Por Tenzin Gyatso* / La Nación.cl
El exiliado líder espiritual reitera su respaldo a los métodos de protesta no violentos y destaca el apoyo mundial que concita su causa. Al mismo tiempo, emplaza a las autoridades chinas al diálogo y a poner fin a la represión, y reitera su posición de resolver la cuestión tibetana en el marco de China. Las que siguen son las expresiones del Dalai Lama sobre los medios y objetivos del pueblo tibetano.
Desde el 10 de marzo, asistimos a manifestaciones y protestas casi en todas las regiones del Tíbet, e incluso, a movimientos estudiantiles en algunas ciudades chinas. Esas explosiones de cólera son resultado de la angustia mental y física de los tibetanos -reprimida desde hace mucho tiempo-, y del profundo resentimiento que experimentan ante la negación de los derechos del pueblo tibetano, la ausencia de libertad religiosa y la distorsión sistemática de la verdad por parte de Beijing.
Estoy triste y preocupado por el hecho de que se usen armas para reprimir las manifestaciones pacíficas del pueblo tibetano, ocasionando numerosos muertos, heridos y presos. Me siento impotente ante esos trágicos incidentes. Mis oraciones van por todos los tibetanos, pero también por todos los chinos que han perdido la vida en la crisis actual.
ASPIRACIONES
Las protestas recientes en el Tíbet contradicen la propaganda de China, según la cual, fuera de un puñado de "reaccionarios", la mayoría de los tibetanos gozan de una existencia satisfactoria.
Esas protestas demuestran que los tibetanos de tres provincias del Tíbet (U-tsang, Kham y Amdo) mantienen las mismas aspiraciones y esperanzas. Esas manifestaciones, igualmente, le han hecho saber al mundo que ya no puede ignorarse el problema del Tíbet.
Conviene subrayar la valentía y la determinación de los tibetanos que, con riesgo de su propia vida, han expresado su angustia y su esperanza.
Hoy en día, presidentes, dirigentes y ciudadanos del mundo entero, envían a las autoridades chinas fuertes mensajes a fin de que acaben con la brutal represión que ejercen en contra los tibetanos y se allanen a encontrar una solución mutuamente satisfactoria.
Nosotros debemos crear las condiciones necesarias que permitan que esos esfuerzos desemboquen en resultados positivos. Ya sé que se nos provoca por todos medios, pero es importante que nos ciñamos a nuestra práctica de la no violencia.
Las autoridades chinas han lanzado declaraciones mentirosas hacia mi persona, acusándome de haber provocado y orquestado los recientes acontecimientos. Esos alegatos son infundados. En varias ocasiones he exhortado a crear un organismo internacional independiente que investigue a fondo los hechos.
En lo que respecta al porvenir del Tíbet, yo estoy determinado a buscar una solución en el marco de China. Desde 1974, he estado apegado sinceramente al enfoque del "camino medio", el único capaz de ser benéfico para todos.
El "camino medio" consiste en que los tibetanos estén gobernados por una administración que goce de una auténtica autonomía regional y nacional, con todas las garantías correspondientes, es decir, la autoadministración y la capacidad plena de decisión, salvo en lo que se refiere a las relaciones con el exterior y a la defensa nacional. No obstante, yo siempre he afirmado que son los tibetanos que viven en el Tíbet los que, en último recurso, tendrán el derecho de decidir el porvenir del Tíbet.
La sede de los Juegos Olímpicos de este año es objeto de gran orgullo para China. Desde un principio, yo aprobé la organización de esos juegos en Beijing y mi posición al respecto no ha variado.
Es legítimo que los tibetanos luchen por sus derechos y sus libertades pero, por otro lado, sería inútil hacer algo que suscitara el odio en el espíritu de los chinos. Por el contrario, nosotros debemos reforzar la confianza y el respeto en nuestros corazones, a fin de crear una sociedad armónica, pues no lo lograremos por la fuerza y la intimidación.
El combate que nosotros libramos está dirigido contra algunos individuos en el seno del Gobierno chino y no contra su pueblo. Así, nosotros debemos esforzarnos por no suscitar jamás malentendidos ni hacer nada que pudiera lastimar al pueblo chino.
De prolongarse la situación actual del Tíbet, mucho me temo que Beijing decida emplear una fuerza aún más brutal y acentuar la represión en contra de los tibetanos.
EXHORTACIONES
En virtud de mis obligaciones morales y de mi responsabilidad hacia el pueblo tibetano, en numerosas ocasiones, he pedido a China que ponga fin a la represión en el Tíbet y que retire sus fuerzas armadas y su policía. Si mis gestiones dieran resultados, yo aconsejaría a los tibetanos que suspendieran todas las manifestaciones.
Yo quisiera exhortar a los tibetanos que viven fuera del Tíbet, a estar muy atentos a la manera en que expresan lo que resienten por los acontecimientos en curso.
No debemos emprender ninguna acción que pudiera ser interpretada como violenta. Aun ante las provocaciones más evidentes, no debemos dejar que se comprometan los valores preciosos a los que estamos apegados. Estoy convencido de que nosotros ganaremos, si seguimos por el camino de la no violencia. Debemos tener la inteligencia de entender lo que vale para nosotros la amistad y el apoyo sin precedentes del que actualmente gozamos.
*Tenzin Gyatso es el XIV Dalai Lama y jefe del gobierno tibetano en el exilio en India.
Le Monde The New York Times Syndicate
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