El Nº 203 de la revista chilena "The Clinic" (abril o mayo 2007) contiene un Reportaje sobre el MAPU, escrito por Pablo Vergara, que transcribimos desde el BLOG DE TITO FLORES http://chilepoliticas.blogspot.com/2007/05/un-reportaje-sobre-el-mapu.html
"POR QUÉ SIEMPRE GANA EL MAPU"
La generación que quiere a Insulza en La Moneda
Por Pablo Vergara
Bachelet trató de prescindir de ellos pero tuvo que llamarlos. Hace más de 30 años decían que eran una “fuerza de vida y escuela para el poder” y que “nos construimos desde ahora para dirigir la Patria”. Parece que era cierto.
El Panzer había anunciado una agenda familiar para Semana Santa y cumplió. En su casa de Cantagua, en la costa entre Cachagua y Maitencillo, se reunió solo con su círculo más cercano, en medio de la usual fiebre de proclamaciones presidenciales anticipadas que rodea cada visita suya a Chile. Juan Gabriel Valdés, Jorge Andrés Richards, Enrique Correa, Óscar Guillermo Garretón y Jaime Gazmuri, entre otros, acudieron a la cita.
Fue un encuentro familiar. Sólo el periodista Santiago del Campo y su esposa, Loreto Amunátegui, directora de Integra, no habían pertenecido en su juventud al Movimiento de Acción Popular Unitaria, MAPU, el partido con el grito más ridículo de la izquierda chilena (“¡Pásame la M!”, “¡Tírame la A!”). “Pero ellos pasaban raspando al poste”, como bromeó uno de los presentes.
En la mesa de Insulza, esa noche, estaban los últimos dirigentes de una de las colectividades que -pese a su minúscula representación- más ha marcado la historia reciente. Festejaban haber regresado a las canchas del poder, luego que Michelle Bachelet, que decidió prescindir de ellos durante un año, terminara por llamar de regreso a uno de ellos. A Viera Gallo.
Para un grupo tan cohesionado, por donde entra uno, entran todos.
Hace casi dos años el sociólogo ex MAPU Eugenio Tironi proclamó la defunción del grupo, luego que el mismo Viera Gallo perdiera su cupo como senador en la VIII Región a manos de Alejandro Navarro, un socialista más de izquierda. Viera Gallo llevaba quince años en el Parlamento. La salida del economista Jorge Marshall, también ex MAPU, del comando de Bachelet ese mismo mes parecía ser señal de que la mano venía mala desde la futura ocupante de La Moneda.
Pero la entrada de Viera Gallo a La Moneda en marzo -y, claro, las visitas de Insulza a Chile, incluida una cita con la presidenta a la semana de la asunción del nuevo ministro- le dieron otro respiro al grupo. El MAPU no existe. Los mapucistas, sí.
Óscar Guillermo Garretón, uno de los comensales en la casa de Insulza, lo explicó alguna vez.
-La gente cuando deja un partido normalmente se va echando garabatos, renegando. En cambio, los MAPU egresan como si formaran un centro de ex alumnos –dijo el 2004.
Cierto. José Miguel Insulza, el Pánzer, vendría entonces a ser un presidente de curso. O un candidato.
PÁSAME LA EME
Treinta y cuatro años antes, los comensales de Insulza en Cantagua estaban agarrados a combos. El MAPU estaba quebrado desde las elecciones que habían cerrado el Congreso de marzo del 73, realizado un año después de la muerte de su fundador, Rodrigo Ambrosio. La línea triunfante era la de Eduardo Aquevedo y Óscar Guillermo Garretón sobre la directiva de Jaime Gazmuri. Las diferencias eran radicales: los primeros querían llevar el proceso de la UP aliados con el MIR; los otros, seguían la línea gradual del Partido Comunista.
El triunfo de Garretón no fue reconocido por sus adversarios. Al final, fue el Servicio Electoral el que debió dirimir quién era presidente del MAPU. Y decidió que era Garretón.
-Ese día nos agarramos a combos en la puerta del Servel. Días antes, los de Gazmuri le habían botado un auto a un barranco a Rodrigo González. Me acuerdo que un día nos topamos en una marcha por el Paseo Bulnes y los gazmuristas se nos tiraron encima. Éramos pocos, y unos miristas llegaron gritando que a los Mapus nadie les pegaba, menos los reformistas -recuerda ahora un ex MAPU Garretón.
“La noche del quiebre fue de tramas y tomas de sedes. El bando de Gazmuri organizaba las operaciones desde la casa de la viuda de Ambrosio. El quiebre fue uno de los síntomas de descomposición de la UP. Nosotros ocupamos radio Candelaria junto a Jorge Andrés Richards y Miguel Espinosa y el diputado Alejandro Bell. No mucho después fue reocupada por el bando de Garretón, comandado por Alfonso Néspolo y otros. Fue un episodio tenso, pero sin agresiones”, recuerda el periodista Pablo Portales, desde Barcelona.
Otro ex militante, que no quiso salir con su nombre, acota:
-Recuerdo cómo se quitaron los autos oficiales y las sedes pistola en mano. El quiebre fue fuerte porque desde los 23 años que fueron dirigentes y estaban acostumbrados a mandar. Además se conocían mucho. Algunos hasta de niños –agrega.
Hasta la ruptura, el MAPU era un grupo cohesionado. Gran parte venía de la DC, cuando la juventud, liderada por Ambrosio y Enrique Correa, decidió salirse en masa del partido. Era 1969 y para entonces ya estaban radicalizados.
-La DC ya venía convulsionada. La revolución cubana, Juan XXIII, la reforma agraria. Me acuerdo que el 67 Correa, que era presidente de la JDC, fue a un acto por Vietnam y se puso a gritar “crear un, dos, tres Vietnam”. Imagínate lo que fue para Patricio Aylwin que presidía el partido –recuerda el socialista Gonzalo Martner.
En ese entonces, la combinación Aylwin/Correa terminó en cisma, luego que la JDC condenara la muerte de once pobladores en una violenta toma de terrenos en Puerto Montt en 1969. Aylwin suspendió a Correa y éste decidió partir del PDC.
Correa no era el único que ya estaba pasado a la izquierda. Ambrosio venía llegando de Europa, donde había estudiado con Marta Harnecker (luego, esposa de Manuel Piñeiro, el mítico Barbarroja de la oficina de asuntos especiales de Fidel). En la Universidad Católica, donde se asentaba buena parte de la elite del movimiento, un joven profesor de Derecho llamado José Antonio Viera Gallo era marginado de la Escuela por los choques que venía teniendo con la Facultad, donde ya brillaba Jaime Guzmán. Viera Gallo pasó al Centro de Estudios de la Realidad Nacional, Ceren, para trabajar con Jacques Chonchol. Los dos, más tarde, partieron al gabinete de Allende: a la subsecretaría de Justicia el primero y el otro a Agricultura.
No todos eran gente de la UC o de colegios particulares. Buena parte del departamento campesino del PDC salió con ellos. El mismo Correa había sido seminarista y venía de Ovalle. Era un líder y, en la práctica, el ideólogo.
-Correa le da el toque proletario al grupo. Es un hombre extraordinariamente hábil, alguien que sólo podía venir de las entrañas de la Iglesia. Y lo demostró en el manejo con los empresarios que tuvo después. Con Pinochet se entendió de maravillas, hablaban el mismo lenguaje: la socarronería campesina llevada a la cumbre del Estado. Mientras Correa trataba a Pinochet de “estadista”, Pinochet decía que su interlocutor era un “pillín” –recuerda un ex MAPU.
Correa era la voz de la “línea correcta”, como se llamaba al informe político de coyuntura que la dirección presentaba a sus militantes. Algunas de esas reuniones se hacían en el Cine Normandie. “Lo recuerdo frente a un auditorio en un profundo silencio. Recibía aplausos cerrados. Era un líder reconocido”, recuerda Pablo Portales.
La consistencia del MAPU, un partido chico, repercutió en la izquierda de entonces.
-Éramos un híbrido cristiano-marxista-leninista que pretendía aportar algo distinto al PC y al PS. Poníamos voluntad y dedicación a las tareas, con una rigidez que tenía cierta ingenuidad. El MAPU tuvo el sello inicial de una elite joven, de pequeña burguesía, de profesionales con buena formación. Con una ambición de partido de masas -teoriza Pablo Portales.
La primera reacción de la izquierda fue de envidia, y algo de resistencia. La idea de una izquierda matea molestaba. También estaba la parte más cotidiana:
-Nos trataban de cuicos. Además, las mejores minas estaban acá. Nos tenían envidia –recuerda otro ex militante.
Una envidia que se prolongó después, cuando tuvieron que optar a cargos en la UP y eligieron por el lado técnico, pero con poder. “Por algo Fernando Flores se fue de director técnico de Corfo, si sabía que ahí es donde realmente se podían hacer cosas”, recuerda otro militante en retiro. No fue el único: Enrique Correa y un joven José Miguel Insulza se integraron más tarde a la Cancillería dirigida por Clodomiro Almeyda; Garretón asumió como subsecretario de Economía. Gazmuri, en tanto, cultivaba una estrecha relación con Allende.
TÍRAME LA A
El MAPU de Garretón fue el que más embates recibió de la dictadura aunque en total las dos facciones perdieron a más de 40 militantes.
Mientras Gazmuri se quedó en Chile, clandestino, Garretón debió asilarse en la embajada de Colombia, y comenzó un ir y venir de dirigentes entrando y saliendo de Chile. Eugenio Tironi (“Martín”) lo reemplazó junto a Carlos Montes (“Cristián”), Víctor Barrueto (“Tito”) y Guillermo del Valle. Gazmuri, en tanto, empezó a turnarse con Correa (que además viajaba por el bloque oriental) de modo que el partido nunca queda acéfalo.
En los garretones, la cosa era más difícil. Surgieron grupos, tendencias. El 82, se desgajó Guillermo Ossandón Cañas, “Diego Carvajal”, y fundó el Mapu-Lautaro. Ossandón también es un mapu antiguo.
-Él es de la promoción de Jorge Marshall, Víctor Barrueto y Víctor Carvajal del San Ignacio Alonso Ovalle. El ‘72 los expulsaron por hacer proselitismo a favor del MAPU en el colegio. Marshall se escapó a la sanción porque era sobrino de dos jesuitas –recuerda Pablo Portales.
El Mapu Lautaro de Ossandón, que comenzó a operar a mediados de los ochenta, fue desactivado en democracia. Su líder hace algunos años salió de la Cárcel de Alta Seguridad. Hoy hace clases en la sede del Arcis de Cañete.
-Él quedó pataleando en el aire. Era un joven que se creyó el cuento y cuando se dio cuenta estaba sin paraguas. Recuerdo que mientras era entrenado en Nicaragua en 1981, Óscar Guillermo se paseaba por Managua en uniforme sandinista. Después, cuando Garretón fue presidente de la CTC, siempre me imaginaba a Ossandón llamándolo desde un teléfono público amarillo y pidiendo explicaciones y protección. Habría sido un gran cuento negro -recuerda otro ex militante.
Esa escena en particular no se dio. Pero el año pasado lo más granado del ex MAPU volvió a toparse de refilón con los lautaristas en el Palacio Ariztía, durante un acto de conmemoración organizado por el Comité Local de Enseñanza Media de aquellos años. Los cincuentones ex escolares escucharon a Insulza y otros próceres hablar de los tiempos idos. En la sala estaba Bernardo Acevedo, el “Mexicano”, uno de los fundadores del Lautaro, y que hoy que se encuentra con libertad diaria luego de años de cárcel. Insulza y Acevedo no conversaron en ningún momento.
La cita fue interesante. Antes de pasar a comer, el ex diputado Vicente Sota habló y dijo que él, igual que los masones que dejan de serlo, estaba en “sueño”.
SIGUE CON LA P
En 1985, los mapus se integraron a la Convergencia Socialista y al PS que entonces dirigía Carlos Briones. Enrique Correa no estuvo de acuerdo y –comprometido como estaba entonces con los grupos cristianos de base- fue derivando al MAPU Garretón, por entonces una suma de fracciones.
-Mi impresión es que Correa fue a buscar a aquellos mapucistas para inclinarlos hacia el PS. Entre el ‘86 y el ‘88, Correa y Ossandón estaban en la misma organización– recuerda Portales.
Como sea, los 80 fueron de peleas ideológicas. Densas y extrañas, vistas hoy.
-El 80, Eugenio Tironi publica los Diez Temas de la Renovación en los Cuadernos del Sur, y Brunner en una cosa interna del MOC saca un documento en que le saca la mierda en nombre del marxismo leninismo contra las desviaciones pequeñoburguesas. Lo mismo le pasó a Tomás Moulian, que fue el hombre de la renovación y terminó izquierdizado, contra la Concertación, escribiendo su libro que es un ataque a su gente, una pelea con Brunner en que nos mete a todos –recuerda Martner.
Correa volvió a brillar cuando empezó a armarse el plebiscito del 88. El DC Genaro Arriagada organizó el comité técnico para enfrentar la consulta y su segundo fue Correa. En el grupo participaban Ricardo Solari, por los almeydistas y Gonzalo Martner, representando al PS Núñez. “Él tenía una muy fuerte amistad con Clodomiro, un vínculo fuerte con Arrate y Núñez y además conocía a Aylwin, si lo había estado hinchando veinte años atrás. Era el único que podía empezar a transmitir recados de confianza entre ellos, a articular”, dice Martner. “Aunque Arriagada era el DC, Aylwin con quien mejor se entendía era con el ex MAPU”.
Luego del plebiscito, Correa fue de los primeros en levantar la candidatura de Aylwin. En la DC, cerca, tenía un operador conocido: Gutenberg Martínez, que en su tiempo de la JDC en los ‘70 había sido su medio pollo en la FECH.
El triunfo aylwinista en diciembre del ‘89 fue doble para Correa. Dos semanas después de la elección, se reunificó el PS Arrate con el Almeyda. Otro grupo se incorporó: el MAPU, representado por Garretón, que ese día estaba enfermo de hepatitis y se levantó de su cama.
La época de gloria del (ex) Mapu empezaba. Nunca tendrían más ministros e influencias como entonces.
UBÍCAME LA U
En Eleuterio Ramírez, en un barrio de caserones viejos y edificios nuevos está la sede del MUOC, el Movimiento Unitario Obrero Campesino. Los lunes en la noche funciona allí el MAPU-OC, un partido que está en la Concertación pero que desde que ésta partió no ha tenido parlamentarios, ni ministros, ni subsecretarios. Ni siquiera un Seremi. Tampoco recibieron dinero por los bienes incautados en dictadura.
-No se trata de cargos -explica el secretario general, Luis Enrique Céspedes.
En el partido se quedaron las bases campesinas del MAPU histórico. De hecho, ese es su fuerte: sindicatos repartidos en Arica, en Ñuble. En provincias.
-Nuestras peores espadas dentro de la Concertación son nuestros ex compañeros. Los que se fueron al PS o al PPD pretendieron que el MAPU desapareciera. Que existamos les complica. Es como un remordimiento -dice Céspedes.
Fernando Ávila Illanes fue secretario general del partido cuando partió la Concertación. Es de los históricos, del grupo de estudios que Ambrosio tenía en los 60. Aylwin, en las parlamentarias del ‘89, dice, les ofreció llevar candidatos. Pero ellos le dijeron que se abstenían para no complicarlo y porque además no tenían dinero, aislados como estaban de la ayuda internacional. Desde entonces no han tenido nada. La DC les ha dado cupos para concejales. Irónicamente, con los que mejor se llevan es con los falangistas.
Siguen en la Concertación porque les parece que es la única opción que existe. El 2005 apoyaron a Alvear para la primaria. Perdieron. Pagaron el costo: Lagos les había dado a leer el programa de su gobierno antes de la campaña; con Michelle Bachelet, ni siquiera los convocaron.
Correa y Tironi, dos de los ex Mapu más connotados, también apoyaron a Alvear. Aunque en realidad el candidato natural del MAPU para la elección pasada era Insulza pero el arrastre de Bachelet los sumergió. Luego, la política de caras nuevas y jóvenes los sacó del camino. La nueva administración, dicen, no gustaba de esa generación que había negociado la transición.
La apuesta por Alvear no les costó nada. Correa está fuera del PS desde que se cuestionaran el lobby que hacía por las mineras extranjeras en tiempos del royalty; Tironi goza de prestigio y escribe en los diarios; dio por muerto al MAPU, pero ahora parece estar resucitando, entre teorías conspirativas que los colocan en plan de tomarse el poder.
-Los que se mantuvieron en política son personas con lazos, experiencias y contactos. La elite del Mapu el 73 tenía un promedio inferior a los 30 años. Muchos de ellos, no todos, se han adaptado a nuevas formas de hacer política marcadas por la moderación. No creo que tengan una relación orgánica. Sí, muchos mantienen una relación amistosa y se reúnen. La mayoría logró sobrevivir, a diferencia de las dirigencias comunistas y socialistas que fueron asesinadas o murieron en el exilio, o se marginaron. –explica Portales.
Lo mismo cree Martner:
-Esto que los mapus son conspiradores, ávidos de poder, es una gran mentira. Lo que pasa es que reunió a buena parte de la mejor elite chilena de la cultura cristiana, específicamente católica. La diferencia con el MIR es que ellos tienen 700 muertos. Y ellos también son parte de la generación. Si estuvieran algunos de ellos, esto sería más fresco.
Para Portales, de ser revolucionarios, los ex mapu pasaron a buenos administradores. Aunque rescata a Gazmuri, cuando pide la reorganización de los partidos para escuchar a la ciudadanía; y los esfuerzos casi en solitario de Carlos Montes en la Cámara.
-Ellos no actúan coordinados. O sea, lo hacen. Pero no en el sentido conspirativo. Si tienes un grupo de amigos, ¿a quién llamas por teléfono para comentar algo? ¿Qué más coordinado que eso? Pero no en lógica de S.A. Si viene Insulza, ¿con quién quiere conversar? Con sus compañeros de toda la vida –discurre Martner.
Para muchos, Correa es el sello de los ex militantes. “Pienso, a diferencia de muchos, que Correa no ha cambiado sustancialmente de aquel que leía el informe en el Normandie. Conserva su poder de encantamiento y su alma sigue ligada al poder. Lo que pasa es que el nervio del poder no está en los partidos o en el Estado, sino en los negocios, aunque como consultor tiene la capacidad de influir, desde una posición no visible. No necesitaba un asiento en el segundo piso para ser un consultor oficioso de Lagos”.
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Los Mapus:
Quiénes son, dónde están
José Miguel Insulza: Pánzer, secretario general OEA, ex ministro del Interior de Ricardo Lagos. Fue canciller y ministro de Frei, asesor de Clodomiro Almeyda en la Cancillería. Concita la mayoría de los apoyos en el grupo.
José Antonio Viera-Gallo: Abogado. Ex subsecretario de Justicia del gobierno de Allende. Ex diputado (1990-1996) y senador (1998-2005). Ministro Secretario General de la Presidencia desde fines de marzo.
Enrique Correa: Ex ministro Secretario general de Gobierno de Aylwin. Uno de los articuladores de la Concertación en su inicio. Se retiró del PS a raíz del lobby a las mineras. Hoy se dedica a la comunicación corporativa y al lobby. Apoyó a Soledad Alvear en las primarias del 2005.
Eugenio Tironi: Doctor en sociología de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. Trabajó en el gobierno de Patricio Aylwin. Asesor de Paz Ciudadana y de otras empresas.
Carlos Montes: Diputado desde 1990, uno de los mejor evaluados. Presidente de la Cámara en 1999-2000. Según versiones, fue sondeado para asumir como ministro secretario general de la Presidencia. Él habría propuesto a Viera-Gallo.
José Joaquín Brunner: Ex ministro, profesor investigador de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez, experto en educación. Miembro de Paz Ciudadana.
Jaime Gazmuri: Senador socialista. Lideró una de las facciones en que se dividió el partido en 1973. Apoyaba la línea más cercana a Allende, con quien tenía gran cercanía.
OTROS: Oscar Guillermo Garretón; Juan Gabriel Valdés; Jaime Estévez; Jorge Marshall; Alvaro García; Dióscoro Rojas; Ariel Dorfman; María Teresa Chadwick; Carlos Catalán; Juan Enrique Vega; Jorge Andrés Richards; Ismael Llona; Guillermo Bastías; Antonio Skarmeta; Antonio Gil; Eugenio Llona; Erick Pohlhammer; Jaime de Aguirre; Fernando Villagrán; Rafael Guilisasti; Pablo Dittborn; Máximo Pacheco; Carlos Portales; Cristian Barros.
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