29 de febrero de 2008

EL MAPU Y LA CONCERTACION, entrevista a O.G. Garretón

ÓSCAR GUILLERMO GARRETÓN Y EL PODER EN LA CONCERTACIÓN


“Se ha hecho una caricatura del MAPU”

Ni fosa común para los dirigentes más experimentados, ni tanto recambio, ni fin de las redes transversales en el oficialismo. Ese es el diagnóstico de este ex militante de la ultraizquierda, hoy convertido en hombre de negocios top, que augura que la Bachelet la tendrá más fácil con los empresarios que todos sus antecesores.


Mirko Macari

Después del golpe militar, su foto apareció en la primera página de “El Mercurio”, junto a las de Miguel Enríquez y Carlos Altamirano, para graficar la lista de los hombres más buscados por la dictadura. Tal como debe haber sido en el viejo oeste, según las películas del género. Subsecretario de Economía de Allende a los 27 años, Garretón lideraba entonces la facción más radical del MAPU, que coqueteaba en sus tesis con el MIR. Hoy, sentado en su oficina de presidente de Iansa, conversa distendido sobre cuánto hay de cierto sobre el poder de ese mítico y taquillero grupo político, y del aura de influyentes que recae sobre todos los que militaron en sus filas.

-¿Se acabó el poder de los chicos MAPU, como sentenció Tironi?

-A Tironi hay que admirarlo en la capacidad de ponerse una idea en la cabeza, y tener a todo Chile discutiendo durante dos semanas de eso. Ese es un gran poder, efectivamente. En cuanto al poder de los MAPU, su tesis a mí por lo menos no me interpreta: esto de ver la clave de la transición y de la Concertación en un grupo de personajes (para algunos, quizás iluminados; para otros, puede que sórdidos), no tiene nada que ver con mi visión.

-¿En qué consiste su visión?

-La transición fue un proceso social muy ancho, en el cual como actores más relevantes, de cúpula, participó una gran cantidad de gente de distintos lados, como Patricio Aylwin o como Boeninger, que son ineludibles. No veo a esta especie de iluminados que manejó todo el poder desde los cargos, o desde la oscuridad.

-Es que hay un relato muy verosímil: un grupo de gente clave que su común denominador es su pertenencia al MAPU.

-Salvo que haya aumentado su militancia, el MAPU, después de su desaparición, creo que no. A ver: Ricardo Lagos, que es un personaje destacado de la transición, nunca ha sido MAPU; Carlos Ominami, que ha sido ministro y una figura importante del debate nacional, nunca ha sido MAPU. Es un reduccionismo. Efectivamente ha habido mucha gente MAPU que ha estado en posiciones importantes, y quizás en algún momento se ha visto a los MAPU como la clave de alguna explicación de un montón de cosas...

-Casi como una secta.

-Es que yo, que lo conozco un poquito por dentro, la verdad es que una de las características del MAPU ha sido una gran capacidad de dividirse más que de operar como red, casi como logia oculta de poderes transversales, porque en su origen es un partido muy ideológico.

-¿Dice que el poder del MAPU es un mito?

-Hay una lista de mitos sobre el MAPU. Uno es que son los MAPU los que manejan esta transversalidad. Segundo, en el caso del mundo de derecha, lo dicen -y yo siempre me río porque es una especie de consuelo-: que los MAPU tenían este rol porque como son todos de clase alta, de alguna manera estarían, entre comillas, mejor preparados. Es un mito en doble sentido: uno, que la izquierda siempre ha sido muy fuerte en Chile y, siendo una fuerza popular, siempre ha tenido pijes en sus filas, y pijes importantes, como Salvador Allende, Eugenio Matte, Carlos Altamirano Orrego, Vicente Huidobro, primer candidato presidencial del PC. En el MAPU hay una enorme cantidad de gente que no tiene nada que ver con eso. Enrique Correa es un hombre que viene de Ovalle, que estuvo en pensiones universitarias. Se ha hecho una caricatura de eso, que no expresa bien ni lo que es el MAPU ni lo que fue la transición.

-El tema es hasta qué punto esto definió las redes de poder durante los gobiernos de la Concertación. ¿Usted nunca actuó de puente ni operó como nexo con el poder político o movió sus contactos en algún sentido?

-Creo que es súper importante para gobernar tener redes transversales que operen. Si hay algo que aprendí es que uno no puede imponer a un país una revolución con un 30% de los votos. Tener una capacidad de diálogo amplia es una virtud de cualquier gobernante, de países, de empresas o de clubes deportivos. Ese ha sido un rasgo de la Concertación y va a seguir siéndolo.

-¿Pero qué rol ha jugado usted?

-Hay una cosa que cuesta entenderla, sobre todo a los empresarios: yo he creído súper firmemente que no es bueno ni para política ni para la empresa que se confundan los roles políticos con los empresariales. En ese sentido, mucha gente cree que yo converso de azúcar con Ricardo Lagos, o con el ministro de Economía o el de Hacienda, y jamás lo he hecho. Quizás uno de los problemas por los cuales a algunos empresarios no les va tan bien como quisieran con el sector público es que creen en el lobby.

-Tironi dice que, para ser Presidente, Lagos necesitó tejer redes y conexiones durante 20 años, y que la candidata de la Concertación no ha trabajado de ese modo.

-No creo que ella conozca al mundo empresarial, porque se ha movido en el ámbito de la salud o de la defensa. Pero te diría que ella tiene una cosa con el mundo empresarial de derecha que no tuvieron ni Aylwin, ni Frei, ni Lagos, y es que los empresarios digan que están súper tranquilos. Al final, uno de los rasgos de la derecha económica ha sido que recela de todo Presidente de la Concertación que viene y ama a todo el Presidente de la Concertación que se va. Cuando llegó Aylwin, hablaba del peligro de 400 mil desempleados, que esto era una incertidumbre atroz, que las inversiones se iban. Cuando terminó Aylwin, decía qué horror, viene este señor Frei, debería seguir Aylwin, que tiene un equipo tan bueno. Cuando Frei estaba terminando, me recuerdo que estaba en la cena de la Sofofa cuando su presidente, Felipe Lamarca, planteó la posibilidad de prolongar el mandato a Frei, porque venía este peligro que era el señor Lagos.

-Y hoy la derecha estaría por la reelección de Lagos.

-Está por la reelección de Lagos, y sospecho que con Michelle va a pasar lo mismo. La Concertación tiene la capacidad de hacer un Gobierno que se va a mantener, y las redes las van a mantener, y ella tiene más facilidades con los empresarios que las que tuvieron en su origen Lagos, Frei y Aylwin.

-¿Por qué?

-Porque, al final, hoy nadie teme que un Gobierno de la Concertación sea un Gobierno antiempresarial. Puede que sea un Gobierno que reclame por las desigualdades con más énfasis, o que va a hacer una reforma previsional, pero la verdad es que no estoy hablando de dirigentes empresariales más o menos de nuevo cuño, como Juan Claro. El otro día vi una entrevista a don Ernesto Ayala donde decía que él no tenía ninguna intranquilidad, y eso es una facilidad que no tuvieron los otros presidentes de la Concertación.

EL CAMBIO TRANQUILO

-Tironi hablaba también de una generación con una obsesión excesiva por el orden.

-Mi diferencia básica con Tironi es que yo creo que esa impronta ha sido una impronta de la Concertación y no de los MAPU. Atribuírselo a los MAPU es muy presuntuoso.

-¿Han sido todos muy conservadores, entonces?

-No lo llamaría conservador. La Concertación es un sinónimo de una expresión francesa, que fue la del “cambio tranquilo”. Ha habido cambios profundos en la sociedad chilena en estos 15 años, muy profundos, pero han sido cambios tranquilos, ordenados, y eso ha sido muy bueno para Chile. Tengo la impresión de que así va a seguir siendo, y no creo que esto dependa de los MAPU.

-Lo que no debería seguir ocurriendo, tal como dijo Bachelet, es que los mismos se repitan el plato. ¿No cree que está un poco agotado el elenco?

-Si me pregunta a mí lo que va a ocurrir, independientemente de que haya muchas caras nuevas, tengo la absoluta certeza de que los cuadros experimentados de la Concertación no serán ni menospreciados ni despreciados ni exiliados por Michelle Bachelet y, por lo tanto, no tengo la menor duda de que mucha gente experimentada va a tener también espacio. No es casualidad que el equipo de programa de Michelle esté encabezándolo Alejandro Foxley, o que juegue un rol importante Ricardo Solari. No veo de verdad ninguna señal que me diga que le han abierto las fosas a todos los de cierta edad en la Concertación para desaparecer. Eso es una visión equivocada, la cual da pie a esta lectura de Eugenio, y a la cual agrega que aquí la gobernabilidad está en duda. Eso me parece insólito.

-A pesar de esos cambios tan tranquilos, no son pocas las demandas insatisfechas que se plantean incluso en la agenda política.

-Hay una cosa que ha cambiado, que es una buena noticia para los jóvenes: antes creíamos que la lucha era conquistar el paraíso terrenal que se llamaba sociedad socialista. Hoy día, la tesis del paraíso terrenal está un poquito desprestigiada. La buena noticia es que a cada generación le tocan problemas nuevos, injusticias nuevas. Si no hubiera ninguno, quiere decir que exactamente el mismo día que se lograra el paraíso terrenal, tendríamos que morir de aburrimiento todos. A lo mejor en tiempos de la UP discutir sobre el ancho de las carreteras no tenía importancia, pero hoy día que la gente tiene auto sí tiene importancia.

-También la tiene el tema de la desigualdad, que hoy día es mayor que la que había en el tiempo de la UP.

-Bueno, el problema es que, entre los cambios que tienes que hacer, tienes que asegurarte de que no sean cambios donde los muros se caigan, porque cuando los muros caen normalmente se va para atrás. Y la verdad es que si yo miro históricamente los cambios que se vivieron, la gente los pagó muy caro y con muchas desigualdades después, y el proceso comenzó a cambiar con la Concertación. Basta mirar las películas de Patricio Guzmán para ver lo que eran las poblaciones en ese momento, y darse una vuelta por La Legua, que yo lo he hecho, para darse cuenta de que la pobreza de entonces y la de ahora no tienen nada que ver.

-¿Usted no ha sentido el odio de la izquierda por la “transaca” permanente de estos años?

-Si el objetivo es transar, la transición sería un fracaso. Creo que el objetivo ha sido avanzar, y hemos avanzado de una manera como no se conoce antes en la historia de Chile. Yo quiero mucho a Allende, fui parte de su Gobierno, no me arrepiento, tengo su foto ahí con él, aquí en mi oficina de empresario, pero quiero decir que de las lecciones de esa derrota aprendimos cosas que nos han hecho mucho más exitosos que entonces, y no digo exitosos en el sentido personal, sino para la mayoría del país.

-¿No se ha sentido criticado por este rol de empresario?

-No tengo ninguna queja del trato que me han dado como militante del PS, y yo he sido desvergonzadamente empresarial, o sea he tenido puestos súper relevantes, públicos, y nunca he sentido que en el partido me pelen más de lo que pelan a cualquier otro militante, porque el pelambre es un deporte nacional.

LA TOMA DEL PODER

-Después del 11 de septiembre, su foto apareció en “El Mercurio” como uno de los hombres más buscados, junto con Carlos Altamirano y Miguel Enríquez. ¿Cuánto queda de ese Óscar Guillermo Garretón?

-Mucho más de lo que cree y a lo mejor menos también. Si yo me encuentro con alguien que diga que después de lo que ha pasado en Chile y el mundo, golpe de Estado, tortura, exilio, caída del muro de Berlín, caída de los sueños en torno a la revolución cubana y todo eso, que me diga “yo soy consecuente, pienso exactamente igual que hace 30 ó 50 años”; la verdad que para mí, más que consecuente, es un reloj parado, porque aquel que no cambia con su pueblo y con su historia, más bien es un creyente abstracto que una persona consecuente.

-¿Cómo se debe entender su cambio de la política a los negocios? ¿Adora hoy lo que quemaba en el pasado?

-No. Diría azares de la vida, no lo elegí. Ocurre que a mí me persiguieron por sedición en la Marina, y estuve preso por eso, y cuando salí en noviembre del 88 en libertad condicional, lo hice con prohibición de ser funcionario público y de postular a cargos de elección popular. Por lo tanto, no es que yo elegí la empresa privada, sino que el almirante Merino la eligió por mí.

-La izquierda ha hecho un mea culpa ideológico a través de la renovación. ¿No cree que debería hacer uno moral por la cantidad de gente que terminó muerta gracias a seguir el discurso incendiario ese de la toma del poder?

-No hablaría de discurso incendiario, en primer lugar. Diría que hemos hecho lo que en ideología recomendaban los padres del pensamiento de izquierda: un análisis concreto de la situación concreta. No habremos cometido crímenes, no habremos torturado, pero tenemos responsabilidad en la crisis. Por lo tanto, eso -si yo soy serio- tiene que llevar a una conclusión y a mí me lleva a una, y es que tengo que hacer todo lo posible por construir un país donde eso no vuelva a ocurrir, donde construyamos puentes donde antes los cortábamos, por tener éxito económico y social donde antes fracasamos…

-Una cosa es el cambio político, pero uno ve las listas de los desaparecidos y la mayoría son gente sencilla, que siguió a estos dirigentes que hablaban del poder popular. Y en el último documental de Patricio Guzmán se muestra a los grupos de izquierda que criticaban a Allende por blando.

-Efectivamente, y el MAPU estaba entre ellos.

-El MAPU que usted lideraba.

-Bueno, precisamente por eso es la conclusión que hago. Muchos dirigentes de ese tiempo tenemos responsabilidad en la crisis. La única conclusión éticamente responsable es tratar de construir un país distinto de ése. Afortunadamente, el balance de estos años demuestra que hemos aprendido esa lección. No obstante todo eso, todos los exilios, yo prefiero haber estado en el bando que me tocó estar, que en el otro.

-Tal vez porque está vivo.

-No lo sé, fíjese. Tengo la impresión de que todos nosotros entendíamos que parte de la opción era estar muerto, y cuando entré clandestino a Chile después del golpe sabía que si me pillaban me iban a matar. Pero consideré que era mi deber estar aquí.

http://www.lanacion.cl/prontus_noticias/site/artic/20050924/pags/20050924215556.html

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