en la era de las tribus”, y marcó el camino utilizado hasta la actualidad para los estudios culturales urbanos. Ningún otro grupo llevó a tal extremo la lógica emocional de las tribus urbanas como los emo.

El emo es un movimiento que tiene su origen en la música. Para trazar su historia cultural hay que remontarse al punk hardcore, un subgénero del rock punk de ritmo acelerado y sonidos pesados que abandonó las típicas ideas de protesta y revuelta social del punk reemplazándolas con canciones que exteriorizaban a gritos toda clase de emociones intensas. El estilo nació en los ochenta y se llamó “hardcore emocional”. Pero el hardcore emocional se popularizó y comenzó a mixturarse con el rock pop, que endulzó aquella dureza y le puso letras relacionadas con sentimientos íntimos. Eran los noventa, y a los seguidores de bandas como My Chemical Romance, 30 Seconds To Mars, Fall Out Boy, se los llamó emo.

Hay miles de emo en la Argentina, una filosofía de vida y explicaciones para sus acciones, aunque muchos de sus miembros lo ignoran. Todos los sábados a partir de las 15 en la plaza de Rodríguez Peña, entre Paraguay y Marcelo T. de Alvear, se reúnen cientos de ellos para escuchar bandas y ver a sus amigos en un lugar donde nadie los señala por su aspecto.

“La gente no sabe qué somos, dicen que somos suicidas o que lloramos por todo, pero en realidad nos tienen estigmatizados por cómo nos vestimos y peinamos”, dijo Fernanda (16), habitué de la plaza sabatina. En sus diez años de historia, los jóvenes emocionales crearon lineamientos de indumentaria y símbolos bastante estrictos, que deben respetar todos aquellos que quieran formar parte del grupo. Utilizan maquillaje que tiene la finalidad teatral de resaltar las emociones, largo pelo oscuro y pantalones muy ajustados. A esto se suman hebillas, cinturones de tachas, mochilas cargadas de pins y muñecos de personajes góticos. Toda una inversión de dinero puesta al servicio de pertenecer.

Consumo, consumo, consumo. “En esta tribu hay una preocupación tan grande por la escenificación, principalmente por la vestimenta, que prácticamente se devora cualquier otro rasgo. Estos chicos dicen estar contra del sistema pero son grandes consumidores”, dijo el semiólogo Roberto Marafioti, titular de Semiología de la Universidad de Lomas de Zamora y del CBC de la UBA, y estudioso de los grupos urbanos adolescentes. La galería Bond Street es una clara muestra del consumo al servicio de las tribus o de lo inverso. Las remeras de bandas pueden costar hasta 100 pesos, cada adorno para la mochila (los emo usan hasta 20) cuestan 8 pesos y los DVD musicales rondan los 60 pesos. Para los extremistas, que no consumen ningún alimento de origen animal, inauguraron un restaurante vegano en la galería que cobra 31 pesos un “jugo energético” y un “pizza individual natural”.

“Es innegable que hay una serie de industrias culturales encargadas de hacer moda, que están detrás de estas tribus para incentivar el consumo. Sin que ellos lo perciban, hay una industria cultural con la lógica propia del capitalismo”, agregó Marafioti. Carla (14) es taxativa: “Todo emo tiene que haber visto las películas de Tim Burton”. Se refiere en especial a El joven manos de tijera, El extraño mundo de Jack y El cadáver de la novia.

Para leer, eligen a Edgar Alan Poe porque es “muy oscuro”, existe una fascinación por el manga japonés y escriben principalmente poesías con rimas muy básicas en sus fotologs en las que el tema recurrente es el abandono, la tristeza, la soledad y donde no rigen las reglas ortográficas ni gramaticales. Tampoco la excelencia literaria. Para ir a bailar sólo cuentan con el boliche Alternativa, donde escuchan screamo, un estilo que se desprende del punk hardcore e incorpora muchísimo más griterío. Mark (18) es cantante y guitarrista de la banda Love and Tragedy, una de las pocas nacionales, y señala que el baile típico emo es un pogo en el que “se tiran piñas al aire pero nadie se pega”.

Sin embargo, ante el boom de los emo, numerosos bares en diversos puntos de Capital Federal y el conurbano bonaerense permiten que bandas basadas en la influencia del hardcore emocional toquen y reúnan a sus numerosos adeptos. “Actuamos en barcitos de Parque Centenario e incluso hicimos un show frente a una cárcel, pero sabemos que de alguna manera tenemos que empezar”, dijo Gi (16), cantante y guitarrista de Screams of Rage.

Ideología emo. ¿Ideología emo? Algunos de los chicos de la plaza Rodríguez Peña explicaron que “el flequillo en el ojo simboliza una protección para el emo, que quiere ocultar parte de su personalidad”; otros esbozaron una extraña forma de negación y dijeron que “se tapan la cara con el pelo para no ver una realidad que les desagrada y para no dejarse ver por ella”. Muchos no toman alcohol ni se drogan. En parte porque son muy chicos, pero también existe la idea de que entorpecen la capacidad de razonar y de sentir toda la gama de emociones personales, incluso el dolor.

El analista político y consultor Carlos Germano explicó que “estos jóvenes hacen una crítica muy superficial de la realidad y no tienen la capacidad de hacer política –dijo–.

En las tribus es más fuerte la lógica de la imagen que la reflexión y se quedan con la impugnación del modelo, pero no tienen la capacidad de generar, imaginar o crear proyectos alternativos”.

–¿Por qué se visten así?

–Porque queda bien.

–Porque me gusta.

–Lo que más me favorece es el maquillaje y las hebillas.

En otros países latinoamericanos como Chile y México la filosofía emo está más desarrollada, pero en la Argentina existe un conocimiento mayor de la estética que del contenido real de los “principios” de esta tribu. En México ha habido hasta batallas campales con otros grupos juveniles. En Buenos Aires hubo algunos escarceos en las inmediaciones del Shopping Abasto. Desde el análisis semiológico, Marafioti dijo ver en este grupo “una incapacidad muy grande para dialectizar y argumentar respecto a aquello de lo cual se habla”. Según el autor de Culturas nómades y Los significantes del consumo, entre numerosos libros de cultura y comunicación, estos chicos poseen una carencia argumentativa que les impide decir lo que son más allá de las cuestiones gestuales.

En este contexto, cabe la comparación entre las nuevas tribus y sus antecesoras como el punk o el hippismo de la década del 50, cuando comenzaron los estudios sobre culturas urbanas: éstas poseían enunciados teóricos y tendencias más sólidas. “Lo que hacen los emo es una impugnación a cierto discurso oficial, pero, en la medida en que no hay un contradiscurso, se trata de una oposición muy epidérmica y superficial”, remató Marafioti. En el seno del movimiento se discute si ser emo hoy es o no es moda. Numerosos fotologs –de escritura críptica y onomatopéyica– comenzaron la cruzada para desterrar la idea de que son sólo una tendencia instalada en el imaginario colectivo.

Para sumarse al debate, Jenny (13) criticó a quienes “hoy usan un flequillo o se visten de negro por moda y quizá no saben los temas del primer CD de Panic!, At the disco”. “Lo que hace que una banda te deje de gustar es que se haga muy careta, que todos se compren la mochila y la remera sin saber nada, sólo porque vio tal canción de tal video”, agregó Fernanda (16), fanática de la banda norteamericana de screamo Alesana. Un chico tímido opinó: “Ser emo es moda y cada vez se ven todos más iguales”. La nueva tribu que camina la ciudad no parece tener mucho nuevo para decir, excepto que todo lo que les ocurre es novedad para ellos. Por ahora, el flequillo que tapa el ojo parece ser el gran aporte de los chicos emotivos.

3 comentarios:

  1. Contra el especismo, veganismo.
    http://es.wikipedia.org/wiki/Veganismo

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  2. hola soy alberto lopez estudiate de sociologia en a univercidad de guadalajara, me interesa mucho estos temas de las culturas jubeniles los llamo asi por que no me parece correcto llamarlos tribus ubanas ya que no se encuentran en un stado primitivo, me interesa saber si usted puede facilitarme mas informacion y bibliografias respecto a estas culturas juveniles, de ante mano muchas gracias mi correo es rr64btlopez@hotmail.com

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  3. ami en particular me gusran muchos los emos digan loque digan la gente

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