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9 de junio de 2008

MAYO DE 1968, 40 AÑOS DESPUES. Entrevista a HUGO MORENO, Univ. de Paris 8

Reproducimos a continuación la transcripción de una entrevista, corregida y precisada con algunos datos, que el periodista de Radio France Internationale Julio Antonio Feo realizó en esa cadena a Hugo Moreno, miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO el pasado 10 de mayo en el programa “Las ideologías en Mayo 68”.

Mayo del 68 surge como la convergencia de toda una serie de ideologías, que se vienen formando desde los años 60, hay quienes hablan de Mayo 68 y dicen que, en realidad, el sustento comenzó en 1962, con el fin de la guerra de Argelia, y como reacción al neocolonialismo y autoritarismo. ¿ Son estas las ideologías que van a estar en la base del Mayo 68?

En la pregunta que acabas de formular, hay ya una pista de reflexión. Dices que aparecen algunas nuevas ideologías, en Francia en particular, sacudida por la guerra de Argelia (1954-1962). Los años 60, digamos, fueron efectivamente un cambio extraordinario. Francia perdió la guerra, y Argelia, conquistada y colonizada desde 1830, obtuvo la independencia. Fue uno de los puntos álgidos del fenómeno mayor de la post-guerra : la irrupción de los movimientos de liberación nacional en lo que se llamaba el “tercer mundo”. Entró en una profunda crisis la ideología imperialista o del neo-capitalismo, como fue alguna vez definido. Pero también estallaron las ideologías como el comunismo y el marxismo, al menos que hablaban en su nombre. Se habían producidos el levantamiento antiburocrático de Hungría (1956), los congresos de la “desestalinizacion” en la Unión Soviética (1956 y 1961); los “crímenes de Stalin” denunciados por Kruschev; luego vino el cisma entre China y la URSS (1961), las oposiciones en los países del Este, la Primavera de Praga de 1968. Entretanto, el mundo vivía en plena guerra fría y la perpetua guerra social multiforme entre el capital y el trabajo.

En Francia, en mayo 1968 estalló la revuelta de los estudiantes, y a seguir, la gran huelga obrera y las ocupaciones de fábricas ¡diez millones de obreros en huelga general! Un movimiento que sobrepasó todas las organizaciones sindicales y políticas, vale recordarlo. En sus orígenes, por un lado, el contexto internacional. La guerra de Vietnam; el movimiento de la juventud estadounidense contra la guerra; la revolución cubana y las revueltas en toda América Latina, Japón, el “otoño caliente” italiano de 1969. Por otro lado, no fueron solo movimientos por la paz, o contra regímenes opresivos, sino contra un modo de vivir. Una rebelión de la insatisfacción generalizada contra la sociedad llamada de “consumo”. El famoso eslogan “hagamos el amor, no la guerra” del Mayo francés, inspirado de los campus norteamericanos, fue una de las expresiones.

Las ideologías de la izquierda, en términos generales el comunismo y el marxismo, representadas en Europa por grandes partidos comunistas (como en Italia y en Francia), entraron en una crisis profunda, política, teórica y cultural. Surgieron corrientes y pensadores críticos, que no solo se diferenciaban del regimen stalinista o post-stalinista de la Unión Soviética, o de China, como lo fue el trotskismo, sino otros que trataron de comprender la nueva época. Surgió, por ejemplo, la idea de la autogestión en la Yugoslavia de Tito. En Francia, los situacionistas o el existencialismo de Jean-Paul Sartre, que tuvieron gran importancia. El segundo sexo de Simone de Beauvoir, casi desapercibido cuando apareció en 1949, se convirtió en la “biblia” fundadora del nuevo feminismo. Se (re)descubrieron autores como Trotsky, Bujarin, Gramsci, Luxemburg, Lukacs, Korsh, así como Mao, Le Dûan, Giap, “Che” Guevara, y tantos otros... Fue una época de plena efervescencia política, intelectual, cultural. Eso estaba en el antes y el después de Mayo 68.

En el “tercer mundo” surgieron las corrientes nacionalistas antimperialistas, en particular en América Latina, que evolucionaron hacia el nacionalismo revolucionario. En Argentina, por ejemplo, los grupos revolucionarios que mezclaban Perón, el Che Guevara, Mao Tsé Tung y la guerra de Vietnam... Una generación que fue protagonista en la lucha contra las dictaduras, que participó de la resistencia en todas sus variantes, comprendida la lucha armada. A posteriori, se puede tener una apreciación crítica, pero fue una juventud que vivió y entregó sus vidas por una causa política y ética justa, aunque métodos y estrategias pudieran ser equivocados. Pero esa es otra cuestión. Abandonaron en todo caso la izquierda tradicional, comunista y socialista, y buscaron nuevos canales para luchar.

Fue también el comienzo de una crisis profunda del sistema mundial, aún viviendo en la prosperidad, todavía en pleno boom, en particular en los países desarrollados. Pero ya estaba la crisis larvada, latente, que estallaría pocos años después. Se vislumbraba el agotamiento del modelo fordista, el de los “treinta gloriosos” (1945-1975), basado en la producción y el consumo de masas. Se desarrolló entonces un poderoso sentimiento de libertad, de emancipación, de ruptura con los corsés de las sociedades burguesas anquilosadas. La política, la moral, las costumbres, la vida misma, fue puesta en cuestión. Esto se expresó un poco por todas partes, en Estados Unidos, Europa, Japón, en el Oeste y en el Este, en el Norte y el Sur. El cine, el teatro, la literatura, la música, reflejaron ese cambio. También en la búsqueda, quizá confusa, de un sustento ideológico para los que querían entonces cambiar el mundo y la vida. Digamos que fue una década de gran revolución cultural. Además, fueron también los años del transistor, del rock y de la revolución que fue la píldora anticonceptiva. Hoy esto puede parecer banal, pero en aquellos años fue fundamental. En ese sentido, 1968 fue una línea roja : el renacimiento de una esperanza, la percepción que la explotación y la opresión podían ser abolidas.

Cuando decías de los movimientos nacionalistas revolucionarios, vemos que hay una convergencia también de las causas por las que nacen movimientos como el trotskismo, los situacionistas, los anarquistas; hay una convergencia entre esos movimientos y los de liberación nacional, contra el neocapitalismo por una parte, y contra la esclerosis efectiva del “socialismo realmente existente”. ¿ Esas ansias de libertad fueron pues sustento del Mayo 68 ?

Así es, el movimiento del 68 tuvo una dinámica mundial, se inscribe en un curso general de revuelta. Una de las anécdotas más hermosas a recordar es la de los Juegos Olímpicos en México, poco después de la represión contra los estudiantes mexicanos. Ese momento quedó inmortalizado por la imagen de los dos campeones negros norteamericanos desfilando delante del podium, levantando los puños con sus guantes negros. ¡ El símbolo de los Black Panthers, nada menos ! Símbolo de ruptura de una época, la revuelta contra todas las ideologías dominantes, incluídas las de la izquierda comunista y socialista. El trotskismo no salió indemne, aunque esta corriente, al menos en Francia, soportó mejor el naufragio de la izquierda.. Las nuevas generaciones no se sentían representados por unos ni otros; reaparecieron grupos anarquistas, los “maoístas” tuvieron un rol importante (aunque efímero en el tiempo), los nacionalistas revolucionarios, el “guevarismo” en América Latina, sin olvidar el enorme impacto de la “teología de la liberación”, que jugó un papel fundamental. El Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, una de las más ricas experiencias, se nutrió profundamente de esta corriente. Otras organizaciones revolucionaria se destacaron, como la dirigida por Camilo Torres en Colombia; el MIR de Luis de la Puente Uceda en Perú; el Movimiento 13 de Noviembre en Guatemala, para mencionar solo algunas.

Lo fundamental era la idea de la rebelión y de la libertad. La libertad económica, política, social, sexual. Queremos ser libres, decían los pueblos colonizados, libres los explotados, libres las mujeres, libres los jóvenes de la tutela familial. Ese era el sentimiento de la época. Un espíritu libertario de una juventud confrontada a dictaduras militares en el “tercer mundo”, a sociedades fosilizadas en los países capitalistas avanzados o a los regímenes dictatoriales del Este. Pocos han expresado mejor este sentimiento que Frantz Fanon, cuando escribió Los condenados de la tierra, en el contexto de la guerra de Argelia, así como el prólogo de Jean-Paul Sartre a la primera edición de 1961 (prohibida entonces en Francia).

Esta idea de libertad, valga recordar, ha sido utilizada de manera inteligente y cínica como basamento del movimiento conservador llamado neoliberalismo. Este se la apropió, en la coyuntura de la derrota y el retroceso de la ola revolucionaria, dando vuelta y transformando su contenido. Friedrich von Hayek y Milton Friedman lo atestiguan. El camino de la servidumbre, del primero, marginal cuando su aparición, se transformó en un best seller, y Friedman formó su escuela de los Chicago Boys. La primera experiencia de aplicación de esta ideología - que no se puede reducir solo a un “modelo económico” - la permitió el golpe de estado del general Pinochet en Chile (1973); luego la Argentina de la última dictadura (1976-1983). La llegada al poder de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, a comienzos de 1980, culminaron el proceso. La dinámica del combate teórico, político y cultural cambió de signo, a favor de la “revolución conservadora” que se instauró. Ganaron así la primera gran batalla. La caída del muro de Berlín (1989) y el fin de la Unión Soviética (1991) fueron su corolario (aunque ésto por cierto no agota toda la cuestión).

Hay que insister que los cincuenta años desde el fin de la segunda guerra mundial, fueron los de la irrupción masiva y la revuelta de los “condenados de la tierra”. Algunos nombres vienen a la memoria : Ben Bella, Lumumba, Guevara, Cabral, Mandela. Los oprimidos del mundo que buscaban romper con las condiciones de dominación y explotación. Cualquiera sea el curso de la historia, eso fue registrado en la conciencia colectiva de las clases subalternas bajo múltiples formas. Esa memoria alimenta siempre al Viejo Topo de la historia. En las épocas de retroceso hay que cuidarse de cantar victorias ilusorias. Hay que enfrentar los nuevos desafíos, sin adaptarse a la resignación, sin sumisión a las ideologías dominantes. Al contrario, forjando las herramientas teóricas, políticas y culturales capaces de retomar el camino del cambio social, más necesario que nunca.

Cuarenta años después, podríamos mencionar ideologías como el comunismo, el trotskismo, el maoísmo, el anarquismo, también el movimiento situacionisat, en Francia, que aunque fue pequeño tuvo un gran impacto. Los situacionistas, creo, tuvieron la capacidad justamente de analizar esta “sociedad del espectáculo”, como la definió Guy Debord en el libro así titulado (1967). Es decir, me parece que lo que hoy queda – como también lo dijo John Ford en el cine – es la imagen, una imagen de “choque” más que la propia historia. ¿ Vivimos acaso la “muerte de las ideologías” o se podría decir también que hubo una generación que quería transformar el mundo, y el mundo los transformó a ellos ?

El libro de Guy Debord que mencionas fue efectivamente texto de cabecera de toda una generación. En realidad, expresaba justamente esto que estamos hablando, en su lengua y estilo francés. Pero no creo en eso de “la muerte de las ideologías”, que se apoyan en la debacle del “socialismo real”, a veces con ejemplos de gente de izquierda que se pasó a la derecha. Es cierto, no todos reaccionan de la misma manera frente a semejantes cambios y la derrota. La tentación de “administrar mejor” el capitalismo, o reformarlo por etapas, estuvo presente en buena parte de la izquierda, contribuyendo a la generalización del desaliento. No hay que extrañarse, pues, que en Francia algunos ex-socialistas adhirieron al “sarkozismo”, como Bernard Koutchner, actualmente ministro de relaciones exteriores. Muchos otros, ex-maoístas como André Gluksman o Alain Filkenkraut, para mencionar solo los más mediatizados, se alinearon con armas y bagajes a los Estados Unidos de Georges W. Bush y el Estado de Israel. Defensores de los “derechos del hombre”, pero siempre mirando para un solo lado. La tragedia de los palestinos, o de los irakíes, es invisible para ellos.

Pero tampoco conviene, me parece, generalizar demasiado. El fondo de la cuestión es otro. Este radica en la crisis profunda en la cual se encuentra el capitalismo mundializado, que se asemeja mucho al que intuyó Marx en su época. Con todas las diferencias, la dinámica de la reproducción ampliada del capital sigue vigente, incluso en las nuevas guerras en curso y el saqueo y la explotación generalizada de la fuerza de trabajo. En todo caso, es evidente que presenciamos el fin de una época histórica. Quizá una verdadera y muy profunda crisis de civilización. “El malestar en la cultura” (Freud) se expresa en múltiples formas.

La izquierda, en todas sus variantes, está confrontada con la realidad de esta nueva “gran transformación” que atraviesa el planeta entero. Casi todas las corrientes se hundieron en un abismo, sea porque estaban estrechamente vinculadas al “modelo soviético”, otras porque se convirtieron al social-liberalismo, como la mayoría de los partidos socialistas europeos; otros finalmente porque no lograron salir del mundo grupuscular. Y ahí tenemos a Sarkozy en Francia y a Berlusconi en Italia... Cierto, no se trata de encontrar los “culpables” de esta situación desastrosa, pues hasta se podría invocar la “cola del diablo”. Aunque cabría preguntarse, como lo hizo Gramsci, porqué esa “cola del diablo” no se pone alguna vez de nuestro lado. Es probable que – como también decía Gramsci - tengamos que “recomenzar todo de nuevo”. Para salir de este callejón, sin embargo, se hace necesario romper con la concepción kaustkiana, retomada por Lenin, del “partido” como expresión de la vanguardia y único instrumento anticapitalista. Siendo siempre necesaria la organización política, ésta probablemente no podrá expresarse fuera de una dinámica multidimensional, en la cual el movimiento social de los oprimidos y explotados, de los de abajo, pueda encontrar nuevas pistas para la emancipación. Esto, por cierto, es más un interrogante que una respuesta.

Creo efectivamente que se ha tirado demasiado pronto “el bebé con el agua sucia de la bañadera”, como se dice. Tengo la impresión que las ideologías, más que desaparecer, se transforman. De hecho, si tomamos los movimientos “altermundialistas” están un poco en la situación que estaban los movimientos revolucionarios de los años sesenta, en los cuales se tenía claro contra lo que se estaba, pero nadie sabía qué hacer.

Esto del fin de las ideologías es, para decirlo así, una manipulación ideológica, un engaño, lo mismo que el famoso “fin de la historia” de Fukuyama. Pero lo que sí aparece claro, es que hay una ideología que ganó, que se impuso con fuerza, a pesar de las resistencias. Probablemente, o seguramente, en forma transitoria, pero así es. Esta se presenta como una gran mentira : sus representantes hablan en nombre de las reformas, como “reformadores”, cuando se trata en realidad de la vuelta de los conservadores, su revancha furiosa, como aquella de los Versalleses después de la Comuna de París.

¿ Que queda del mundo del 68, cuarenta años después ? Mucho, creo. Fue una etapa fundamental del movimiento por la emancipación humana. A pesar de las tentativas y los éxitos para imponer una regresión, el capitalismo actual corre hacia el abismo. Soplarán nuevos aires frescos, otras formas y dinámicas que en el pasado, que quizá pueden convertirse en huracanes contra el viejo mundo. Mayo 68 fue derrotado, es cierto. La crisis revolucionaria fue contenida. El 30 de mayo desfiló un millón de personas en los Campos Elíseos, los sectores más conservadores de la sociedad, apoyando al general De Gaulle. La derecha barrió en las elecciones siguientes. El “partido del orden” se impuso. Pero algo se había roto. Ya nada fue igual en las relaciones sociales entre patrones y obreros, estudiantes y docentes, hombres y mujeres. Con las concesiones, y también las capitulaciones, se frenaron las luchas obreras. Pero que Sarkozy, por ejemplo, apunte con su dedo vindicativo el espectro del Mayo 68, no es casual. Al contrario, muy significativo.

¿ Será que el Angel de la Historia sigue batiendo sus alas redentoras ? Aviso de incendio, tituló Michael Löwy a su bello ensayo sobre las “Tesis sobre la historia” de Walter Benjamin. Aviso de incendio, no está mal como advertencia. Como nada está determinado de antemano, ni existen leyes eternas e inmutables, el porvenir depende, por cierto, de las relaciones y de las luchas de los oprimidos y explotados contra los que detienen el poder, el dinero y las armas, o sea, los explotadores de siempre. Es la lucha secular. ¿ No es acaso también el eco que nos llega 40 años después de Mayo 68 ? Pues, sí, y como dice el tango : “aunque el mundo siga/ girando a los tumbos/ aún vale la pena jugarse y vivir”.

Julio Antonio Feo, antiguo militante antifranquista, es periodista en Radio France International en París desde hace muchos años. Hugo Moreno, miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso, es docente-investigador en Ciencias políticas de la Universidad de Paris 8.

Transcripción y traducción para www.sinpermiso.info: Julio Antonio Feo y Hugo Moreno

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www.sinpermiso.info, 18 mayo 2008

UN COMENTARIO SOBRE MAYO DEL 68, por Jorge Rojas

Interesante tema el 68, que algunos miembros de CHILESOC comentan y me motivan a escribir estos comentarios rápidos e inconclusos. Pertenezco críticamente a esa generación, la viví intensamente, con todas las consecuencias del golpe. En el exilio en Alemania, conocí a importantes actores del 68 alemán, amigos, extraordinariamente solidarios con Chile. Interesante resulta que la actual derecha alemana responsabiliza a la generación del 68 de todos los problemas que tiene la sociedad alemana actual.

Claro, Alemania no tuvo un golpe militar que tratase de "borrar" lo que hicieron los 68. La verdad es que la generación de los 68 está en diferentes posiciones de la sociedad alemana, en los viejos y nuevos partidos, en las universidades, en la iglesia, en las comunas, en la literatura, en las escuelas, etc. El movimiento fue muy grande y diverso, también pluralista, sumamente heterogéneo. Del 68 nació también la RAF (Rote Armee Fraktion, sus principales lideres murieron en cárceles bajo el sistema de aislamiento sensorial), guerrilla urbana de extrema izquierda, hoy afortunadamente desaparecida.

Hubo grupos llamados k (todo tipo de comunistas dogmáticos), trotskos, anarquistas, pacifistas, comuneros, ecologistas, feministas, grupos antiautoritarios en la familia y en las escuelas, etc. Hay que recordar que este movimiento surgió como respuesta a las herencias autoritarias dejadas o heredadas del fascismo alemán, el que impregnó instituciones, relaciones sociales, cultura, economía, partidos políticos, etc. Algo similar hace la derecha francesa: responsabilizar a los Daniel Cohnbendit (actualmente miembro del partido verde en el Parlamento europeo) y a los 68 franceses de los actuales “males” de la sociedad francesa. Para luego desestructurar la sociedad, disminuir el rol social del Estado y abandonar a las ciudadanos a su propia suerte individual…!

La democratización de las sociedades europeas recibió un gran impulso de los movimientos sociales del 68, lo que a su vez proviene de historias anteriores, del movimiento obrero, de la revolución francesa, del iluminismo, la socialdemocracia, el socialismo, etc. La democratización no le gusta a todo el mundo, lo sabemos en Chile, que vivimos un verdadero empate político postpinochetista, que ha bloqueado la sociedad y le impide avanzar hacia el desarrollo y un mayor nivel de democracia y subjetividad de sus ciudadanos. En verdad el postpinochetismo impide que surja una verdadera ciudadanía, salvo el movimiento de los llamados pingüinos del 2006, que ponen en el centro de sus luchas temas centrales de la sociedad chilena: la calidad de a educación, la mala distribución de la calidad, las enormes asimetrías sociales. Lo que actualmente vivimos, protestas estudiantiles en torno a la nueva ley de educación, no es otra cosa que la prolongación en el tiempo del 2006, de los pingüinos que entraron a la universidad y de los pingüinitos que aprendieron de sus antecesores y siguen sus pasos. Como abrir la sociedad cerrando sus brechas sociales. Y vendrán nuevos pingüinitos, mas chiquitos y mejor preparados…en los próximos años, si es que el país no resuelve sus problemas mas estructurales, conocidos por todos.

La derecha siempre busca a un responsable para frenar los cambios, los avances y el progreso de la sociedad. Basta leer los editoriales de el Mercurio para saber donde están los “enemigos”, son los mismos de siglos anteriores, con diferentes nombres y discursos. Son aquellos que se oponen a la “libertad” del mercado, aquellos que anteponen “molestos” objetivos sociales. Si hasta la propaganda hoy en día está en contra de la sociabilidad, de la solidaridad. ¡Viva el egoísmo y el individualismo! ¡Abajo la sociedad! Parece ser la parola dominante. Lo peor es cuando nosotros mismos creemos en estas consignas.

Las sociedades cambian y las generaciones juegan un papel importante en dicho cambio (salvo en épocas autoritarias, con fuerte represión, como bajo el régimen de Pinochet, en la que se pierden generaciones, sea por que las asesinan, exilian, las callan, las derrotan). Lo peor es siempre responsabilizar a los antepasados por todos los males... Hay generaciones que sufren los cambios, como sucedió bajo el régimen militar. Cuanto cuesta recuperar la libertad, la democracia, la confianza, la convivencia, el respeto a los derechos humanos, el respeto a los derechos de las mujeres, de los pueblos indígenas, de los niños y jóvenes, etc. Todo lo que se avanza en un par de siglos se viene abajo de un golpe, se destruye y caemos nuevamente en la barbarie. Lo que obliga a empezar de nuevo. Se necesitan nuevas utopías y esperanzas, las que normalmente vienen con segmentos de nuevas generaciones, unidas a reminiscencias del pasado que fue mejor, al menos así se cree. Unidas a la memoria histórica.

Nuestros países están hechos de golpes, de interrupciones, de discontinuidades. Por eso en Chile, la derecha reclama a menudo no mirar hacia atrás, concentrarse en el futuro, en el que ella se blanquea del tenebroso pasado. Porque aquí la historia se hace a golpes, sin historia ni memoria. Sin embargo, los países siguen y construyen una huella histórica y aunque los saquen violentamente de su huella, tienden a volver a su huella. Así por ejemplo, un país que ha seguido históricamente la huella de la justicia social no la abandonará jamás, como sería el ejemplo de Chile. En el caso nuestro, los rodríguez, bilbaos, arcos, recabarrenes, clotarios blest, allendes, nerudas y tantos otros, siguen estando representados en los clamores por equidad de los pingüinos y de los que aun vendrán.

Nuestra sociedad aún no supera el autoritarismo pinochetista e histórico. No supera aún rasgos importantes del colonialismo y de la sociedad agraria hacendada, a pesar de la modernización, que se limita más a las redes de carreteras que al desarrollo humano de las personas. Todo ello dificulta el paso al añorado desarrollo, que tiene implicancias y características cualitativas, vinculadas a la calidad del trabajo, de la educación, del seguro social, de la convivencia, de la calidad de vida, de la protección de los ecosistemas y cuidado del medio ambiente.

Nos hace mucha falta debatir, reflexionar sobre nuestro pasado, presente y futuro, para construir el país que queremos a partir de lo que ha sido, de lo que quiso ser y no pudo, pero sigue insistiendo en querer ser, a pesar de las heridas aun no cerradas. Nadie lo sabe muy bien, hacia donde se dirige y que es lo que realmente quiere. Así es quizás mejor. Nadie podrá imponer un paradigma dogmático. Tampoco lo saben los viejos del 68, que aun viven y aman a su país, como es mi caso y el de tantos otros. Necesitamos un país con menos resentimiento, con más sentido solidario, con más justicia, con más democracia, con más sociedad, con más comunidad y con mayor reciclaje ecológico de su historia política, social, cultural y natural.

Con individuos o personas más fuertes, más soberanas, más autoconscientes y autoresponsables. Todo ello implica pasar por muchas etapas de la modernidad y modernización, lo que complejiza la misión y la tarea histórica. Ello conlleva más intergeneracionalidad e intersubjetividad, base de la sociedad convivencial. Implica menos economía totalizante. Sin violencia, con mucho dialogo y debate, con calidad y ciudadanía en desarrollo, podremos contribuir a definir la senda de la nueva emancipación humana que necesita el país para abandonar la ilusión neoliberal del mercado y volver aprender a soñar su presente y futuro promisorio.

Nuestro problema central de desarrollo es de carácter cualitativo, no es de tipo “carreteras” ni de infraestructura deficitaria. Nuestro principal déficit es de modernidad. Y allí la economía – en nuestro caso, el ministerio de hacienda - se agota, no tiene nada que decir ni aportar. La calidad se echa de menos en la educación, en el trabajo, en la salud, en el medio ambiente, en la protección social; en la falta de derechos ciudadanos y de garantías a las minorías étnicas y a las mujeres; en definitiva, en la falta de sociedad.

En medio del conflicto estudiantil, con universidades en paro y ocupadas, dialogando profundamente con estudiantes y profesores, tuve algo de tiempo para escribir estas reflexiones, a propósito de algunos comentarios en CHILESOC sobre el movimiento del 68. Podríamos organizar un seminario sobre este fascinante tema del 68 y sus consecuencias. En noviembre del 2008, organizáremos, junto con la Universidad de Chile y la UdeC, 50 años de Sociología en Chile y un Pre ALAS. He invitado a dicho importante evento a actores sobresalientes del 68 alemán. Debatiremos la época que vivimos, cómo caminar sin demasiados sobresaltos hacia el siglo XXI.

Jorge Rojas Hernández, Sociólogo, Prof. U. de Concepción

8 de junio de 2008

MAYO DEL 68 Y LA REBELION SEXUAL: "HAZ EL AMOR Y NO LA GUERRA".

"Haz el amor y no la guerra". El mayo francés se encargó de amplificar esa consigna hippy con efectos insospechados. La revuelta contestataria del 68, contra la burguesía y el capitalismo o los totalitarismos, permitió blandir la bandera de la libertad, empezando por la del propio cuerpo. La sexualidad debía ser libre o no ser, aunque para ello hubiera que abrazar la promiscuidad, tragarse los celos con quinina o participar en orgías con más o menos estupefacción. ¿Lo disfrutaron? Seguro. Pero cuarenta años después de aquella primavera del amor libre - "una locura", recuerdan algunos-, las relaciones de pareja siguen marcadas por las formas tradicionales, los celos se cobran víctimas, la juventud basa las relaciones en la posesión y el sexo de pago está en su mayor apogeo. ¿Qué fracasó en aquella revolución sexual más allá de la irrupción del sida?

La Vanguardia.es

"Estaba mal planteada de entrada, porque lo único que sabíamos era lo que no queríamos. No queríamos ser como nuestras madres. Nos parecía que ellas no tenían vida sexual, que se entregaban desde la sumisión o el desinterés. Pero no teníamos ni idea del deseo. Y era lo fundamental. Había que liberarse de la represión y esto trajo mucho sexo pero poco erotismo". Quien así habla es la escritora y crítica Laura Freixas, cuya adolescencia coincidió con la muerte de Franco, en una España que heredaba entonces la energía del mayo francés.

"Sólo teníamos claro no casarnos vírgenes ni con alguien que fuera de putas. Discutíamos sobre si orgasmo vaginal o clitoriano, pero nos faltaba la afirmación del propio deseo. Porque la mujer que sentía deseo estaba mal vista. O eras mojigata o eras puta, de modo que adoptamos el papel prohibido, sin saber cómo funcionaba el placer", explica.

Curiosamente, muchas voces masculinas convienen en que, en aquel fragor de la batalla, las mujeres seguían siendo las que escogían, mientras que el recuerdo de muchas de ellas es de un sexo ignorante basado en el deseo del hombre. "Si te negabas te soltaban ´tía, tú no estás liberada, tanto da con quién te acuestes´, y acababas en la cama con todos. Fueron años de experimentación necesaria - añade Freixas-, pero el modelo que seguimos era el masculino, el de la promiscuidad y lo intercambiable. Sentíamos rabia contra el modelo de mujer romántica y vulnerable. No era una relación igualitaria".

La imposición, no obstante, también la sufría el sexo masculino. El catedrático de Historia Medieval José Enrique Ruiz-Domènec recuerda que no se le perdonó no participar en una orgía. "Se unían dos aspiraciones difícilmente conjugables: el ansia de renovación y emancipación de los valores antiguos y ñoños y, al mismo tiempo, una especie de imposición de tono revolucionario casi maoísta, totalitario. Pero la libertad es decir no".

Los estragos del espíritu del 68 fueron una realidad en no pocas comunas. El amor quedaba diluido en la entrega militante; se seducía con las ideas, se iba a la cama con ellas. En España, la revolución tenía un 80% de cultural, y la sexualidad estaba incluida. Teatro, cine, música. No se temía a las enfermedades sino a la censura. El sexo era un acto de libertad. En este sentido, se fragilizaron mucho las parejas. El amor estaba en manos de la masa, con los consecuentes daños colaterales: desequilibrios mentales, suicidios, devaneos con las drogas..., la heroína se coló, muy tramposa. "Había principios sesentayochistas criminales - dice Ruiz-Domènec-: uno era considerar los celos un mal cultural burgués, lo que significaba que tu pareja podía tontear a tu lado o practicar el sexo y tú tenías que quedarte tan feliz.

Y dos, la apertura de conciencia: había que compartir secretos, tu pareja te contaba la experiencia que había tenido con tu amigo mientras te decía que te quería..., te quedabas con cara extraña pensando ´somos modernos, es lo normal´. Algunas veces, la gente no era ni consciente, estaba fumada. A mí me pareció un error político, que no moral". Un anticipo de Mayo del 68 lo protagonizó en Barcelona la que aterrizó en aquel mayo de agitación parisina huyendo de los tanques de Praga, afirma que el amor era entonces "una historia mental, de ideas y buen rollo".

"Y se practicaba; nunca como entonces. El sexo no surgía del aura de enamoramiento, no eran necesarios esos pasos retóricos. Y era poco barricadero, dice el catedrático. "De hecho, despistaba del objetivo principal - indica- y entraba en contradicción con él: se trataba de reubicar el cuerpo y darle salud para durar en condiciones hasta los 70 años, pero la con la religión y entendimos que la fidelidad era otra cosa. El 68 era fruto de todo eso".

Tampoco el actor Jordi Dauder, quien evoca con pasión los hechos del mayo francés, considera el fenómeno del amor libre más que una anécdota en aquel contexto. "La revolución sexual estaba integrada en la transformación que se venía gestando. Fue una revolución sin armas y sin toma de poder, una transformación de las relaciones entre seres humanos. Y triunfó, sí. Aquella sociedad no daba más de sí".

29 de mayo de 2008

MAYO DEL 68: FINES DE MAYO, EL FIN DE UN SUEÑO...


HACE hoy justamente 40 años, Francia volvió a respirar con la convicción de una derrota y el final de un sueño. Ese 30 de mayo de 1968, a las 14.30 horas, el general Charles de Gaulle, presidente de la República Francesa y héroe de la Segunda Guerra Mundial que había encarnado el espíritu de independencia de Francia frente a la ocupación nazi y que ahora representaba una voluntad de grandeza, la 'grandeur' tan cuestionada, para su país, se dirigió a sus compatriotas por televisión para anunciar que no renunciará a su cargo, que no convocará ningún referéndum político y tampoco cambiará a su primer ministro, Georges Pompidou. A cambio, ofrecía la disolución de la Asamblea Nacional y formulaba su voluntad de rebajar la tensión si «todo el pueblo francés se implica para que la existencia normal no se rompa por aquellos elementos que intentan evitar que los estudiantes estudien y los trabajadores trabajen».


Esa misma tarde, ochocientas mil personas se manifestarán por el centro de París en apoyo a De Gaulle y en repudio de la agitación revolucionaria de las semanas anteriores. Cinco días después, las huelgas han terminado. Y con ellas, la revolución ha quedado descartada y al propio De Gaulle le quedará muy escaso margen para hacer Historia: dimitirá tras un referéndum celebrado el 27 de abril de 1969 sobre una reforma autonómica y se retirará a Colombey-les-Deux-Églises para escribir sus memorias. Allí morirá el 9 de noviembre de 1970.

Los sucesos que estuvieron a punto de desembocar en revolución en Francia, con el riesgo de extenderla por otros países tal como sucedió en diversas ocasiones en el siglo XIX, tuvieron su arranque en marzo de 1968, cuando el día 10 un grupo de 150 estudiantes, dentro de una protesta contra la guerra de Vietnam, ocupan diversas oficinas de la Universidad de Nanterre, en las afueras de París. El líder de lo que pasa a llamarse 'Movimiento del 22 de marzo' es el estudiante anarquista Daniel Cohn-Bendit, que pasará a ser conocido como 'Danny el Rojo'.

El cierre del campus

La consecuencia de este primer hecho, en una cadena en la que cada acto dará lugar a otro más grave, más peligroso, es el cierre del campus hasta el 1 de abril. La calma se mantendrá un mes escaso: el día 27 de abril es arrestado Danny el Rojo, lo que provoca la reacción de sus compañeros que ocasiona un nuevo cierre de Nanterre el 2 de mayo cuando el rumor de que grupos fascistas tienen previsto asaltar el campus, ante lo que los alumnos se declaran en estado de autodefensa. Ese estado de agitación hará que los hechos se sucedan vertiginosos, implacables.

El 3 de mayo comienzan las manifestaciones y huelgas estudiantiles como respuesta a las detenciones, ahora en la Universidad de la Sorbona, de estudiantes congregados ante la comparecencia de Cohn-Bendit y sus compañeros, conocidos ahora como 'Los Ocho de Nanterre' ante un comité disciplinario. El día 6, el lunes sangriento, estalla la violencia al reprimir la policía la marcha de 'Los Ocho de Nanterre' a su salida del tribunal. El balance de aquellos disturbios es elocuente: 422 detenciones, 345 policías heridos. La gran manifestación de protesta de los estudiantes al día siguiente, con banderas anarquistas ondeando en el Arco de Triunfo y 'La Internacional' sonando en las calles, sirve para que los sindicatos comiencen a criticar la actitud policial y a plantearse su apoyo a los estudiantes. En este momento, el movimiento estudiantil se ha extendido por el resto del país.

La negativa del presidente De Gaulle a ceder ante la presión desemboca en la noche de barricadas del 10 de mayo, con 200 vehículos incendiados, 376 heridos de los que 251 son policías y 468 detenciones. Esa noche, la más famosa de la revuelta, contempla cómo los vecinos de París socorren a los estudiantes. La revolución parece un hecho que ya ha comenzado. Y el día 13 parece inevitable cuando los sindicatos CGT y CFDT declaran la huelga general junto con los estudiantes, los rebeldes ocupan la Sorbona y la llenan de retratos de Marx, de Mao, de Che Guevara. La huelga incluye la ocupación por parte de los trabajadores de gran parte de las fábricas, lo que desconcierta a los sindicatos que no habían previsto llegar a esos extremos. Aunque 'Los Ocho Nanterre' ya han sido liberados, la huelga dura casi dos semanas y moviliza a diez millones de trabajadores. El inicio de la huelga alberga también una manifestación de un millón de personas que exigen la dimisión de De Gaulle. Ahora, no sólo el Partido Comunista francés sino también el Socialista, dirigido por Miterrand, apoyan por completo las movilizaciones de la izquierda.

El presidente parece inmutable. Incluso viaja durante seis días a Rumanía, durante los cuales se ocupa el Teatro del Odeón en París y se suspende el Festival de Cannes en solidaridad con la lucha de obreros y estudiantes. El día 22 se le retira a Cohn-Bendit, nacionalizado alemán, su permiso de residencia en Francia y es expulsado al país de sus padres. El 24, el presidente reacciona y en un mensaje televisado asegura que se mantendrá el orden a toda costa y que se convocará un referéndum sobre la participación en la Universidad y la empresa, pero el mensaje es respondido por manifestaciones multitudinarias en todo el país: en París son 50.000 los trabajadores que se echan a la calle, alzan barricadas y atacan con cócteles 'molotov' el edificio de la Bolsa.

El día 25 la huelga se extiende a la televisión estatal a la vez que se inicia el diálogo del gobierno con sindicatos y patronal, que fructifica el 27 con la reducción de la jornada laboral y la rebaja de la edad de jubilación. Sin embargo, la huelga continúa. El 28, dimite el ministro de Educación, y al día siguiente De Gaulle se reúne en secreto con el general Masu, máximo jefe de las fuerzas francesas estacionadas en Alemania. La posibilidad de un golpe de estado para detener la revolución está en el aire. Queda el último recurso de pedir por última vez al país una reacción antes de entregar la nación a los revolucionarios o al ejército. Ese esfuerzo último es el que tuvo lugar el 30 de mayo, hace hoy cuarenta años y que abre esta crónica retrospectiva.

Rebaño de corderos

El 31 de mayo, a la vista de la gran manifestación en París, otras muchas se celebran en el resto del país, todas en apoyo al general De Gaulle. Es el retorno a la normalidad que los carteles de los estudiantes retratarán como un rebaño de sumisos corderos. Entre el 4 y el 6 de junio se recupera la calma, vuelven a funcionar los servicios públicos y las empresas. Habrá últimos conatos de rebelión el 11 de junio, se celebrarán elecciones en las que la derecha consiguió la mayor victoria en toda la Historia de Francia. El lema formulado por De Gaulle como respuesta, y usado en su contra por los estudiantes, 'La reforma sí, el desorden no' terminó por imponerse como la vía más adecuada. En los últimos cuarenta años.

28 de mayo de 2008

EL IMPACTO DEL 68, por Noan Chomsky

Mil novecientos sesenta y ocho fue un momento emocionante dentro de un movimiento mucho más extenso. A su vez, el 68 engendró en sí mismo un amplio espectro de movimientos. Sin el 68 no habría existido, por ejemplo, un movimiento de solidaridad internacional globalizado. Fue enorme en términos de derechos humanos, derechos étnicos y además como precursor de la conciencia sobre el medio ambiente.

Los «papeles del Pentágono» (las 7.000 páginas del informe secreto del gobierno de Estados Unidos sobre la guerra de Vietnam) son una prueba de esto: justo antes de la ofensiva del Tet, el mundo de los negocios se revolvió contra la guerra porque pensaba que era demasiado costosa y que el gobierno tenía el propósito –eso lo sabemos ahora- de enviar más soldados a la guerra, a pesar de que Lyndon B. Johnson había declarado que no enviaría más tropas a Vietnam.

Los papeles del Pentágono nos dicen que por miedo al creciente malestar de los ciudadanos, el gobierno se vio obligado a poner fin a la guerra. Además no estaba seguro de que pudiera disponer de suficientes tropas para enviar a Vietnam y al mismo tiempo para reprimir los disturbios en el frente doméstico.

Una de las reacciones más interesantes de las que sobrevinieron en 1968 fue la primera comunicación de la Comisión Trilateral (organización creada por Rockefeller compuesta de empresarios, banqueros, altos cargos de las administraciones políticas, ideólogos y teóricos de la nueva derecha y dirigentes sindicales de marcado tinte anticomunista, N.deT), que pensaba en «una crisis de la democracia» debido a la excesiva participación de las masas. En las postrimerías de los años 60 se suponía que las masas debían ser pasivas, no se escuchaban sus voces y no podían entrar en la escena pública. Cuando lo hicieron, el hecho se calificó de «exceso de democracia» y la gente temió que esas manifestaciones ejercieran demasiada presión sobre el sistema. El único que no expresó demasiado sus opiniones fue el grupo corporativo empresarial porque estaba implicado en las políticas aceptables.

La Comisión hizo un llamamiento a la moderación en la democracia y al retorno a la pasividad, señaló que «las instituciones encargadas del adoctrinamiento», como las escuelas y las iglesias, no estaban haciendo bien su trabajo y debían hacerlo de forma más agresiva.

El ala más reaccionaria fue más violenta ante los acontecimientos del 68. En aquel momento trataron de reprimir la democracia y en parte lo lograron, aunque no realmente, ya que el movimiento social de activistas creció. En 1968, por ejemplo, era inimaginable que se llegaría a crear, en 1980, un grupo de solidaridad internacional.

Actualmente, la democracia es incluso más fuerte que en 1968. Hay que recordar que al principio de la guerra de Vietnam no hubo oposición. La oposición se desarrolló, pero sólo seis años después, cuando John F. Kennedy atacó Vietnam del Sur y creció el número de víctimas. En cambio, en la guerra de Iraq, la oposición ha estado presente desde el principio, incluso antes de que se iniciara el primer ataque. La guerra de Iraq es el primer conflicto de la historia occidental en el que ha habido manifestaciones masivas contra una guerra incluso antes de que comenzara. También hay otras diferencias. En 1968, sólo se discutía la salida de Vietnam de forma marginal. Actualmente todos los candidatos a la presidencia se refieren a la retirada de Iraq como una posibilidad política real.

Actualmente también hay un mayor rechazo a la opresión del que había entonces. EEUU solía promover o apoyar rutinariamente los golpes de estado en América Latina. Pero la última vez que los estadounidenses apoyaron un golpe de Estado, en 2002 en Venezuela, tuvieron que dar marcha atrás rápidamente por la fuerte oposición pública. Sencillamente no pueden hacer las cosas que hacían antes.

Por eso pienso que el impacto del 68 ha sido duradero y, definitivamente, ha dado resultados positivos.

Publicado en Rebelion.org /Original en inglés: http://www.chomsky.info/articles/20080508.htm

26 de mayo de 2008

MAYO DEL 68: LA CONTESTACION EN EL MUNDO

Lo que se conoce como Mayo del 68 no sólo tuvo lugar en Francia, ya que hubo movimientos contestatarios en diversos lugares del mundo. Por esa razón, algunos estudiosos hablan de “los Mayos del 68” para referirse a un periodo que empieza con la década de los 60 y cuyas consecuencias se prolongan en la década siguiente.

por Véronique Gaymard; Realización: Yocasta Gómez (RFI)

Según la historiadora Geneviève Dreyfus-Armand, “el movimiento de contestación empezó en Estados Unidos por múltiples razones: la discriminación de los negros, la imposibilidad de tener actividad política en las universidades, la libertad de expresión y, sobre todo, la guerra de Vietnam. Desde 1965 hubo estudiantes que se negaron a ir a combatir.”

Tres años más tarde, el 4 de abril de 1968, era asesinado el líder negro Martin Luther King. Por otro lado, en Checoslovaquia, en enero de 1968, empezó la llamada Primavera de Praga, que proclamó el “socialismo con rostro humano”. “Había coincidencias generacionales con los jóvenes de Europa occidental, pero mientras ellos se oponían a la sociedad de consumo, los checoslovacos querían introducir más mercado en la economía socialista”, precisa el investigador en ciencias sociales Jacques Rupnik. La Primavera de Praga concluyó en agosto de 1968 cuando las tropas soviéticas invadieron Checoslovaquia. En marzo de ese mismo año, en Polonia, el régimen estalinista había reprimido muy duramente las manifestaciones de estudiantes e intelectuales que reclamaban mayores libertades. Y vino después una ola de antisemitismo que acarreó la salida de 15.000 judíos entre 1968 y 1972.

En Europa occidental la revuelta empezó en Alemania e Italia, dos países vencidos en la Segunda Guerra Mundial y donde “la juventud quería pedirle cuentas a sus padres”, explica Geneviève Dreyfus-Armand, antes de precisar que en esos países, en los años 70 “hubo importantes grupos de oposición violenta mientras que en Francia esta tendencia fue marginal.” Algo similar ocurrió en Japón, otro país derrotado en la Segunda Guerra Mundial. La contestación juvenil llegó también a Africa y entre el 17 y el 27, de mayo de 1968, en Dakar, capital de Senegal, se reprimieron con mucha violencia las protestas contra la reducción de las becas de estudios, la guerra de Vietnam y el apartheid en Sudáfrica.

En Latinoamérica, el 68 es el año en que se produce la matanza de Tlatelolco, tras la enorme movilización de los estudiantes mexicanos por mayores libertades democráticas. Y es también un año “marcado por el hecho de que Fidel Castro apoyó la intervención soviética en Praga. Era pues el fin de una época: había fracasado el foco guerrillero con la muerte del Che en 1967 y Cuba estaba dependiendo totalmente de la Unión Soviética”, señala para concluir la feminista Maya Surduts, quien vivió en Cuba en los años 60.

Entrevistados: Geneviève Dreyfus-Armand, historiadora francesa; Piotr Moshinsky, periodista polaco; Alexander Smolar, investigador de la Fundación Batory de Varsovia; Jacques Rupnik, investigador en ciencias sociales; Ibou Diallo, historiador senegalés, y Maya Surduts, feminista francesa que estuvo radicada en Cuba en los años sesenta.

MAYO DEL 68: DE LAS UNIVERSIDADES A LAS FABRICAS

1968: hace cuatro años que Estados Unidos está involucrado en la guerra de Vietnam y hace diez que el general Charles de Gaulle dirige Francia de manera autoritaria. La generación de los llamados baby-boomers manifiesta tanto contra la guerra como a favor de una liberación de la política y de las costumbres.

“¡10 años, ya basta!”, gritan los jóvenes de una generación que tenía aún fresco en la memoria el recuerdo de la guerra de Argelia y de las luchas anticoloniales. “Había una voluntad de cambiar y ser autónomos”, precisa Daniel Cirera, que en aquel entonces estudiaba en la Universidad de Toulouse, al sur de Francia. El núcleo inicial de la revuelta estudiantil fue la Universidad de Nanterre, donde estudiaba Daniel Cohn-Bendit, quien será uno de los íconos del movimiento. “Hubo en Nanterre una concentración de las fuerzas del cambio, mientras que en La Sorbona había grupos políticos más importantes, grupos marxistas”, explica el sociólogo Alain Touraine, quien era profesor en dicha universidad.

Paralelamente, aumenta la protesta social en Francia y los trabajadores de las empresas más diversas se van poniendo en huelga de manera espontánea hasta paralizar por completo el país. “Se dice a menudo que Mayo del 68 fue una chispa estudiantil que prendió fuego a un barril de pólvora obrera, pero el movimiento sindical no había anticipado las circunstancias de los enfrentamientos de mayo”, precisa André Narritsens, del Instituto de Historia Social de la CGT. Antonio Aliaga, un obrero que participó en la huelga, recuerda por su parte que se luchaba por “mejores condiciones de trabajo, mejores salarios y la libertad sindical para todos".

El filósofo Daniel Bensaïd, que en ese momento era estudiante, subraya que durante tres días hubo en Francia un vacío de poder y precisa: “Si hubiera habido un llamado de la huelga general con una plataforma común, se podría haber impuesto una negociación de conjunto y no negociaciones dispersas, por ramo. Con eso y un control democrático de la huelga era posible derrocar al régimen de De Gaulle”. Sin embargo, no fue así y no se produjo la revolución política que deseaban muchos sectores de la juventud estudiantil y proletaria. De Gaulle convocó a elecciones y las ganó. “Hay una desilusión fuerte después de las elecciones, pero también el sentimiento de que habíamos vivido un momento excepcional”, concluye Daniel Cirera.

Entrevistados: Janette Habel, profesora universitaria; Daniel Cirera, del Partido Comunista Francés; Daniel Bensaïd, filósofo, miembro de la Liga Comunista Revolucionaria; André Narritsens, del Instituto de Historia Social de la CGT; Alain Touraine, sociólogo, ex profesor de Nanterre, y Antonio Aliaga, ex trabajador huelguista en mayo del 68. (RFI)

19 de mayo de 2008

¡AY, 68! La revuelta estudiantil y ese mundo de entonces...

Jean-Paul Sartre (1905-1980) , símbolo de Mayo del 68.

El eterno poeta de la conciencia práctica, está ahí ante nosotros en decenas de inolvidables instantáneas con sus ojos miopes escondidos detrás de esas grandes gafas repartiendo octavillas, periódicos militantes, hablando a los huelguistas de Renault o encabezando los cortejos por el Barrio Latino.

Ni siquiera Bernard-Henri Levy en su particular ajuste de cuentas escrito años después será capaz de arremeter con dureza contra un símbolo que le sigue cautivando… Sartre, el intelectual del compromiso eterno, representa como nadie el concepto del 68. Su obsesión por el análisis de la concepción de la persona a partir de la libertad le acompañará toda su vida y le llevará, incluso, a adquirir compromisos de resistencia muy por encima de sus frágiles condiciones físicas.

Para él, los movimientos de respuesta de ese año, de esos años, muestran mejor que nada la representación de la verdadera voluntad popular al ridiculizar el poder establecido y demostrar, al mismo tiempo, que además de combatir a la “autoridad” se puede practicar el antiautoritarismo internamente. Sartre es también el “nuevo intelectual”, la persona que niega en sí mismo el término para intentar encontrar un nuevo estatus.

El filósofo francés eleva el 68 pero, necesaria reciprocidad, el 68 también le eleva a él, le aporta una nueva conciencia, le hermana con los movimientos y procesos de liberación abiertos en un mundo que cruje… Y junto a él, a veces delante a veces detrás, Simone. La misma Simone de Beauvoir que, en abril de 1980, nos traslada hasta su funeral en la majestuosa “La ceremonia del adios”.

Estamos ahí, acompañando el cuerpo por las calles de un París gris y pongamos que lluvioso junto a otras 50.000 personas (cincuenta mil, sí), camino del cementerio de Montparnasse, “la última manifestación del 68”, lo dice el director de cine Claude Lanzmann que camina a nuestro lado. Y cierra Simone: “Su muerte nos separa. Mi muerte no nos unirá. Así es: ya fue hermoso que nuestras vidas hayan podido estar de acuerdo durante tiempo”. Funde a blanco.
(EXTRAXTO DE
¡Ay, 68! Joseba Macías Gara/Rebelión)