21 de julio de 2008

"PIÑERA TIENE TOTALMENTE PERDIDA LA ELECCION". Entrevista a Manuel A. Garretón


El sociólogo asegura que, en el actual escenario político, la derecha nunca llegará al poder. Además, afirma que la única forma de impulsar las reformas pendientes es a través de alianzas entre la Concertación y la izquierda extraparlamentaria.

La Nacion Domingo.cl

En los inicios de la transición, Manuel Antonio Garretón formaba parte de esa "intelligentzia" de la izquierda que había encabezado la renovación socialista y que, se suponía, tendría un papel relevante en la transición democrática. Pero mientras figuras como Ricardo Lagos, José Joaquín Brunner y José Miguel Insulza lograban posiciones clave, Garretón fue quedando en segundo plano. Hoy reconoce que le dolió ser excluido, aunque también hace una descarnada autocrítica. "El que me hayan dejado al margen se debe en parte a un estilo personal que a veces no cuidé lo suficiente. Mi manera de comportarme y de expresarme tal vez sea considerada como muy abrupta y radical. Es probable que, muy injustamente, muchos hayan pensado que incluso trabajando en el Gobierno yo hubiese mantenido mi mirada crítica, empantanando las decisiones y transformando todo en una permanente discusión", reconoce este sociólogo Premio Nacional de Ciencias Sociales 2007. Sin embargo, estar alejado del poder le ha permitido desarrollar una lucidez y mirada crítica que desafía esos consensos incuestionados y casi sagrados de la política actual.

-¿Cómo se explica el estallido de las demandas de los escolares y trabajadores? ¿Ha influido en esto el liderazgo más dialogante y cercano de Michelle Bachelet?

-En este Gobierno ha habido una debilidad en la definición de los proyectos y metas. El no tener un horizonte claramente definido se puede suplir desarrollando un liderazgo fuerte o contando con un equipo económico y político de gran peso. Ninguna de estas cosas suceden hoy: no ha habido ni una dupla Boeninger-Correa ni un Insulza. Tampoco hay un proyecto al estilo de "terminemos la transición" de Aylwin, ni un liderazgo fuerte como el de Lagos. Es por eso que Bachelet, que es una líder más dialogante y que apela a las sensibilidades, necesita o un equipo potente y con capacidad de negociación o de un gran proyecto de Gobierno. Nadie puede negar que esta administración tiene gran capacidad de respuesta frente a los conflictos y que dialoga para encontrar soluciones, pero al no haber un horizonte claro, eso luego se entrampa en los consejos asesores. En éstos se integra a personas con posiciones muy diferentes, como pasó con la Comisión de Equidad, que lo primero que dijo es que no habrá reforma tributaria.

-¿Usted cree que estas falencias del Gobierno le están pavimentando el camino a Sebastián Piñera?

-No. Piñera tiene totalmente perdida la elección y eso lo sabe todo el mundo. El resto es mentira. Explíqueme, ¿por qué no ganó antes Piñera o Lavín?

-Hoy las encuestas, reiteradamente, dan por ganador a Piñera.

-Las encuestas no dicen nada un año antes de una elección. Ni siquiera un poco o más o menos; absolutamente nada. Decir lo contrario es ignorancia pura. ¿Cómo se puede preguntar por la intención de voto cuando todavía no hay candidatos? La misma gente que hace las encuestas dice que hemos pasado de un electorado que antes se afiliaba ideológicamente a uno fluctuante. Entonces, si es tan cambiante, las adhesiones pueden variar de aquí a la próxima semana.

-Pero eso puede favorecer o perjudicar a cualquier sector.

-Las preferencias políticas no se transformarán mientras se mantenga un cuadro político donde por un lado está una Concertación, que representa la tradición de centro-izquierda y que reconstruyó la democracia posdictadura, y por otro un bloque que representa el modelo económico y social de la dictadura, cuyo partido principal, la UDI, es el heredero directo de Pinochet.

-Pero el líder más importante de la Alianza no representa eso.

-Si bien Piñera no encarna al pinochetismo, sino que a una derecha democrática, en su sector claramente domina la UDI. Lo que Piñera representa es a la plutocracia, a la derecha de los ricos. Debido a que Chile todavía es un país sociológicamente de centro-izquierda, y que rechaza los privilegios, es muy difícil que sea mayoría una derecha que une lo autoritario con el gran negocio.

-¿La Alianza, entonces, nunca podrá ganar la presidencial?

-Mientras se mantenga el escenario de estos dos grandes bloques, la derecha nunca llegará al Gobierno. Lo que puede suceder es que sea la Concertación la que pierda el Gobierno, debido a que deje de existir como tal y compita en forma separada, o que se escindan sectores que le hagan un gran daño electoral.

-¿ChilePrimero y los colorines tendrán ese efecto?

-No creo. El grupo del senador Flores está demasiado vinculado a una política mafiosa, alejada de cualquier tipo de lealtad política y marcada por el oportunismo. En el caso de los seguidores de Adolfo Zaldívar, la pregunta es: ¿qué se le ofrece a aquellos que han votado por la DC? ¿Una alternativa de derecha? Para eso mejor es votar directamente por la derecha. Esta situación puede cambiar, pero mi impresión es que estos grupos han dado más bien un golpe mediático, obviamente muy animado por "El Mercurio", que siempre ha tenido una gran inteligencia política. Este diario sabe que la derecha no puede ganar, pero que la Concertación sí puede perder, por eso es que hace todo lo posible para que el oficialismo salte en pedazos.

-¿La Concertación está cerca de "saltar en pedazos"?

-Sin duda que hoy se está en una situación de mayor debilidad. El gran problema de la Concertación es que no se puede gobernar durante 18 años sin tener una estructura que vaya más allá de la suma de cuatro partidos, que no se cuente con centros de investigación ni sedes propias y que no se realicen actividades suprapartidarias. Esto, unido al sistema binominal, ha provocado que la Concertación quede entregada a la lucha al interior de los partidos.

-¿Esto se podría revertir?

-Sí. Para eso hay que generar instancias de debate y participación política que replanteen una meta, tal como se hizo a finales de los ochenta. Para eso hay que pasar del Chile post Pinochet al país del bicentenario. Esto significa tener una nueva Constitución y realizar una reforma profunda al sistema económico en pos de una mayor redistribución de la riqueza.

-¿Los actuales liderazgos presidenciales de la Concertación podrían encarnar ese proyecto?

-Tienen la capacidad, aunque no lo han manifestado explícitamente. Lo importante es que se pongan las pilas, de lo contrario se arriesgan a que la gente pierda aún más el interés por participar. En ese escenario la derecha puede ganar, porque la Concertación pierde.

Pacto con la izquierda

-¿Usted está desencantado de la Concertación?

-Cualquier Gobierno concertacionista es mejor que uno de derecha. La peor oferta siempre va a venir de ese sector, ese es un dato duro e indiscutible. Y muchos en ese mundo lo saben. Hay que recordar que el Gobierno de derecha por excelencia ha sido el de Pinochet, que es el peor de la historia de Chile. Sin embargo, creo que en muchas cosas el oficialismo ha sido facilista y ha reemplazado la política por las consideraciones tecnocráticas y negociaciones de corto alcance. La reforma a la educación, por ejemplo, fue una gran oportunidad para dar un gran salto y sólo se dio uno mediocre. Mi desilusión es que, de las promesas que encarnó la Concertación, algunas se han cumplido y otras han quedado a medio camino.

-¿La Concertación sobrevive si pierde el Gobierno?

-Si se cambia a uno de los componentes del cuadro político actual, es decir si la Concertación ya no está en el poder, entonces todo puede pasar. No sabemos cómo actuarían los partidos de la Concertación fuera del Gobierno. Puede ser que quieran refundarse, abrirse a otros sectores o que algunos grupos se escindan y formen nuevas alianzas.

-¿Qué debería hacer el oficialismo en esa eventualidad?

-Debería haber un gran pacto con la izquierda extraparlamentaria para que, definitivamente, seamos un país realmente democrático. Pensando en la próxima elección, lo ideal sería que el candidato de la Concertación tenga el apoyo de esos sectores, pero con un programa que integre sus demandas y haciendo concesiones parlamentarias.

-¿Ve a la Democracia Cristiana abierta a eso?

-Debido a que está pasando por un momento difícil, la DC ha tendido a mirarse demasiado el ombligo y a tratar de salvar su identidad a toda costa. Pero eso no puede durar por mucho tiempo y tendrá que darse cuenta de que la Concertación sola no ha podido dar el salto al Chile democrático. La DC realizó un congreso ideológico, donde aprobó una serie de reformas, pero en estos años se ha comprobado que la única forma de impulsarlas es con una coalición más amplia. Si ese partido no se da cuenta de eso, sufrirá una crisis terminal.

El factor Don Francisco

-En varios países latinoamericanos la izquierda más radical ha logrado un amplio apoyo electoral. ¿Por qué ese fenómeno no se ha producido en Chile?

-En ninguno de esos lugares ha habido Concertación. El giro a la izquierda en esos países que en realidad es un giro hacia la centro-izquierda en Chile se dio en los noventa. Aquí, una parte de la izquierda lleva casi dos décadas en el Gobierno.

-¿El descontento ciudadano se podría traducir en trasvasije de votos de la Concertación a la izquierda extraparlamentaria y a Piñera?

-No creo que muchos de estos desencantados voten por Piñera. Para que alguien del oficialismo apoye a la derecha ésta tiene que demostrar que lo podría hacer mejor que la Concertación, lo que es imposible. La única posibilidad de que la Alianza gane es siendo lo más parecida a la Concertación, y si se parece tanto, entonces la gente opta por el oficialismo. Por eso es que la derecha está bloqueada. Lo que sí puede pasar, y así ha sucedido, es que la Concertación baje su votación porque la gente simplemente no participa o porque opta por la izquierda más radical. En consecuencia, si el oficialismo tiene menos votos, la derecha podría ganar.

-¿En nuestro país podrían surgir liderazgos como los de Hugo Chávez y Evo Morales?

-Históricamente, en Chile los liderazgos personalizados han pasado por el tamiz de los partidos. En ese sentido, nosotros no tenemos esa tradición de líderes fuertes fuera del sistema político, aunque siempre puede haber ciertos estallidos en esa línea. Por otra parte, la Concertación ha mostrado una gran capacidad para renovar sus líderes; sólo hay que ver cuán diferentes son Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet. La clave está en que, pese a lo que digan las encuestas, los partidos siguen siendo importantes para los chilenos. El indicador de que éstos ya no representan nada sería el que Don Francisco se postule a Presidente. En otros países, artistas, deportistas y hasta reinas de belleza tienen una fuerza electoral que un personaje como Don Francisco aquí no tiene. Eso es muy bueno y hay que preservarlo a toda costa. Sería una irresponsabilidad desperdiciar eso, tal como farrearse el que la gente todavía considere que votar es un deber.

-Pero hay consenso en la conveniencia de que el voto sea voluntario.

-Esa es una de las grandes locuras que se están haciendo hoy. Cuando hay voto voluntario participa mucha menos gente, y no sólo eso, sino que los que más votan son quienes tienen una mejor situación económica y cultural. Si se quiere tener un país con menos participación política y más desigualdad, hagan el voto voluntario.

-¿Por qué cree que el voto voluntario genera un apoyo tan transversal?

-Existe un gran temor e ignorancia en la clase política. Esto es una muestra de que se está cediendo a la demagogia de los medios de comunicación y que se quiere adular a una juventud que tampoco pide esto. Yo estoy por una inscripción automática y voto obligatorio. Participar en una elección no puede depender del estado de ánimo. Hay obligaciones ciudadanas, como mandar los niños al colegio o pagar los impuestos. ¿O usted cree que uno puede decidir pagar los impuestos dependiendo si se está de acuerdo en cómo se gastarán? LND

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