6 de enero de 2010

El posneoliberalismo y sus bifurcaciones…


Ana Esther Ceceña, en Rebelión

crisis2008El fin del neoliberalismo
El neoliberalismo tocó fin definitivamente con la crisis estallada en 2008. No hay vuelta atrás. El mercado, por sí mismo, es autodestructivo. Necesita soportes y contenedores. La sociedad capitalista, arbitrada por el mercado, o bien se depreda, o bien se distiende. No tiene perspectivas de largo plazo.
Después de 30 años de neoliberalismo ocurrieron las dos cosas. La voracidad del mercado llevó a límites extremos la apropiación de la naturaleza y la desposesión de los seres humanos. Los territorios fueron desertificados y las poblaciones expulsadas. Los pueblos se levantaron y la catástrofe ecológica, con un altísimo grado de irreversibilidad, comenzó a manifestarse de manera violenta.
Los pueblos se rebelaron contra el avance del capitalismo bloqueando los caminos que lo llevaban a una mayor apropiación. Levantamientos armados cerraron el paso a las selvas; levantamientos civiles impiden la edificación de represas, la minería intensiva, la construcción de carreteras de uso pesado, la privatización de petróleo y gas y la monopolización del agua. El mercado, solo, no podía vencer a quienes ya estaban fuera de su alcance porque habían sido expulsados y desde ahí, desde el no-mercado, luchaban por la vida humana y natural, por los elementos esenciales, por otra relación con la naturaleza, por detener el saqueo.
El fin del neoliberalismo inicia cuando la medida de la desposesión toca la furia de los pueblos y los obliga a irrumpir en la escena.
Los cambios de fase
La sociedad capitalista contemporánea ha alcanzado un grado de complejidad que la vuelve altamente inestable. De la misma manera que ocurre con los sistemas biológicos (Prigogine, 2006), los sistemas sociales complejos tienen una capacidad infinita y en gran medida impredescible de reacción frente a los estímulos o cambios. El abigarramiento con el que se edificó esta sociedad, producto de la subsunción pero no eliminación de sociedades diferentes, con otras cosmovisiones, costumbres e historias, multiplica los comportamientos sociales y las percepciones y prácticas políticas a lo largo y ancho del mundo y abre con ello un espectro inmenso de sentidos de realidad y posibilidades de organización social.
La potencia cohesionadora del capitalismo ha permitido establecer diferentes momentos de lo que los físicos llaman equilibrio, en los que, a pesar de las profundas contradicciones de este sistema y del enorme abigarramiento que conlleva, disminuyen las tendencias disipadoras. No obstante, su duración es limitada. En el paso del equilibrio a la disipación aparecen constantemente las oportunidades de bifurcación que obligan al capitalismo a encontrar los elementos cohesionadores oportunos para construir un nuevo equilibrio o, en otras palabras, para restablecer las condiciones de valorización del capital. Pero siempre está presente el riesgo de ruptura, que apunta hacia posibles dislocamientos epistemológicos y sistémicos.
Los equilibrios internos del sistema, entendidos como patrones de acumulación en una terminología más económica, son modalidades de articulación social sustentadas en torno a un eje dinamizador u ordenador. Un eje de racionalidad complejo que, de acuerdo con las circunstancias, adopta diferentes figuras: en la fase fordista era claramente la cadena de montaje para la producción en gran escala y el estado en su carácter de organizador social; en el neoliberalismo el mercado; y en el posneoliberalismo es simultáneamente el estado como disciplinador del territorio global, es decir, bajo el comando de su vertiente militar, y las empresas como medio de expresión directa del sistema de poder, subvirtiendo los límites del derecho liberal construido en etapas anteriores del capitalismo.
Los posneoliberalismos y las bifurcaciones
La incertidumbre acerca del futuro lleva a caracterizarlo más como negación de una etapa que está siendo rebasada. Si la modalidad capitalista que emana de la crisis de los años setenta, que significó una profunda transformación del modo de producir y de organizar la producción y el mercado, fue denominada por muchos estudiosos como posfordista; hoy ocurre lo mismo con el tránsito del neoliberalismo a algo diferente, que si bien ya se perfila, todavía deja un amplio margen a la imprevisión.
Posfordismo se enuncia desde la perspectiva de los cambios en el proceso de trabajo y en la modalidad de actuación social del estado; neoliberalismo desde la perspectiva del mercado y del relativo abandono de la función socializadora del estado. En cualquiera de los dos casos no tiene nombre propio, o es un pos, y en ese sentido un campo completamente indefinido, o es un neo, que delimita aunque sin mucha creatividad, que hoy están dando paso a otro pos, mucho más sofisticado, que reúne las dos cualidades: pos-neo-liberalismo. Se trata de una categoría con poca vida propia en el sentido heurístico, aunque a la vez polisémica. Su virtud, quizá, es dejar abiertas todas las posibilidades de alternativa al neoliberalismo –desde elneofascismo hasta la bifurcación civilizatoria–, pero son inciertas e insuficientes su fuerza y cualidades explicativas.
En estas circunstancias, para avanzar en la precisión o modificación del concepto es indispensable detenerse en una caracterización de escenarios, entendiendo que el espectro de posibilidades incluye alternativas de reforzamiento del capitalismo –aunque sea un capitalismo con más dificultades de legitimidad–; de construcción de vías de salida del capitalismo a partir de las propias instituciones capitalistas; y de modos colectivos de concebir y llevar a la práctica organizaciones sociales no-capitalistas. Trabajar todos los niveles de abstracción y de realidad en los que este término ocupa el espacio de una alternativa carente de apelativo propio, o el de alternativas diversas en situación de coexistencia sin hegemonismos, lo que impide que alguna otorgue un contenido específico al proceso superador del neoliberalismo.
El posneoliberalismo del capital
Aun antes del estallido de la crisis actual, ya eran evidentes los límites infranqueables a los que había llegado el neoliberalismo. La bonanza de los años dorados del libre mercado permitió expandir el capitalismo hasta alcanzar, en todos sentidos, la escala planetaria; garantizó enormes ganancias y el fortalecimiento de los grandes capitales, quitó casi todos los diques a la apropiación privada; flexibilizó, precarizó y abarató los mercados de trabajo; y colocó a la naturaleza en situación de indefensión. Pero después de su momento innovador, que impuso nuevos ritmos no sólo a la producción y las comunicaciones sino también a las luchas sociales, empezaron a aparecer sus límites de posibilidad.
Dentro de éstos, es importante destacar por lo menos tres, referidos a las contradicciones inmanentes a la producción capitalista y su expresión específica en este momento de su desarrollo y a las contradicciones correspondientes al proceso de apropiación y a las relaciones sociales que va construyendo:
1. El éxito del neoliberalismo en extender los márgenes de expropiación, lo llevó a corroer los consensos sociales construidos por el llamado estado del bienestar, pero también a acortar los mercados. La baja general en los salarios, o incluso en el costo de reproducción de la fuerza de trabajo en un sentido más amplio, fue expulsándola paulatinamente del consumo más sofisticado que había alcanzado durante el fordismo. La respuesta capitalista consistió en reincorporar al mercado a esta población, cada vez más abundante, a través de la producción de bienes precarios en gran escala. No obstante, esta reincorporación no logra compensar ni de lejos el aumento en las capacidades de producción generadas con las tecnologías actuales, ni retribuir las ganancias esperadas. El grado de apropiación y concentración, el desarrollo tecnológico, la mundialización tanto de la producción como de la comercialización, es decir, el entramado de poder objetivado construido por el capital no se corresponde con las dimensiones y características de los entramados sociales. Es un poder que empieza a tener problemas serios de interlocución.
2. Estas enormes capacidades de transformación de la naturaleza en mercancía, en objeto útil para el capital, y la capacidad acumulada de gestión económica, fortalecida con los cambios de normas de uso del territorio y de concepción de las soberanías, llevaron a una carrera desatada por apropiarse todos los elementos orgánicos e inorgánicos del planeta. Conocer las selvas, doblegarlas, monopolizarlas, aislarlas, separarlas en sus componentes más simples y regresarlas al mundo convertidas en algún tipo de mercancía fue –es– uno de los caminos de afianzamiento de la supremacía económica; la ocupación de territorios para convertirlos en materia de valorización. Paradójicamente, el capitalismo de libre mercado promovió profundos cercamientos y amplias exclusiones. Pero con un peligro: Objetivar la vida es destruirla.
Con la introducción de tecnologías de secuenciación industrial, con el conocimiento detallado de genomas complejos con vistas a su manipulación, con los métodos de nanoexploración y transformación, con la manipulación climática y muchos otros de los desarrollos tecnológicos que se han conocido en los últimos 30 años, se traspasó el umbral de la mayor catástrofe ecológica registrada en el planeta. Esta lucha del capitalismo por dominar a la naturaleza e incluso intentar sustituirla artificialmente, ha terminado por eliminar ya un enorme número de especies, por provocar desequilibrios ecológicos y climáticos mayores y por poner a la propia humanidad, y con ella al capitalismo, en riesgo de extinción.
Pero quizá los límites más evidentes en este sentido se manifiestan en las crisis de escasez de los elementos fundamentales que sostienen el proceso productivo y de generación de valor como el petróleo; o de los que sostienen la producción de la vida, como el agua, en gran medida dilapidada por el mal uso al que ha sido sometida por el propio proceso capitalista. La paradoja, nuevamente, es que para evitar o compensar la escasez, se diseñan estrategias que refuerzan la catástrofe como la transformación de bosques en plantíos de soja o maíz transgénicos para producir biocombustibles, mucho menos rendidores y tan contaminantes y predatorios como el petróleo.
El capitalismo ha demostrado tener una especial habilidad para saltar obstáculos y encontrar nuevos caminos, sin embargo, los niveles de devastación alcanzados y la lógica con que avanza hacia el futuro permiten saber que las soluciones se dirigen hacia un callejón sin salida en el que incluso se van reduciendo las condiciones de valorización del capital.
3. Aunque el neoliberalismo ha sido caracterizado como momento de preponderancia del capital financiero, y eso llevó a hablar de un capitalismo desterritorializado, en verdad el neoliberalismo se caracterizó por una disputa encarnizada por la redefinición del uso y la posesión de los territorios, que ha llevado a redescubrir sociedades ocultas en los refugios de selvas, bosques, desiertos o glaciares que la modernidad no se había interesado en penetrar. La puesta en valor de estos territorios ha provocado una ofensiva de expulsión, desplazamiento o recolonización de estos pueblos, que, evidentemente, se han levantado en contra.
Esto, junto con las protestas y revueltas originadas por las políticas de ajuste estructural o de privatización de recursos, derechos y servicios promovidas por el neoliberalismo, ha marcado la escena política desde los años noventa del siglo pasado. Las condiciones de impunidad en que se generaron los primeros acuerdos de libre comercio, las primeras desregulaciones, los despojos de tierras y tantas otras medidas impulsadas desde la crisis y reorganización capitalista de los años setenta-ochenta, cambiaron a partir de los levantamientos de la década de los noventa en que se produce una inflexión de la dinámica social que empieza a detener las riendas sueltas del neoliberalismo.
No bastaba con darle todas las libertades al mercado. El mercado funge como disciplinador o cohesionador en tanto mantiene la capacidad desarticuladora y mientras las fuerzas sociales se reorganizan en correspondencia con las nuevas formas y contenidos del proceso de dominación. Tampoco podía ser una alternativa de largo plazo, en la medida que la voracidad del mercado lleva a destruir las condiciones de reproducción de la sociedad.
El propio sistema se vio obligado a trascender el neoliberalismo trasladando su eje ordenador desde la libertad individual (y la propiedad privada) promovida por el mercado hacia el control social y territorial, como medio de restablecer su posibilidad de futuro. La divisa ideológica del “libre mercado” fue sustituida por la “seguridad nacional” y una nueva fase capitalista empezó a abrirse paso con caracaterísticas como las siguientes:
1. Si el neoliberalismo coloca al mercado en situación de usar el planeta para los fines del mantenimiento de la hegemonía capitalista, en este caso comandada por Estados Unidos, en esta nueva fase, que se abre junto con la entrada del milenio, la misión queda a cargo de los mandos militares que emprenden un proceso de reordenamiento interno, organizativo y conceptual, y uno de reordenamiento planetario.
El cambio de situación del anteriormente llamado mundo socialista ya había exigido un cambio de visión geopolítica, que se corresponde con un nuevo diseño estratégico de penetración y control de los territorios, recursos y dinámicas sociales de la región centroasiática. El enorme peso de esta región para definir la supremacía económica interna del sistema impidió, desde el inicio, que ésta fuera dejada solamente en las manos de un mercado que, en las circunstancias confusas y desordenadas que siguieron al derrumbe de la Unión Soviética y del Muro de Berlín, podía hacer buenos negocios pero no condiciones de reordenar la región de acuerdo con los criterios de la hegemonía capitalista estadounidense. En esta región se empieza a perfilar lo que después se convertiría en política global: el comando militarizado del proceso de producción, reproducción y espacialización del capitalismo de los albores del siglo XXI.
2. Esta militarización atiende tanto a la potencial amenaza de otras coaliciones hegemónicas que dentro del capitalismo disputen el liderazgo estadounidense como al riesgo sistémico por cuestionamientos y construcción de alternativas de organización social no capitalistas. Sus propósitos son el mantenimiento de las jerarquías del poder, el aseguramiento de las condiciones que sustentan la hegemonía y la contrainsurgencia. Supone mantener una situación de guerra latente muy cercana a los estados de excepción y una persecución permanente de la disidencia.
Estos rasgos nos llevarían a pensar rápidamente en una vuelta del fascismo, si no fuera porque se combinan con otros que lo contradicen y que estarían indicando las pistas para su caracterización más allá de los “neos” y los “pos”.
Las guerras, y la política militar en general, han dejado de ser un asunto público. No solamente porque muchas de las guerras contemporáneas se han enfocado hacia lo que se llama “estados fallidos”, y en ese sentido no son entre “estados” sino de un estado contra la sociedad de otra nación, sino porque aunque sea un estado el que las emprende lo hace a través de una estructura externa que una vez contratada se rige por sus propias reglas y no responde a los criterios de la administración pública.
El outsourcing, que se ha vuelto recurrente en el capitalismo de nuestros días, tiene implicaciones muy profundas en el caso que nos ocupa. No se trata simplemente de privatizar una parte de las actividades del estado sino de romper el sentido mismo del estado. La cesión del ejercicio de la violencia de estado a particulares coloca la justicia en manos privadas y anula el estado de derecho. Ni siquiera es un estado de excepción. Se ha vaciado de autoridad y al romper el monopolio de la violencia la ha instalado en la sociedad.
En el fascismo había un estado fuerte capaz de organizar a la sociedad y de construir consensos. El estado centralizaba y disciplinaba. Hoy apelar al derecho y a las normas establecidas colectivamente ha empezado a ser un disparate y la instancia encargada de asegurar su cumplimiento las viola de cara a la sociedad. Ver, si no, los ejemplos de Guantánamo o de la ocupación de Irak.
Con la reciente crisis las instituciones capitalistas más importantes se han desfondado. El FMI y el Banco Mundial son repudiados hasta por sus constructores. Estamos entrando a un capitalismo sin derecho, a un capitalismo sin normas colectivas, a un capitalismo con un estado abiertamente faccioso. Al capitalismo mercenario.
El posneoliberalismo nacional alternativo
Otra vertiente de superación del neoliberalismo es la que protagonizan hoy varios estados latinoamericanos que se proclaman socialistas o en transición al socialismo y que han empezado a contravenir, e incluso revertir, la política neoliberal impuesta por el FMI y el Banco Mundial. Todas estas experiencias que iniciaron disputando electoralmente la presidencia, aunque distintas entre sí, comparten y construyen en colaboración algunos caminos para distanciarse de la ortodoxia dominante. Bolivia, Ecuador y Venezuela, de diferentes maneras y con ritmos propios, impulsan políticas de recuperación de soberanía y de poder participativo, que se ha plasmado en las nuevas Constituciones elaboradas por sus sociedades1.
La disputa con el FMI y el Banco Mundial ha determinado un alejamiento relativo de sus políticas y de las propias instituciones, al tiempo que se inicia la creación de una institucionalidad distinta, todavía muy incipiente, a través de instancias como el ALBA, el Banco del Sur, Petrocaribe y otras que, sin embargo, no marcan una pauta anticapitalista en sí mismas sino que apuntan, por el momento, a constituir un espacio de mayor independencia con respecto a la economía mundial, que haga propicia la construcción del socialismo. Considerando que, aun sin tener certeza de los resultados, se trata en estos casos por lo menos de un escenario posneoliberal diferente y confrontado con el que desarrollan las potencias dominantes, es conveniente destacar algunos de sus desafíos y paradojas.
1. Para avanzar en procesos de recuperación de soberanía, indispensable en términos de su relación con los grandes poderes mundiales –ya sea que vengan tras facetas estatales o empresariales–, y para emprender proyectos sociales de gran escala bajo una concepción socialista, requieren un fortalecimiento del estado y de su rectoría. Lo paradójico es que este estado es una institución creada por el propio capitalismo para asegurar la propiedad privada y el control social.
2. Los procesos de nacionalización emprendidos o los límites impuestos al capital transnacional, pasándolo de dueño a prestador de servicios, o a accionista minoritario, marca una diferencia sustancial en la capacidad para disponer de los recursos estratégicos de cada nación. La soberanía, en estos casos, es detentada y ejercida por el estado, pero eso todavía no transforma la concepción del modo de uso de estos recursos, al grado de que se estimulan proyectos de minería intensiva, aunque bajo otras normas de propiedad. Para un “cambio de modelo” esto no es suficiente, es un primer paso de continuidad incierta, si bien representa una reivindicación popular histórica.
3. El reforzamiento del interés nacional frente a los poderes globales o transnacionales va acompañado de una centralización estatal que no resulta fácilmente compatible con la plurinacionalidad postulada por las naciones o pueblos originarios, ni con la idea de una democracia participativa que acerque las instancias de deliberación y resolución a los niveles comunitarios.
4. Las Constituyentes han esbozado las líneas de construcción de una nueva sociedad. En Bolivia y Ecuador se propone cambiar los objetivos del “desarrollo” por los del “buen vivir”2, marcando una diferencia fundamental entre la carrera hacia delante del desarrollo con la marcha horizontal e incluso circular del buen vivir, que llamaría a recordar la metáfora zapatista de caminar al paso del más lento. La dislocación epistemológica que implica trasladarse al terreno del buen vivir coloca el proceso ya en el camino de una bifurcación societal y, por tanto, la discusión ya no es neoliberalismo o posneoliberalismo sino eso otro que ya no es capitalista y que recoge las experiencias milenarias de los pueblos pero también la crítica radical al capitalismo. Los apelativos son variados: socialismo comunitario, socialismo del siglo XXI, socialismo en el siglo XXI, o ni siquiera socialismo, sólo buen vivir, autonomía comunitaria u horizontes emancipatorios.
Ahora bien, la construcción de ese otro, que genéricamente podemos llamar el buen vivir, tiene que salirse del capitalismo pero a la vez tiene que transformar al capitalismo, con el riesgo, siempre presente, de quedar atrapado en el intento porque, entre otras razones, esta búsqueda se emprende desde la institucionalidad del estado (todavía capitalista), con toda la carga histórica y política que conlleva.
El posneoliberalismo de los pueblos
Otro proceso de salida del neoliberalismo es el que han emprendido los pueblos que no se han inclinado por la lucha electoral, fundamentalmente porque han decidido de entrada distanciarse de la institucionalidad dominante. En este proceso, con variantes, se han involucrado muchos de los pueblos indios de América, aunque no sólo, y su rechazo a la institucionalidad se sustenta en la combinación de las bifurcaciones con respecto a la dominación colonial que hablan de rebeliones larvadas a lo largo de más de 500 años, con las correspondientes a la dominación capitalista. Las naciones constituidas en el momento de la independencia de España y Portugal en realidad reprodujeron las relaciones de colonialidad interna y por ello no son reconocidas como espacios recuperables.
La resistencia y las rebeliones se levantan a veces admitiendo la nación, más no el estado, como espacio transitorio de resistencia, y a veces saltando esta instancia para lanzarse a una lucha anticapitalista-anticolonial y por la construcción-reconstrucción de formas de organización social simplemente distintas.
Desde esta perspectiva el proceso se realiza en los espacios comunitarios, transformando las redes cotidianas y creando condiciones de autodeterminación y autosustentación, siempre pensadas de manera abierta, en interlocución y en intercambio solidario con otras experiencias similares.
Recuperar y recrear formas de vida propias, humanas, de respeto con todos los otros seres vivos y con el entorno, con una politicidad libre y sin hegemonismos. Democracias descentradas. Este es el otro camino de salida del neoliberalismo, que sería muy empobrecedor llamar posneoliberalismo porque, incluso, es difícil de ubicar dentro del mismo campo semántico. Y todos sabemos que la semántica es también política y que también ahí es preciso subvertir los sentidos para que correspondan a los nuevos aires emancipatorios.
Lo que viene después del neoliberalismo es una abanico abierto con múltiples posibilidades. No estrechemos el horizonte cercándolo con términos que reducen su complejidad y empequeñecen sus capacidades creativas y emancipatorias. El mundo está lleno de muchos mundos con infinitas rutas de bifurcación. A los pueblos en lucha toca ir marcando los caminos.
Bibliografía
    Acosta, Alberto 2008 “La compleja tarea de construir democráticamente una sociedad democrática” enTendencia N° 8 (Quito).
    Prigogine, Ilya 2006 (1988) El nacimiento del tiempo (Argentina: Tusquets).
    Constitución de la República del Ecuador 2008.
Asamblea Constituyente de Bolivia 2007 Nueva Constitución Política del Estado (documento oficial)
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa de la autora, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

5 de enero de 2010

E. Galeano: “América Latina está exorcizando la cultura de la impotencia”. Entrevista…

Entrevista al escritor uruguayo Eduardo Galeano

Ana Delicado, Público

galeano2El escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano se consagró hace casi 40 años con el libro Las venas abiertas de América Latina, la obra que el presidente venezolano, Hugo Chávez, escogió para regalarle a su homólogo estadounidense, Barack Obama. Pero la fascinación que Galeano despierta perdura hasta hoy. Un testimonio cotidiano de esa admiración: durante la entrevista, que se realiza en un café de Buenos Aires, un hombre se acercó con discreción con su hija y se sentó en una mesa cercana para poder escucharle. Su último libro, Espejos,habla de un mundo contradictorio que tiene miedo de mirarse, y de reconocerse.

¿Cómo define América Latina?

Es una tierra de encuentros de muchas diversidades: de cultura, religiones, tradiciones, y también de miedos e impotencia. Somos diversos en la esperanza y en la desesperación.

¿Cómo incide esa variedad en el presente?

En estos últimos años hay un proceso de renacimiento latinoamericano en el que estas tierras del mundo comienzan a descubrirse a sí mismas en toda su diversidad. El llamado descubrimiento de América fue, en realidad, un encubrimiento de la realidad diversa. Este es el arcoiris terrestre, que ha sido mutilado por unos cuantos siglos de racismo, de machismo y de militarismo. Nos han dejado ciegos de nosotros mismos. Es necesario recuperar la diversidad para celebrar el hecho de que somos más que lo que nos dijeron que somos.

¿Esa diversidad puede ser un impedimento para la integración?

Creo que no. Toda unidad fundada en la unanimidad es una falsa unidad que no tiene destino. La única unidad digna de fe es la unidad que existe en la diversidad y en la contradicción de sus partes. Hay una triste herencia del estalinismo y eso que llamaron socialismo real a lo largo del siglo XX que ha traicionado la esperanza de millones de personas justamente porque impuso ese criterio, el de que la unidad es la unanimidad. Se confundió así la política con la religión. Se aplicaron criterios que eran habituales en los tiempos de la Santa Inquisición, cuando toda divergencia era una herejía digna de castigo. Eso es una negación de la vida. Es una suerte de ceguera que te impide moverte porque el motor de la historia humana es la contradicción.

¿La diversidad puede establecer caminos de vida irreconciliables?

No siempre. En cualquier caso, no hay que tenerle miedo a la verdad de la vida. Hay que celebrarla, porque lo mejor que tiene la vida es su diversidad. El sistema que domina el planeta nos propone una opción muy clara. Hay que elegir, a ver si querés morirte de hambre o de aburrimiento. Yo no me quiero morir de ninguna de las dos. El sistema dominante de hoy nos impone una verdad única, una única voz, la dictadura del pensamiento único que niega la diversidad de la vida y que por lo tanto la encoge, la reduce a la casi nada. Lo mejor que el mundo tiene está en la cantidad de mundos que él alberga, y eso vale a su vez para América Latina. Lo mejor de ella es la cantidad de Américas que contiene.

Hablaba de un redescubrimiento latinoamericano. ¿Un ejemplo?

Bolivia, con Evo Morales, ha redescubierto su diversidad con mucha dignidad y con el orgullo de decir: “Somos diversos, y somos indígenas. Pero no sólo indígenas. Somos diversos”. Claro que Bolivia es un país como Paraguay, y hasta cierto punto Uruguay, sometido en cierta medida al peso avasallante de los vecinos grandes, y sobre todo de Brasil, que hoy por hoy se opone a que en el Banco del Sur cada país tenga un voto.

¿Cuál es la fuerza de ese proyecto?

El Banco del Sur es la base financiera de la unidad latinoamericana, un proyecto de Chávez, por cierto. Nace como una respuesta a la dictadura financiera del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, en donde no rige el sistema de “un país, un voto”. Los votos dependen del capital invertido: tanto dinero, tantos votos, de modo que el Fondo está dirigido por cinco países, y el Banco por ocho, aunque uno se llame Mundial y el otro Internacional.

¿Se puede recuperar un funcionamiento democrático?

Es muy difícil, por la sencilla razón de que la democracia ha sido más formal que real en los procesos históricos latinoamericanos; y en las democracias, para que lo sean de verdad, no tienen que regir relaciones verticales o jerárquicas, donde hay un mandón y un mandado. Tienen que ser horizontales, solidarias, entre iguales capaces de respetarse y reconocerse, porque la verdad es que no nos conocemos. Tenemos que conocernos para empezar a reconocernos, para saber todo lo que podemos aprender del otro. Desde la conquista española hemos sido entrenados por imperios sucesivos para la ignorancia mutua, para el divorcio y el odio mutuo. La especialidad latinoamericana es la guerra de vecinos.

Brasil puede argumentar que, puesto que es más grande, debe tener más voz.

Eso parte de la base de que la grandeza coincide con lo grandote. Mi experiencia me enseñado que la grandeza no habita lo grandote. Está escondida en la gente anónima, en el día a día que parece insignificante e indigno de atención. Lo grandote suele ser muy mezquino y de alma chiquita. No quiero decir que Brasil tenga alma chiquita, pero no hay que confundir dónde está la grandeza brasileña, que reside en alguna de sus gentes peor tratadas.

¿Héroes anónimos?

En una charla me preguntaron cuál era mi héroe preferido. Yo dije: “El día que me iba al aeropuerto para iniciar este viaje tomé un taxi, y estuve conversando con el conductor. El taxista trabajaba en el taxi entre 10 y 12 horas, pero después tenía otro empleo. Dormía entre tres y cuatro horas por día para dar de comer a sus hijos. Para él no existían los domingos, ni se acordaba de qué eran”. Ese es mi héroe preferido.

Decía antes que el motor de la historia humana es la contradicción. ¿Cree que hay contradicciones dañinas?

No tiene por qué ser así. Toda contradicción es una señal de movimiento. Lo que sí hay son injusticias objetivamente dañinas. En América Latina, el abismo que separa a los que tienen de los que necesitan, a la minoría dominante de la mayoría dominada, es cada vez mayor. Esta es una región desigual en un mundo cada vez más injusto, donde los hambrientos superan los 1.000 millones de personas.

¿Observa hoy día un cambio significativo en América Latina?

Sí. Está ocurriendo algo muy lindo, que es una suerte de exorcismo colectivo de los viejos demonios. Y de algunos nuevos también. Uno de los que dejó la herencia colonial fue la cultura de la impotencia, que te mete la idea en la cabeza de que “no se puede”. Y eso vale para los países pobres y para los ricos. Porque Venezuela es un país objetivamente rico, tiene petróleo, pero tiene metido adentro ese concepto de la impotencia contra el que ahora se intenta luchar. Es difícil, porque la cultura del petróleo te entrena para comprar y no para crear.

¿Qué quiere decir?

Te entrenan con la idea de que no hay que tomarse el trabajo de crear las cosas si se las puede consumir comprando. Es la cultura de consumo, no de creación. Nace de la cultura de la impotencia, que es la peor de las herencias coloniales. Te enseña a no pensar con tu cabeza, a no sentir con tu propio corazón, y a no moverte con tus propias piernas. Te entrena para andar en silla de ruedas, para repetir ideas ajenas y para experimentar emociones que no son las tuyas.

¿Son diferentes las izquierdas de América Latina?

Hay de todo, por suerte, justamente porque somos diversos. Por eso es muy injusto generalizar, sobre todo cuando la generalización proviene de miradas ajenas, que miran juzgándote, y juzgándote te condenan. Hay un complejo de superioridad que tienen los países dominantes en el mundo, que se sienten en condiciones de obligar a los demás a rendir exámenes de la democracia, que son los grandes maestros para decidir quién es demócrata y quién no, qué procesos están bien y cuáles están mal. Y cuando esos profesores de democracia vienen a juzgarnos, a mirarnos desde afuera y a condenarnos de antemano, están ejerciendo un derecho de propiedad que es uno de los derechos más repugnantes de todos.

¿Qué diferencia hay entre los presidentes de Venezuela, Ecuador y Bolivia?

Muchas, porque son expresiones de tres países diferentes. La lista de diferencias es interminable. Pero no es tan interminable la lista de las coincidencias de países que están buscando caminos de liberación después de siglos de opresión y de negación de sí mismos. Son experiencias diferentes de tres países que deciden dejar de escupirse al espejo, dejar de odiar su propia imagen, dejarse de mirar con los ojos de los que los desprecian.

¿Qué papel cumple Brasil en esto?

Uno muy importante, pero el problema es la tentación de una palabra abominable: el liderazgo. Todos los países se atribuyen la intención de ejercerlo y esto genera relaciones contaminadas por el orden jerárquico que niega la igualdad de derechos. Yo no quiero que nadie sea mi líder. No quiero mandar ni ser mandado. No nací para obedecer. Nací para ejercer mi libertad de conciencia. No puedo aceptar la idea de que entre las personas o entre los países haya conductores o conducidos. Hay que ir hacia una sociedad de veras libre.

¿Qué opina de la reelección presidencial?

No me gusta mucho, porque implica cierto apego al poder y eso no es aconsejable en ningún ámbito. El poder en sí, aunque sea un poderito, envenena bastante el alma. Sé que hay que ejercerlo, pero sabiendo que es peligroso. El poder genera monarquías, poderes absolutos, voces que sólo escuchan sus propios ecos incapaces de escuchar otras voces.

¿De dónde procede ese intento de perpetuarse en el liderazgo?

En Europa esto lo atribuyen a la herencia del caudillismo en América Latina, al subdesarrollo, a la ignorancia, a nuestra tendencia al populismo y a la demagogia. Pero hay que asomarse a la historia de los países dominantes para ver hasta qué punto ellos han estado sometidos a la voluntad, por ejemplo, de un tipo complemente loco como Hitler. Es inverosímil: en el país más culto de Europa, millones de personas lo aclamaban. Y los líderes de ahora, ¿qué tienen que venir a enseñarnos? Uruguay tiene una democracia más antigua que la mayoría de los países europeos. Y en materia de derechos humanos, conquistó antes que Estados Unidos y que muchos países europeos la jornada laboral de ocho horas, el derecho al divorcio, y la educación gratuita y obligatoria.

¿Por qué no hay apenas relación entre América Latina y África?

Es un escándalo. Eso proviene del sistema educativo y de los medios de la comunicación. En la mayoría de países de América Latina hay una influencia africana enorme: en la cocina, el deporte, el lenguaje, el arte. Y sin embargo nosotros, de África, no sabemos nada.

¿Por qué?

Por racismo. Sabemos lo que nuestros amos de siglo en siglo han querido que supiéramos, y de nosotros ignoramos casi todo porque a ellos les convenía. Por ejemplo, no les convenía que supiéramos que aquellos esclavos que llegaron de África cargados como cosas traían sus dioses, sus culturas. De todos modos, eldesvínculo con África que nació del racismo y la explotación esclava no es latinoamericano, sino de todas las Américas. Por eso me pareció digna de celebración la elección de Obama, aunque luego lo que ha hecho no me convence demasiado.

¿Qué representa Obama?

Uno de mis maestros, don Carlos Quijano, solía decir: “Todos los pecados tienen redención. Todos menos uno. Es imperdonable pecar contra la esperanza”. Con el tiempo aprendí cuánta razón tenía. Lamentablemente, Obama está pecando contra la esperanza que él mismo supo despertar, en su país y en el mundo. Aumentó los gastos de guerra, que ahora devoran la mitad de su presupuesto. ¿Defensa contra quién, en un país invadido por nadie, que ha invadido y sigue invadiendo a casi todos los demás? Y, para colmo, ese chiste de mal gusto de recibir el Nobel de la Paz pronunciando un elogio de la guerra.

¿Cuáles son, en su opinión, los miedos del siglo XXI?

El arte de narrar nació del miedo de morir. Está en Las mil y una noches. Cada noche, Sherezade iba cambiando un cuento por un nuevo día de vida. Pero también creo que el miedo de vivir es peor que el miedo de morir. Y me parece que el asunto, en este mundo y en este tiempo, es ese: el miedo de recordar, el miedo de ser, el miedo de cambiar. O sea: el miedo de vivir.

¿Ve un ejemplo de ese miedo en la Cumbre de Copenhague?

Los asesinos del planeta derraman de vez en cuando alguna lágrima, para que la platea sepa que también tienen su corazoncito. Pero es puro teatro. Bien saben que los modelos de vida de hoy, que ellos imponen, son modelos de muerte. Me pregunto a qué planeta se mudarán estos elegidos del Señor cuando terminen de exprimir la Tierra hasta la última gota.

Fuente: http://www.publico.es/internacional/282576/america/latina/exorcizando/cultura/dela/impotencia

17 de agosto de 2008

16 de agosto de 2008

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SOBRE BLOG
CIENCIAS SOCIALES HOY


Desde hace ya más de una semana he constatado que, para mi gran sorpresa, BLOGGER/GLOOGLE, soportes de mi Blog CIENCIAS SOCIALES HOY, han aplicado medidas restrictivas que me limitan gravemente para actualizarlo, limitando la publicación de nuevas páginas y perturbando el funcionamiento general de este Sitio Web.

Esta medida es inexplicable einjustificada, en la medida que se trata de un Blog que da prioridad a la información sobre la actualidad chilena e internacional, a temas educacionales y sociales diversos, que incluye miradas sobre la realidad por intelectuales de gran prestigio, aparte de mis comentarios y artículos sobre los mismos temas. Es decir, se trata de un Sitio Web organizado desde el ángulo de las Ciencias Sociales, para uso de estudiantes, docentes, profesionales, intelectuales, que requieren información y análisis actualizados sobre estos temas para beneficio de su actividad docente o profesional.

Se trata también de una base de datos de consulta permanente sobre temas educacionales o sociales diversos, lo que contituye también una de nuestras prioridades y objetivos. Por lo que resulta evidente que este es un Blog de utilidad social y cultural, en el que no se encontrará ninguna transgresión ni a la moral establecida ni a las "buenas costumbres". Aqui no hay pornografia ni promoción de la violencia ni del tráfico o consumo de drogas, temas que sólo pueden interesarnos como objetos de estudio de las ciencias sociales. Tampoco esto es Spam, puesto que aquí no hay publicidad comercial ni promoción de ventas o de negocios de ninguna especie.

Sólo dicho carácter eminentemente cultural de los contenidos mencionados explica, por lo demas, el crecimiento notable de las visitas del Blog, pasando de aproximadamente 400 paginas visitadas en febrero pasado, a mas de 8900 en el mes de julio reciente (ver cuadros), y con visitantes de más de 20 paises por semana, especialmente del mundo iberoamericano.

Cuando abrimos este Blog en febrero pasado elegimos BLOGGER, no sólo por su facilidad de manejo técnico, sino porque nos parecía una alternativa innovadora y respetuosa de la libertad de expresión, en un mundo en que abunda la censura y el atropello de las libertades, como se constata en diversos países, y en un momento en que comienzan a manifestarse censuras y cierres de Sitios Web por el sólo hecho de ser expresiones disidentes de algunos puntos de vista dominantes. He creido, en ese contexto, que BLOGGER/GOOGLE representan una alternativa libertaria y no represiva en el cybermundo.

Esperamos, por consiguiente, que se trate sólo de un lamentable error de algún funcionario de nuestro soporte BLOGGER/GOOGLE y que las medidas restrictivas o de aparente censura aún vigentes sean eliminadas lo antes posible, para poder proseguir normalmente nuestra actividad en este sitio. Solicitamos igualmente excusas a nuestros lectores por la semi-parálisis forzada del Blog.


EDUARDO AQUEVEDO S.








15 de agosto de 2008

Murió destacado sociólogo ORLANDO FALS BORDA


En la madrugada de este martes murió en Bogotá, a los 83 años, el investigador y sociólogo barranquillero Orlando Fals Borda.

En 1959, junto con Camilo Torres Restrepo, fundó la primera Facultad de Sociología de América Latina en la Universidad Nacional siendo su primer decano.

Fue uno de los fundadores de la Investigación Acción Participativa (IAP), método de investigación cualitativa que pretende no sólo conocer las necesidades sociales de una comunidad, sino también agrupar esfuerzos para transformar la realidad con base en las necesidades sociales.

En la década de los años 80, Orlando Fals y su esposa, Maria Cristina Salazar, fueron detenidos por supuesta vinculación con el Movimiento 19 abril. Se le acusaba de ser uno de sus ideólogos. Orlando Fals Borda fue presidente de la Alianza Democrática M-19 y por esa colectividad delegado a la Asamblea Nacional Constituyente que elaboró en 1991 la actual Constitución Política.

En 2002 participó en la creación del Frente Social y Político (FSP) y posteriormente en la consolidación de la unidad de la izquierda democrática en Colombia en la fundación del Polo Democrático Alternativo. En 2005 fue elegido, por unanimidad, presidente honorario del Polo"

LOS INMIGRANTES, EXCLUIDOS PERO INDISPENSABLES. ENTREVISTA A E. Terray




Entrevista con Emmanuel Terray, filósofo y antropólogo
"La política aplicada no pretende expulsar a la gente, sino aterrorizarla”

www.alencontre.org
[En esta entrevista realizada por la revista à l'encontre www.alencontre.org, EmmanuelSans-papiers. L'archaïsme fatal ("Sin papeles. El arcaísmo fatal"), La Découverte.

Pregunta: Has desarrollado la idea de que uno de los resultados de las restricciones o de las supresiones de los derechos de los inmigrantes ha sido constituir un vivero de mano de obra particular, una deslocalización in situ. ¿Qué entiendes por ello? ¿Qué evolución se ha producido en el curso de los últimos años?

Emmanuel Terray: La reflexión partía de una primera constatación, a saber: remitiéndonos a las evaluaciones del Ministerio del Interior francés, que son las únicas que tenemos, habría entre 300.000 y 400.000 "sin papeles" en Francia. Son evaluaciones, y hay que recordar que el censo de personas en situación irregular no sólo es impreciso, sino difícil de establecer. Lo característico, y es lo que me llamó la atención, es que las cifras proporcionadas por estas evaluaciones no han evolucionado y son constantes desde hace 25 años. Esto es, desde hace 25 años tenemos entre 300.000 y 400.000 "sin papeles" en Francia.

Pero en estos 25 años ha habido dos regularizaciones importantes. La primera, en 1981, con 150.000 regularizaciones de "sin papeles", la segunda en 1997, con 80.000 a 90.000 regularizaciones. Además, cada año son expulsadas entre 12.000 y 15.000 personas, y los "objetivos" actuales llegan a los 25.000. El número de expulsiones tiene tendencia a aumentar en los últimos años. Los regularizados y los expulsados salen de las evaluaciones. Por lo que, a la vista está, el stock se renueva. Y perdónenme esta horrible expresión. En realidad, hay un flotante (de mano de obra) cuyo volumen es imposible de comprimir. Se reconstituye al punto, de forma permanente. Si se reflexiona sobre este carácter permanente, se llega a la conclusión de que los "sin papeles" juegan un papel funcional en la economía francesa. Su presencia forma parte de los mecanismos y de las estructuras mismas de esta economía.

Si examinamos en qué sectores de actividad se encuentran los "sin papeles" vemos que hay cinco sectores en los cuales los extranjeros en situación irregular ocupan un lugar absolutamente importante. Sólo tenemos estadísticas de la represión (las cifras de la inspección de trabajo, las estadísticas policiales, etc.). Estas estadísticas son siempre difíciles de interpretar, porque cuando disponemos de datos hay que preguntarse lo que significan: si la realidad o el hecho de que la vigilancia policial es más importante en un sector que en otro. Nunca estamos demasiado seguros de interpretar estas cifras. A pesar de todo, nos dan indicaciones suficientemente claras para poder señalar cinco sectores de actividad.

El primero de estos sectores es la construcción y las obras públicas. Está claro que los ilegales no están empleados en los grandes grupos de la construcción. No se les encuentra en las grandes empresas de obras públicas, sino entre los subcontratistas. Los cuales son presionados hasta tal punto por los grandes grupos que están obligados a machacar sus precios, y con ellos los salarios. Los pequeños empresarios, si quieren conservar un mínimo de margen, se ven prácticamente obligados por la situación a recurrir a trabajadores ilegales. Cuando se les pregunta sobre ello, dicen: "si no pudiéramos emplear a ilegales, tendríamos que renunciar".

El segundo sector lo constituye la hostelería y la restauración. También éste es un sector "mixto". Por lo general, no hay presencia de trabajadores ilegales en grandes sociedades, pero podemos comprobar que en cualquier restaurante, el comedor suele estar en situación "regular", la cocina "compartida" (el jefe de cocina es regular, pero no así sus ayudantes) y de fregar los platos se encargan siempre trabajadores "irregulares".

El tercer sector importante es la confección, al menos, en la región parisina. Todo el ámbito de la confección, del prêt-à-porter, es atendido en gran medida por talleres "clandestinos". Entre comillas, porque no son tan clandestinos. En general, los trabajadores son chinos.

El cuarto y quinto sectores los constituyen los llamados servicios personales (empleos a domicilio) y la agricultura (en particular, la agricultura de temporada).

Es interesante observar que estos cinco sectores tienen una característica común. Todo el mundo sabe lo que es una deslocalización: una empresa cuyos gastos de mano de obra pesan mucho en la composición final de la cifra de negocios, para hacer economías en sus gastos de mano de obra, detiene la producción en su país de origen y la lleva a un país, por lo general un país del Sur, donde los salarios son mucho más bajos y donde la mano de obra dispone de muchos menos derechos y es más "dócil". De esta forma, las empresas se pueden beneficiar de todas esas ventajas. Teniendo en cuenta los bajos precios de los transportes, por lo general la operación resulta muy beneficiosa. En consecuencia, se han multiplicado las deslocalizaciones en muchos países europeos, con destino a los países del Este, del Magreb, de China, etc. Lo que caracteriza a los cinco sectores que acabo de citar es el hecho de que, físicamente, materialmente, no pueden ser deslocalizados. Por razones muy evidentes: una obra de construcción debe estar en el inmueble será utilizado por los usuarios; un restaurante, donde se encuentren los clientes. Eso no es del todo cierto en el caso de la confección, pero, al menos en Francia, en ese sector se trabaja con flujos extremadamente exigentes: también encuentra ventaja procediendo a una deslocalización in situ. Los servicios personales tienen lugar allí donde se encuentran las personas y la agricultura de temporada donde están las fincas.

La idea de la deslocalización in situ consiste precisamente en que el recurso al trabajo de extranjeros en situación irregular permite reconstruir en nuestras propias ciudades, en nuestros propios países, las condiciones propias de la mano de obra en los países del Tercer Mundo. Esto es, salarios muy bajos, protecciones reducidas al mínimo, nada de derechos sindicales, condiciones de trabajo espantosas, tiempo ilimitado de trabajo, contratos salariales no respetados porque los pagos se hacen siempre en mano, etc. Por consiguiente, las empresas que no pueden deslocalizar, recurren al trabajo ilegal como un sustitutivo de las deslocalizaciones: esto me ha llevado a hablar de deslocalizaciones in situ. En cierta medida, la deslocalización in situ es aún más ventajosa que la deslocalización en el extranjero porque si deslocalizas en el extranjero, por una parte, puedes tener un problema de retrasos (y gastos de transporte para repatriar tu producción), y por otra estás obligado a exportar algunos directivos o algunos técnicos que cuestan muy caro. Cuando deslocalizas in situ, no hay gastos de transporte, no hay demoras ni cuadros expatriados. Pienso que este mecanismo explica la permanencia del trabajo ilegal en nuestras sociedades. Permanencia confirmada por las cifras que he indicado antes y por su carácter estable en el tiempo. Esto es lo que puedo decir sobre la noción de deslocalización in situ.

P.: La aceleración de este proceso se ha producido en el contexto de una mundialización del capital que ha supuesto, al mismo tiempo, una mayor competencia de los trabajadores a escala mundial, una reducción de los derechos (entre otros, la legislación del trabajo) y una llamada “política neoliberal” muy ofensiva, sobre todo desde los años 1980. En este caldo de cultivo, las políticas adoptadas contra los inmigrantes ilegales no dejan de endurecerse, en concierto con las medidas dirigidas a los inmigrantes legales extra-europeos.

E. T.: En el plano político, me gusta distinguir dos períodos. Uno que comienza a finales de los años 1970 y que se extiende hasta el comienzo de los años 2000. La entrada en escena del señor Sarkozy, primero como ministro del Interior y después como presidente de la República, ha representado un giro que intentaré caracterizar. Por lo que se refiere al período 1980-2000, hay que distinguir entre la política anunciada y la política real. La política anunciada consiste en decir: queremos erradicar la inmigración ilegal, esto es, expulsar a los irregulares, enviarles de vuelta a su casa, porque es la mejor manera de integrar y estabilizar una inmigración legal. Este discurso anunciado no ha variado. Tanto por un gobierno de derecha o por un gobierno de izquierda.

Pero si se observa la política realmente practicada -en realidad, para que funcione el mecanismo de deslocalización in situ que acabo de describir- se reúnen en ella dos condiciones: La primera es asegurar la vulnerabilidad administrativa de los ilegales, esto es, que no se beneficien de ningún tipo de estabilidad, de ninguna protección, que sean no ya sólo expulsables en cualquier momento, sino también constantemente expuestos a los chantajes, a la delación y a la extorsión. Su vulnerabilidad es total, están a merced de todas las explotaciones y a todas las esclavitudes. Porque, según la legislación, son delincuentes. En Francia, la estancia irregular está castigada con un año de prisión y 3.750 € de multa. Pero aunque sea raro que los irregulares sean condenados cuando les detienen, entre 3.000 y 5.000 "sin papeles" pasan cada año por las prisiones francesas antes de ser expulsados. Por tanto, existe todo un arsenal represivo puesto en pie contra la inmigración ilegal.

La segunda es que si este arsenal represivo fuera realmente aplicado con determinación, se acabaría por echar a los ilegales y, en consecuencia, ya no podría haber deslocalización in situ. No sé si de forma calculada, pero la legislación represiva es aplicada de forma, digamos, modulada y complaciente. Durante el primer período (1980-2000), la tasa de traslados de "sin papeles" a la frontera fue de 15.000 a 20.000 al año. Ahora está aumentando. Entiéndase bien, cada uno de estos traslados a la fuerza y cada una de estas expulsiones constituye un drama para las personas afectadas: se encuentran de nuevo en países que habían abandonado hace mucho tiempo y donde nadie les espera, sin ninguna clase de equipaje, etc.

Pero si se observa bien, estadísticamente hablando, 15.000 ó 20.000 traslados al año sobre 400.000 no es "gran cosa". Tanto más cuando el número de personas expulsadas es "renovado", por lo general al año siguiente. No es gran cosa, pero sí lo suficiente para mantener a la gente amedrentada. Es lo que ocurre: mantener a los ilegales en el terror de ser arrestados, para obligarles a esconderse, a caminar pegados a los muros, y a no hacer ruido. Al menos, lo suficiente para que el mecanismo pueda funcionar.

Me parece muy importante comprender esto: la política que se proclama no coincide en absoluto con la política que se aplica. La política aplicada no pretende expulsar a la gente, sino aterrorizarla. Aterrorizar expulsando a algunos, aunque no expulsarlos a todos a la vez.

En cuanto a los empleadores, las legislaciones represivas contra el empleo de trabajadores inmigrantes les exponen a dos años de prisión y a 5.000 € de multa. Estas leyes no se aplican. Salvo algunos casos muy raros en que los empleadores también son extranjeros. Pero en lo que se refiere a los grandes libradores, ya sean las grandes empresas de la construcción o de la confección, no hay persecuciones ni condenas.

Tenemos un sistema muy exitoso que se llama el sistema de subcontratación en cascada. La legislación dice: un empresario que contrata a sabiendas, con conocimiento de causa, a trabajadores irregulares, debe ser condenado. El empresario se dirige entonces a un primer intermediario que, por su parte, tampoco emplea a irregulares, sino que se dirige a otro intermediario. Por ejemplo, entre el taller de confección y la gran casa de prêt-à-porter cuales sólo tienen un teléfono y un apartado de correos, y a veces, aunque no siempre, un local. De esta forma, cuando se interroga a la gente del taller como mucho se detiene al encargado, y después al primero de los cinco escalones. Por consiguiente, con esta legislación y este sistema, las grandes empresas de confección se encuentran casi siempre al abrigo. Por lo que sé, hay una empresa que se dejó pillar una vez, en 1996, porque para ganar un poco de tiempo hizo poner las etiquetas de su marca en el taller. Por lo general, las camisas y los pantalones son fabricados en los talleres, y se sacan fuera para ponerles las etiquetas. Pero esta empresa quiso ganar un cuarto de hora, o media hora. Cuando la policía llegó al taller, encontró las etiquetas de marca en los vestidos. Al empresario le cayó una sanción que, supongo, pudo amortizar en un par de meses. Después continuó con su actividad como si nada hubiera pasado.

En términos generales, en Francia, las transgresiones del Código de Trabajo son poco perseguidas. No sólo las que afecta a los extranjeros, sino todas las transgresiones, sean las que sean. Según los inspectores de trabajo, si el número de actas que suelen levantar representan, por poner una cifra, 10, las que llegan a los procuradores, sólo son 2 de cada 10. Y las que el procurador tramita, sin archivarlas inmediatamente, son 1 de cada 5, esto es, 0,4 de 10. Los procedimientos que concluyen con condena son también otro 1 de cada 5, es decir: 0,08 de cada 10. Es un rasgo general. Excepto en el caso de atentados graves a la seguridad laboral, que corresponden al derecho penal, los empleadores están a cubierto. En un doble sentido: por este sistema de subcontratación en cascada y por esta mansedumbre general. No se controla a los empleadores, no son afectados. Esta política ambigua, real, pero ambigua, ha durado hasta comienzos de los años 2000, al margen de las declaraciones de unos y de otros.

Ahora, con Nicolas Sarkozy, la doctrina cambia. Antes se decía: hay que perseguir, acosar a la inmigración irregular, para poder integrar mejor a la inmigración regular. Ahora es diferente, se pretende desestabilizar la propia inmigración regular extra-europea. Desestabilizarla con todo tipo de medidas, haciendo cada vez más difícil el ejercicio de los derechos al matrimonio y al reagrupamiento familiar. Estos dos derechos no han sido abolidos porque Francia tiene firmados tratados internacionales, pero se acumulan los obstáculos y hacer venir a su familia se vuelve una odisea, en la que a cada etapa aparecen nuevas trabas. Hasta el punto de que decisiones favorables de las comisarías no son respetadas por los consulados en el extranjero, y el reagrupamiento familiar se está restringiendo en proporciones dramáticas.

También los matrimonios entre franceses y extranjeros son cada vez más difíciles. Esto está permitido por un rasgo que ya existía en la legislación anterior: las leyes están redactadas de manera que dejan el mayor margen posible a lo arbitrario. Se puede dar un ejemplo: los permisos de residencia han quedado ahora subordinados a lo que se denomina la "condición de integración republicana". Esto es, el respeto a los valores de la República. Estos valores no están definidos en ninguna parte, nadie sabe quién debe vigilarlos, quién debe examinar si se respetan o no. Es evidente que la decisión recae en el personal de las comisarías, responsable de su aplicación, sin que se haga público ningún criterio, sin que se establezca ninguna lista de "valores"... El objetivo es el descrito. Los nuevos permisos de residencia previstos por las dos leyes Sarkozy y la ley Hortefeux pretenden, de hecho, fabricar un inmigrante que venga a trabajar a Francia y que venga solo, sin su familia, que no pueda reclamarse de su lengua y de su cultura: se le pedirá que se asimile a la sociedad francesa. No se le concederá ninguna forma de estabilidad. Hoy día, para los permisos de residencia por motivos de trabajo existen dos categorías. Una categoría asalariada, para obtener un permiso de residencia por trabajo, tiene que obtener antes un contrato de trabajo de duración indeterminada. A quienes tienen contratos temporales, que es el caso de la mayoría de trabajadores extranjeros, se les da permisos de residencia temporales. Lo que significa que para renovar su permiso deben encontrar un segundo contrato de trabajo. Si no tienen trabajo en el momento de la renovación, son pura y simplemente devueltos. El esquema consiste en multiplicar los círculos concéntricos. Se ve claro que es una consecuencia asumida por las autoridades. El día en que los trabajadores extranjeros en situación legal tengan pocas "ventajas" respecto a los trabajadores en situación ilegal, es decir, cuando sean también precarios, estarán también a merced de sus empleadores para obtener un nuevo contrato de trabajo y será el empleador quien decidirá sobre su estancia o no. Los trabajadores estarán entonces en mala posición para reivindicar. Si el margen entre trabajadores legales e ilegales se reduce, alineándose las condiciones de los trabajadores legales con las de los ilegales, ya no habrá interés en contratar trabajadores ilegales. Pienso que esta perspectiva ha sido contemplada desde hace algún tiempo por las autoridades, para volver a los inmigrantes legalmente presentes cada vez más frágiles y al mismo tiempo cada vez más desechables a discreción. En consecuencia, ya no habrá necesidad de los ilegales.

Por lo que se refiere a los "dos círculos", pienso que en realidad hay muchos más de dos. Contemplando la sociedad europea que se está perfilando a través de las legislaciones, que son muy convergentes de un país a otro, tenemos: - el círculo de los ciudadanos de plenos derechos; el círculo de los súbditos de la Unión Europea que circulan libremente por el interior de la UE y que sólo tienen derecho de voto en las elecciones municipales y en las elecciones europeas; y los extranjeros en situación regular, que poseen por tanto un permiso de residencia según los países (10 años en Francia) y que pueden circular sin reservas por el territorio de la UE, pero no tienen derecho de voto; los extranjeros que están en situación legal, pero que sólo tienen permisos de estancia temporales (de un año, por ejemplo) y que no tienen derecho de voto. No pueden circular libremente por el territorio de la UE porque están adscritos al sistema de visados Schengen, es decir, sólo pueden desplazarse tres meses a un territorio distinto al que están registrados. Sus condiciones de integración ya son malas porque con una carta de estancia de un año no pueden obtener un contrato de duración indeterminada, no pueden firmar un arrendamiento de apartamento por tres años, no pueden contratar un préstamo con un banco, etc.; los demandantes de asilo que, en Francia, no pueden trabajar. Están en camino de estar asignados a residencia, todavía no encerrados, pero al menos asignados a residencia. Lo que significa que si su demanda de asilo resulta rechazada, la policía les puede agarrar fácilmente para conducirles a la frontera; los trabajadores extranjeros ilegales.

Tenemos, por tanto, una "sociedad con seis estratos". Es una especie de reconstitución, cada vez más jerarquizada, de las buenas y antiguas sociedades censitarias del siglo XVIII, en las que había ciudadanos activos y ciudadanos pasivos. O de la sociedad de apartheid. Hay que distinguir entre dos apartheids: El primer apartheid en Sudáfrica, instituido por el Doctor Malan, estaba fundado exclusivamente en la desigualdad racial y consideraba a los africanos como gente de raza inferior, por lo que su estatuto era muy desfavorable. Después, desde los años 1960, a causa de las protestas en el mundo y de las sanciones adoptadas por diferentes países, hubo un segundo apartheid, el del señor Botha /2. Se borraron las referencias a la desigualdad racial, que desde un punto de vista "cosmético" ya no eran posibles. Se crearon los bantustanes, Estados formalmente independientes, en las zonas pobres y áridas de Sudáfrica, en los que vivía la mayoría de la población africana. Desde el momento en que los africanos iban a trabajar a las grandes ciudades de Sudáfrica, como Pretoria, el Cabo o Johannesburgo, eran extranjeros y por consiguiente se “beneficiaban” de derechos como extranjeros, reducidos en verdad a muy poca cosa. Se borró la referencia a la desigualdad racial, pero al ser "extranjeros" no podían tener el mismo estatuto legal que los "nacionales". Se vigilaba a quienes llegaban y se les podía expulsar a las reservas, que eran formalmente independientes. Este es el sistema que, en cierta medida, está en curso de aplicación.

En Europa, se está formando una sociedad de tres anillos: - el anillo central, constituido por los países europeos y algunos otros; - el anillo de la periferia inmediata, con Estados a los que se invita a cooperar en el contral y la represión de la inmigración ilegal, y se les paga por ello (Ucrania, Marruecos y Libia, en particular); - y por último, los otros países, los "bantustanes" de los que Europa quiere rodearse. De forma que la jerarquía se encuentra a la vez en el interior de la sociedad y entre los países del espacio geopolítico europeo.

P.: En positivo, el tipo de reivindicaciones necesarias para avanzar -que permitan unificar para luchar contra las fuerzas que fragmentan y jerarquizan- deben articular, dentro del propio movimiento, el derecho a la libre circulación con los otros derechos, sociales, sindicales, civiles y políticos. La "libre circulación" de las personas, tal como se define y se practica hoy día y acabas de exponer, es en realidad muy limitada y está considerada sólo desde un punto de vista utilitarista, el punto de vista patronal. De ahí se desprende, entre otras cosas, la necesidad de aunar libre circulación y derechos, iguales derechos. ¿Qué piensas de todo esto?

E. T.: Tienes razón. Si consideramos la historia de la inmigración en Francia, es muy característico ver que desde los orígenes, desde el siglo XIX, los empleadores han sido siempre favorables a la libertad de circulación. Pero en cada ocasión han sido absolutamente contrarios a la igualdad de derechos. Porque esta desigualdad de derechos les da la "ventaja comparativa" de emplear a extranjeros. Es interesante que el movimiento obrero muchas veces ha tenido la posición inversa: no era muy favorable a la apertura de las fronteras, tenía un reflejo protector, a veces con acentos nacionalistas y hasta chovinistas en Francia. En cambio, una vez que la gente había entrado, el movimiento obrero peleaba enérgicamente, por un interés bien comprendido, para obtener la igualdad de derechos e impedir que los trabajadores extranjeros hicieran "competencia desleal" a los trabajadores franceses.

Este doble aspecto es una constante en la historia de la inmigración. Lo digo claro: queremos ambas cosas a la vez: por una parte, la libertad de circulación y de establecimiento, y por otra, la igualdad de derechos, porque si no es así perdurará la situación actual, incluso en condiciones más difíciles. Ambas son indisociables. ¿Qué es un inmigrante? Es alguien que ha nacido fuera y que ha venido a vivir y a trabajar "entre nosotros". Se puede inventariar en Francia unos cinco millones de inmigrantes, pero de esos cinco millones, hay tres millones de extranjeros y dos millones de ciudadanos franceses. Cuando hablamos de los inmigrantes no hacemos la distinción y a estos ciudadanos franceses, que lo son por adquisición, les tratamos en el mismo bloque con los otros. Desde un simple punto de vista republicano, esto debería estar absolutamente proscrito.

Es aún más extraordinario cuando se trata, como se les suele llamar, de gentes "procedentes de la inmigración" que han nacido aquí. Son ciudadanos franceses: ¿por qué imponerles una especie de marca que los asimila a “inmigrantes”? Nuestro propio discurso resulta tergiversado. Estoy leyendo con pasión una obra de Victor Klemperer (La lengua del Tercer Reich), que debería haber leído mucho tiempo antes. En nuestro discurso, creo, tenemos el mismo tipo de eufemismos. Un término que no me gusta, y que oigo demasiado a menudo, es el flujo migratorio. El "flujo migratorio" es un tipo de eufemismo abstracto que nos permite olvidar que se trata de hombres, de mujeres y de niños, y que el "control de los flujos migratorios" consiste en alambradas, expulsiones, guardacostas que abordan embarcaciones, y demás. Tenemos una especie de lenguaje tecnocrático y abstracto que se parece mucho a la lengua del Tercer Reich, tal como la describe Klemperer. No quiero hacer similitudes abusivas, pero los mecanismos lingüísticos son muy próximos unos de otros.

Se pueden tomar otros ejemplos: el hecho de que hoy día, al menos en el discurso francés, en la terminología, los pobres son reemplazados por los desfavorecidos; los oprimidos -si hay oprimidos es que hay opresores- son sustituidos por los excluidos, formulación mucho más vaga. Insisto en ello porque es una batalla que debemos dar contra nosotros mismos, para escapar del dominio emponzoñado de este discurso difícil de eludir, porque es el hablado por las autoridades, los medios de comunicación y el poder.

En Francia, la sustitución del término "inmigrante" por el de "extranjero" tiene consecuencias dramáticas para la propia situación francesa. Aunque sólo sea porque al mismo tiempo convierte a toda una parte de ciudadanos franceses en "extranjeros".

Emmanuel Terray

Terray , filósofo y antropólogoque ha publicado numerosos textos sobre la inmigración, por ejemplo 1999, critica las políticas en curso en la Unión Europea].

Es autor de numerosas obras, entre las cuales: Le Troisième jour du communisme (El Tercer día del comunismo), Actes Sud, 1992, Lettre à la Fugitive (Carta a la Fugitiva) (1988) y Ombres berlinoises (Sombras berlinesas) (1996) en Ediciones Odile Jacob; Clausewitz (Fayard, 1999).